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Las 24 horas que cambiaron Bolivia

El expresidente de Bolivia, Evo Morales, junto a su número dos, Álvaro Garcia Linera, en una imagen de archivo.

Después de una noche de caos y saqueos, La Paz despertaba aturdida este lunes 11 de noviembre, conmocionada. Ni un coche en las calles. El teleférico, generalmente atestado, no circulaba, las tiendas estaban cerradas y se veía poca gente. Los residentes en barrios que no habían sido afectados por la violencia veían en bucle en las redes sociales las imágenes de la víspera: tiendas saqueadas, grupos encapuchados que sembraban el terror en la calle, las casas de varios opositores quemados (en concreto, la del rector de la universidad pública y la de un periodista de la cadena de televisión universitaria), llamas de varios metros de altura que salían por las ventanas de los barrios nobles de la ciudad.

Desde la dimisión de Evo Morales el domingo 10 de noviembre a las 17:00 horas (hora local), nadie dirige el país. El expresidente abandonaba el país y ponía rumbo a México este 12 de noviembre, donde ha recibido asilo "por razones humanitarias". El vicepresidente también ha dejado su cargo, al igual que el presidente del Senado y de la Asamblea. Los partidarios del MAS, el partido de Gobierno, aprovecharon la confusión para atacar edificios públicos. El depósito de autobuses de la ciudad quedó arrasado completamente por las llamas, apenas han sobrevivido los chasis de los vehículos.

Unas horas antes del anuncio de la dimisión del presidente, las deserciones se sucedían en las filas del partido en el poder: ministros, alcaldes, gobernadores, más de una docena de ellos abandonaron el barco durante el fin de semana, algunos justificaban su dimisión por la violencia vivida. Integrantes del Gobierno veían como los opositores incendiaban sus casas, como ha sucedido con el gobernador de Oruro.

Además de estas deserciones en las filas del presidente, el motín policial del viernes en todo el país y el posicionamiento del Ejército a favor de la dimisión terminaron por derrotar al jefe de Estado. Evo Morales anunciaba una dimisión que todo el país llevaba esperando durante unas horas. Los rumores se habían extendido, el presidente iba a dirigirse a la nación a las cinco de la tarde y a "decir algo importante", según un joven opositor entrevistado en la calle. Y de hecho, en un mensaje transmitido por la televisión estatal desde Chaparé, su región natal, donde antes era cocalero, el jefe de Estado afirmaba: “Anuncio al pueblo boliviano y al mundo entero mi decisión de dejar la Presidencia. Porque es mi obligación, como jefe de Estado, preservar la paz en el país. Y para que Camacho y Mesa dejen de perseguir a mis hermanos en el MAS”.

El expresidente acusó a los dos líderes de la oposición, Luis Fernando Camacho y Carlos Mesa, de perseguir a los partidarios del partido en el Ejecutivo. También afirmaba ser víctima de un golpe de Estado, algo que todos los miembros de la oposición niegan rotundamente. Carlos Mesa, el candidato derrotado en las elecciones del 20 de octubre, declaró en rueda de prensa: “Fue la calle la que hizo que Evo Morales se marchara, gracias a la acción popular y democrática". Antes de añadir: “Le dimos al continente y al mundo una lección de democracia al salir a la calle”.

Durante las pocas horas de júbilo popular, derivadas del anuncio de Evo Morales, los manifestantes en el centro de La Paz gritaban: “¡Sí, lo logramos!” y “¡Con cuerdas! ¡Con cuerdas! “. Este último lema hace referencia a una burla de Evo Morales al inicio del conflicto; durante un discurso se burló de los manifestantes, que no estaban acostumbrados a los bloqueos y enfrentamientos en las calles. Luego dijo: “Creen que lograrán bloquearlos con cuerdas.... Les enseñaremos cómo funciona. Podemos sitiar las ciudades y ver cuánto aguantan”.

