El precio del gas en Europa se dispara a un máximo en dos años y encarece la factura de la luz en España

El precio del gas natural en Europa ha subido con fuerza en las últimas semanas y se sitúa ya en su punto más alto desde febrero de 2023. Las reservas de gas en el continente han caído rápidamente desde enero y se encuentran en el 49% de su capacidad por las bajas temperaturas y la escasa producción de electricidad renovable, que obliga a quemar gas para producir luz. Esa fuerte demanda ha empujado al alza el coste del gas que se utiliza como referencia en Europa, el TTF holandés, que se superó este lunes los 58 euros por megavatio hora (€/MWh), mientras que en octubre rondaba los 40 euros.
En España, las reservas de este combustible se mantienen muy por encima de la media europea y rozan el 70%, pero como el mercado de materias primas es global, no ha evitado que el gas natural ibérico también se encarezca. Por otro lado, la factura eléctrica está muy ligada al coste del gas, y el precio de la luz en el mercado mayorista también se ha incrementado en las últimas semanas. En enero, el coste de la electricidad en el mercado diario español alcanzó de media los 96,70 €/MWh, el segundo mes más caro del histórico.
Los analistas explican que los inventarios de gas natural en la Unión se han desplomado en las últimas semanas y las empresas gasistas no han rellenado sus cisternas al mismo ritmo por la subida de precios. Aunque la media de las reservas en el continente sea de casi el 50%, en Croacia, Francia y Países Bajos, se encuentran alrededor del 30%, y todavía quedan semanas de mucho frío en el centro de Europa. Bruselas se marcó en noviembre la meta de llegar con un 50% de reservas de gas al 1 de febrero, y lo cumplió por poco. El siguiente objetivo es mantener al menos un 30% de provisiones el 1 de mayo.
Pedro Cantuel, experto en mercados de gas en la consultora Ignis, explica que los países exportadores de gas saben que Europa y Asia están obligados a reponer sus reservas en primavera y verano, de cara al próximo invierno, y aprovechan la situación para subir los precios. “Los actuales precios están lanzando un mensaje claro de exceso de demanda y están anticipando que, una vez finalice el invierno, las necesidades de importación de gas de la UE serán grandes. Y como la oferta de gas no se espera que se incremente de forma significativa a corto plazo, es un escenario de oferta muy ajustada y mayores precios”, afirma a infoLibre.
Francesco Sacci, analista energético y doctor en Geopolítica por la Universidad de Pisa, explicó este lunes en X que el año pasado, en la misma fecha, las reservas europeas de gas natural eran del 67,4%, 17 puntos superiores, y que la situación parece que va a empeorar. “La diferencia seguirá aumentando al menos durante la próxima semana, ya que Europa experimentará una ola de frío, con aire ártico llegando al corazón de la UE. Nos precipitamos hacia un nuevo año de mayores costes energéticos para los ciudadanos”, señaló el experto.
Aunque el mercado esté reaccionando con temor a estas noticias, la situación entraba en las previsiones del sector. En octubre, la asociación de operadores gasistas europeos, Entsog, ya publicó en su análisis de invierno que el suministro de gas estaría muy tenso en la Unión Europea. Calculaban que si se suspendía el paso de gas ruso por tubería por Ucrania a partir 1 de enero —como ocurrió—, los 27 países terminarían la temporada gasista con unas reservas del 32%, pero si el invierno era más frío de lo normal, esa cifra caería hasta el 11%, una situación muy crítica. Por ahora las reservas van camino de llegar al 31 de marzo en la primera de las dos estimaciones, de manera que no hay riesgo de desabastecimiento.
Con el cierre del gasoducto ucraniano, Europa se ha deshecho de prácticamente todo el gas que entraba desde Rusia por tubería, y eso ha provocado que prácticamente la mitad del gas que llega ahora al continente lo haga por barco, un mercado que funciona en gran parte con acuerdos al contado. Los metaneros zarpan de Estados Unidos, Rusia, Australia o Qatar, y venden su mercancía a quien más pague por ella. Incluso cambian de rumbo si en mitad de su viaje aparecen mejores compradores. Esto provoca que el abastecimiento de gas sea en este momento un caos en Europa y sea extremadamente difícil planificar una estrategia de abastecimiento a un precio asequible.
La subida del gas de los últimos cuatro meses, que se ha acelerado durante la última semana, ha reavivado el debate sobre si habría que dar un paso atrás en el establecimiento de sanciones sobre los combustibles rusos. Hace diez días Financial Times publicó que en Bruselas hay discusiones entre diplomáticos que valoran la posibilidad de recuperar el flujo de los gasoductos rusos para abaratar la energía y rebajar la tensión de cara a un posible acuerdo para terminar la guerra, aunque los países del este se niegan en rotundo. Tampoco hay voces desde las grandes potencias europeas que defiendan esa postura.
Pedro Cantuel cree que en vez que abordar el regreso del gas ruso tendría más sentido sustituir el consumo de gas en los hogares, que supone el 40% de la demanda, por una alternativa eléctrica. “La segunda fase está ya en marcha y es la introducción de generación renovable en el mix eléctrico para reducir la dependencia del gas. Una tercera fase debería focalizarse en la industria, intentando en los procesos industriales que sea posible ofrecer una alternativa más competitiva que el gas”, subraya el analista.
La factura de la luz va de la mano
Una de las principales consecuencias de la subida del gas es la subida de la luz en la subasta diaria española, que marca el precio de la electricidad para los hogares con una tarifa regulada (PVPC). El sistema marginalista de precios de la luz provoca que la tecnología más cara que casa cada día en el mercado marca el precio del resto, y los ciclos combinados de gas están fijando los precios de la subasta estos días porque la energía eólica está desaparecida.
José Luis Sancha, experto en energía de la Universidad Pontificia Comillas calcula que la factura media para un hogar español fue de 57 euros en enero, y en febrero va camino de situarse entre 57 y 60 euros. “Cualquier mes que supere los 50 euros puede considerarse caro; pocas veces se ha alcanzado esa cifra en la última década”, recuerda.
“Lo que más me preocupa no es el gas, es la falta de viento. En enero no sopló hasta la última semana, y eso moderó bastante el coste de la luz. Este mes la generación eólica está otra vez por los suelos y hasta que no remonte seguiremos con la electricidad cara”, resume.