IGUALDAD

El feminismo se da la mano (esta vez sí) para celebrar la nueva ley del aborto

Irene Montero y Ángela Rodríguez Pam se abrazan tras la sesión plenaria en el Congreso de los Diputados, este jueves, en Madrid.

Las mujeres de dieciséis y diecisiete años recuperarán la soberanía sobre sus propios cuerpos y recobrarán el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo que les fue arrebatado hace siete años. Así lo ha decidido este jueves el Congreso. Los grupos parlamentarios han dado luz verde a la reforma de la Ley de 2010, con la única oposición de la derecha: Vox, PP y Ciudadanos han votado en contra. La reforma blinda un derecho fundamental de las mujeres, una reivindicación histórica del movimiento feminista que, esta vez sí, aplaude de forma unánime el avance.

No solo están de celebración las mujeres jóvenes, quienes desde la reforma del Partido Popular efectuada en 2015 requerían de permiso paterno para abortar, sino también el conjunto de las mujeres: la nueva norma termina con los tres días de reflexión previos a la interrupción, elimina la obligatoriedad de entregar un sobre informativo sobre ayudas a la maternidad, blinda el aborto en los hospitales públicos y regula la objeción de conciencia. La reforma, que recoge otras cuestiones como la formación afectivo-sexual en todas las etapas educativas e incluye nuevas bajas menstruales, tendrá que pasar ahora por el Senado.

Tras la dictadura, el aborto fue legalizado en 1985 a través de la conocida como ley de supuestos, en vigor durante 25 largos años. No fue hasta 2010 en que nació la llamada ley de plazos, recurrida por la derecha ante el Tribunal Constitucional. Un recurso que sigue, por cierto, pendiente de resolución. En 2015 los conservadores introducen una nueva reforma que restringe el derecho al aborto para las menores de dieciséis y diecisiete años y también para las mujeres con discapacidad, ahora revertida por la nueva modificación.

Los postulados que abraza la ley recogen el sentir del movimiento feminista, buena parte de “lo que se venía planteando por parte del feminismo, sobre todo lo relativo a la objeción de conciencia y los tres días de reflexión, las limitaciones inexplicables al derecho de las mujeres a decidir”. Así lo entiende la activista Justa Montero, una de las militantes feministas que la ministra Irene Montero mencionó en su intervención en el Congreso para agradecer la lucha incansable por hacer del derecho al aborto una realidad. A su juicio, la unanimidad en el aplauso es la reacción lógica del feminismo y subraya que “lo sorprendente es la virulencia de algunos posicionamientos” en lo que respecta a frentes como la ley trans o la ley del solo sí es sí. 

La feminista Patricia Ponce sugiere dar la espalda a las brechas y celebrar los elementos de cohesión. “Siempre se recalca la división”, lamenta, sin tener en cuenta que “los movimientos no están estancados, tienen olas, sufren vaivenes, retrocesos y avances”. Frente a la insistencia en “recalcar muchísimo la gran división”, se inclina por hacer alarde de los espacios comunes. Y el derecho al aborto es, sin duda, el principal “porque cuando hablamos de violencia siempre estamos hablando del uso y abuso del cuerpo de la mujer”. Los cuerpos como epicentro del conflicto, la soberanía sobre ellos como respuesta del feminismo. Todo ello “transversaliza nuestras vidas, es imposible dejarlo de lado”, asiente.

Ponce cree que la reforma es “sumamente positiva”, en parte porque da cumplimiento a “una lucha del movimiento, esperada y necesaria”. Especialmente, agrega, en un momento en el que los derechos humanos de las mujeres, “en especial el aborto libre y seguro, están en franco retroceso. No solamente en Estados Unidos, sino también en Centroamérica”. Esta misma semana, Brasil debate el conocido como Estatuto del Nascituro, una propuesta que impone férreos límites al derecho al aborto, incluso en casos de violencia sexual.

Con el paso andado en la Cámara Baja este jueves, la legislación española vuelve a tener la oportunidad de “marcar tendencia en cuanto a los derechos de las mujeres” porque supone un “reflejo de progreso”, concede Ponce, quien sin embargo llama a no bajar la guardia: es necesario no perder de vista las “brechas en el acceso a la red pública, las discriminaciones en las comunidades” y la ofensiva de la derecha. Es ahí donde el feminismo tendrá la oportunidad de demostrar su músculo.

El músculo del feminismo

Ya lo hizo hace ahora ocho años. Se hicieron llamar el Tren de la libertad y salieron masivamente a las calles para defender el derecho a un aborto libre y accesible para todas las mujeres. Decenas de miles de feministas se manifestaron en 2014 para pedir la retirada del anteproyecto de ley que modificaba la regulación de la interrupción voluntaria del embarazo y también la dimisión del entonces ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón. Consiguieron ambas demandas. Lo han recordado este jueves no solo la propia Irene Montero, sino también diputadas como la socialista Susana Ros o Sofía Castañón (UP). 

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La genealogía y la memoria, bien lo sabe el feminismo, son claves para batallar por nuevos derechos y por conservar los ya conquistados. En 2014 “se expresó clarísimamente la fuerza del feminismo” y su posición sobre “cómo se entiende el derecho de las mujeres a decidir”, comenta Montero. Aquello dejó un “poso sólido” labrado a partir de “muchas movilizaciones” y que hoy sirve de yeso para el movimiento feminista

“El feminismo sigue siendo el principal impulso democratizador de nuestra sociedad”, reconoció la ministra este jueves desde la tribuna. Agradeció no solo al Tren de la libertad, a la Comisión 8M y a las asambleas feministas que “con su organización lograron frenar la ofensiva reaccionaria del Partido Popular”, sino también a Las 11 de Basauri y a quienes dieron “la pelea para que el aborto fuera un derecho al final de la dictadura”. Las 11 de Basauri fue un grupo de mujeres enjuiciadas por haber abortado. Ocurrió en 1979 y la reacción cristalizó en miles de mujeres feministas movilizándose para respaldar a sus compañeras y reclamar la despenalización del derecho al aborto. Fue el germen de la gran fuerza movilizadora que vendría después.

“Gracias Justa Montero y gracias Begoña San José, vosotras y muchas otras compañeras nos habéis enseñado la importancia” de defender los derechos sexuales y reproductivos, completó la titular de la cartera de Igualdad, pero sobre todo “nos habéis enseñado a luchar hasta conquistar nuestros derechos”.

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