Evo Morales no fue el único que no fue consciente del cariz que tomaban las manifestaciones. Algo similar le pasó a Huáscar Pacheco: “Pensé que todo se desinflaría muy rápido. Ya el fin de semana después de las elecciones, había menos gente en las calles. Pero los bloqueos y las manifestaciones se reanudaron de nuevo”.

El informe de la OEA

El sábado por la mañana, un informe preliminar de expertos de la Organización de los Estados Americanos (OEA) confirmaba las sospechas de los manifestantes: el proceso electoral del 20 de octubre estaba manchado de fraude. Según el equipo de la organización internacional, fue imposible confirmar la victoria de Evo Morales en la primera vuelta.

La propuesta del presidente Morales de celebrar nuevas elecciones no calmó las calles. Los manifestantes, enardecidos por el apoyo de la policía, que también empezaron a cantar “Evo, una vez más, seguro que no”, siguieron movilizándose. “¿Qué cree, que puede amañar las elecciones y salirse con la suya organizando otras nuevas?”, replicaba Antonio, un manifestante.

Uno de los artífices de esta protesta, el que logró que hacerse con las multitudes, todavía era desconocido hace unas semanas. Luis Fernando Camacho se convirtió en el hombre providencial de la oposición, el líder carismático que faltaba en el movimiento y que rápidamente eclipsó a Carlos Mesa. Este empresario de 40 años asume su pertenencia a la burguesía blanca de Santa Cruz de la Sierra, bastión de la oposición a Evo Morales, y dirige desde febrero de 2019 el "Comité Pro Santa Cruz", cuyo último caballo de batalla es esencialmente acabar con el "tirano Evo Morales". Luis Fernando Camacho viajó a La Paz para entregar a Evo Morales una carta de renuncia que sólo tenía que "firmar". Como católico practicante, prometió traer a Dios de vuelta al palacio de gobierno. En un país muy religioso, este discurso, aunque no sea aceptado unánimemente, ha tenido cierto éxito.

Para Sebastián Urioste, politólogo docente en el IEP de París, “no se puede hablar de oposición sino de oposiciones. Y la fractura es muy real entre las diferentes corrientes. Estudiantes de la universidad pública, familias burguesas, sindicatos de productores de coca, parece difícil reunir a todos los componentes del país. Entre Carlos Mesa, el expresidente de 66 años, historiador de formación, y el ferviente empresario de los anuncios contundentes, la diferencia es abismal. Luis Fernando Camacho dijo que no quería postularse para presidente, pero en la misma noche de la renuncia de Evo Morales, entró al palacio de gobierno, vacío y abandonado por la policía, con una Biblia en una mano y la bandera boliviana en la otra.

Pero después de la alegría inicial, después de las escenas de júbilo en la calle y los gritos de alegría, el ambiente se deterioró rápidamente en la capital el domingo por la noche y la violencia prosigue. Los partidarios de Evo Morales, principalmente de la ciudad de El Alto, expresaban su enojo por la salida del hombre que fue su líder durante casi 14 años con el ataque a comisarías y a los residentes de La Paz reunidos en sus barrios alrededor de barricadas improvisadas para “vigilar casas y defender la democracia”, aseguran.

Ante el caos de los últimos días, la policía se vio inmediatamente desbordada y el lunes pedía ayuda oficialmente al Ejército para restablecer la calma. El personal militar se encuentra ahora en las calles de La Paz y El Alto. Una imagen que recuerda momentos oscuros de la historia boliviana.

Williams Kaliman, comandante jefe de los Ejércitos, se apresuró a tranquilizar a la población: “En ningún momento dispararemos al pueblo boliviano. Sólo actuamos en el marco de la Constitución”. Se esperaba que el Parlamento se reuniese en la tarde de este martes para confirmar el nombramiento de la vicepresidenta del Senado, Jeanine Áñez, como jefa temporal del país, con el fin de garantizar el desarrollo de las actividades cotidianas y, sobre todo, la celebración de nuevas elecciones. ____________

Al menos nueve cocaleros muertos en nuevos enfrentamientos con la Policía en Bolivia

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Traducción: Mariola Moreno

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