Irak

Un año después de la caída de Mosul, Irak se encuentra al borde del colapso

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El 10 de junio de 2014 los iraquíes y el mundo entero eran testigos con asombro de la toma de Mosul, la segunda ciudad de Irak, por un grupo islamista del que la inmensa mayoría no había oído hablar hasta entonces: el autodenominado Estado Islámico. Lo cierto es que la organización, nacida años antes al amparo de Al Qaeda y que fue su brazo ejecutor en Irak, había iniciado meses antes su ofensiva en la provincia de Anbar, informa Europa Press.

Un año después, la situación política y de seguridad en Irak no ha mejorado, es más, recientemente el grupo que lidera Abú Bakr al Baghdadi se hizo con el control de Ramadi, capital de Anbar, y la situación humanitaria se ha agravado hasta el punto que la ONU ha advertido recientemente de que el país podría estar "al borde del colapso".

Mosul sigue en manos de los milicianos de negro, que han impuesto en sus calles su férrea visión del islam y aplican al pie de la letra su interpretación del Corán con ejecuciones públicas por delitos como la homosexualidad o el adulterio y duros castigos a aquellos que no sigan sus normas.

Así, las mujeres, como ocurre en el resto de territorios bajo control de Estado Islámico en Irak y Siria, deben vestir de negro e ir cubiertas de la cabeza a los pies, mientras que los hombres han dejado crecer sus barbas.

Tras la toma de la ciudad, muy fácil para los combatientes del Estado Islámico ya que los soldados iraquíes abandonaron apresuradamente sus posiciones por miedo, el grupo terrorista continuó con su ofensiva relámpago tomando nuevos territorios y amenazando con hacerse con Bagdad, la capital.

Soldados del Ejército iraquí durante los enfrentamientos. | Europa Press

Crisis política

Esto provocó, en primer lugar, una crisis política a nivel nacional, desencadenada principalmente por la dureza de la pérdida y por el conflicto interreligioso latente en el país, que se saldó con la renuncia del primer ministro Nuri al Maliki, un chií, y la designación del también chií Haider al Abadi como su sucesor, con el apoyo de la comunidad internacional.

Mosul es una ciudad mayoritariamente suní, minoría en Irak pero mayoritarios en algunas zonas como la provincia de Anbar. Los que profesan esta rama del Islam se sintieron abandonados a su suerte por el Gobierno central. Este, a su vez, ha prometido que reconquistará la ciudad, pero la operación para la liberación se ha ido posponiendo por diversos motivos y aún no se ha iniciado.

Las organizaciones humanitarias temen el alto coste que dicha operación podría tener sobre la población civil –se estima que en Mosul viven unos 1,2 millones de personas–, puesto que se sabe que Estado Islámico ha instalado bombas y todo tipo de trampas para frenar el eventual avance de las fuerzas gubernamentales y un asalto podría provocar un número importante de víctimas.

Además, lo sucedido en Tikrit, la ciudad natal de Sadam Husein el pasado mes de marzo, hace presagiar una operación complicada. Aquí, las fuerzas gubernamentales consiguieron reconquistar la ciudad, prácticamente vacía, gracias al apoyo de las milicias chiíes, que han sido acusadas de cometer graves abusos durante su actuación. Se teme que llegado el caso, si en la liberación de Mosul también participan las milicias chiíes, parte de la población suní apoye a Estado Islámico.

Miliciano del grupo terrorista Estado Islámico. | Europa Press

Coalición internacional

El sorprendente avance de Estado Islámico en las semanas siguientes a la toma de Mosul y la posterior proclamación de su califato el 29 de junio, tuvo como segunda consecuencia la formación de una coalición internacional, con Estados Unidos al frente, que en agosto comenzó a bombardear posiciones de Estado Islámico en Irak y posteriormente pasó a hacer lo propio en Siria.

Sin embargo, los resultados de estos bombardeos no han sido lo exitosos que se esperaba y aunque han ayudado a las fuerzas iraquíes en buena medida a recuperar parte del territorio perdido, principalmente Tikrit, no han impedido que Estado Islámico se hiciera, también con apenas resistencia de las fuerzas iraquíes, con el control de Ramadi el 17 de mayo.

Son muchos los analistas y expertos que creen que la política para combatir al Estado Islámico no está siendo fructífera y abogan por un cambio de enfoque. Sin embargo, tanto Estados Unidos como sus aliados, entre los que hay países occidentales y árabes, siguen siendo reacios al despliegue de tropas terrestres que combatan cuerpo a cuerpo y se decantan por entrenar y equipar a las fuerzas iraquíes.

El primer ministro iraquí, Haider Al Abadi. | Europa Press

Crisis humanitaria

Entretanto, los iraquíes están pagando los efectos del conflicto. Según el recuento realizado por la Misión de la ONU en Irak (UNAMI), entre junio y mayo de este año han muerto más de 10.600 civiles por la violencia. Además, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), tres millones de iraquíes están desplazados dentro del país desde enero de 2014, cuando comenzó la ofensiva de Estado Islámico.

Por ello, no es de extrañar que la semana pasada la ONU hiciera un llamamiento reclamando 500 millones de dólares para atender las necesidades de los más de 8 millones de personas que requieren asistencia urgente y que se estima que podría aumentar en otros 1,7 millones si se mantiene el conflicto.

Según ha explicado la coodinadora humanitaria de la ONU en Irak, Lise Grande, este llamamiento es "estríctamente lo mínimo" que se necesita para atender las necesidades en materia sanitaria –unos 6,7 millones de personas requieren servicios sanitarios básicos–, de alojamiento, alimentarias –"la inseguridad alimentaria es un reto clave" puesto que hay 4,4 millones de personas que necesitan ayuda alimentaria– y educativas, entre otras.

Aunque "los donantes internacionales han sido muy generosos con Irak", hay una falta de financiación que no tiene visos de mejorar, ha admitido Grande, de ahí que se haya solicitado "solo para los paquetes de emergencia mínimos".

Una madre con sus hijas durante los enfrentamientos armados. | Europa Press

"Si no se consiguen fondos urgentemente, más de la mitad de todos los programas humanitarios es probable que cierren o sean recortados en las próximas semanas y meses", alertó Grande. "Una de las emergencias mundiales más graves está al borde del colapso por la falta de fondos", lamentó la coordinadora humanitaria de la ONU en Irak en la entrevista en la web de la OCHA, avisando de que "las implicaciones de esto para Irak, la región y más allá son enormes".

Asimismo, Grande ha puesto de relieve la situación particularmente delicada en la que viven los alrededor de 2,3 millones de personas que se encuentran en los territorios controlados por Estado Islámico, donde "las mujeres son convertidas en esclavas y sufren abusos, los niños son usados como escudos humanos y terroristas suicidas" y se producen "ejecuciones masivas, torturas y violaciones sistemáticas".

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