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Los periodistas de una revista alemana se recortan sus salarios para contratar a compañeros ucranianos

La redacción de 'Katapult Ucrania'.

Thomas Schnee (Mediapart)

Greifswald (Alemania) —

La rapidez y la originalidad del anuncio destacaron inmediatamente entre la oleada de noticias que siguió a la invasión rusa de Ucrania. Sólo dos días después de que los tanques rusos cruzaran la frontera, la redacción de la revista política alemana Katapult se lanzó sin dudarlo. Y todo ello en un momento en el que muchas de las redacciones más prestigiosas de Alemania ni siquiera se habían planteado la cuestión de cómo ayudar a sus colegas ucranianos, tanto en activo como en el exilio.

"¡Los colaboradores de Katapult renuncian al 50% de su salario y contratan a 20 empleados ucranianos! Estamos en guerra en Europa. Es hora de salir de nuestra zona de confort. Por ello, Katapult crea su propio periódico ucraniano producido por periodistas de ese país", recogía un anuncio en la página web de la revista, que se encuentra en la pequeña ciudad de Greifswald, en la costa del Báltico, a menos de 40 km de los ya famosos gasoductos germano-rusos Nord Stream 1 y 2.

La iniciativa Katapult Ucrania fue un éxito inmediato, al igual que el llamamiento a las donaciones. Hasta la fecha, ya se han recaudado 270.000 euros y se han recibido numerosas donaciones de material a la sede de esta joven publicación, que ya es rentable y está en rápida expansión.

"Creamos Katapult Magazin en la universidad hace seis años con un grupo de amigos que eran estudiantes de Ciencias Sociales y Políticas. Nuestra marca propia es tratar la actualidad de forma poco convencional, con textos asociados a muchos gráficos y mapas. Ahora, tenemos un sitio web de noticias muy reactivo, pero nuestra revista sólo puede leerse en papel con una tirada trimestral de 150.000 ejemplares y más de 90.000 suscriptores", explica Benny Fredrich, de 34 años, fundador y redactor jefe, que, al igual que los 80 empleados de la empresa recibe un sueldo de 3.300 euros brutos al mes.

"Benny no cobrará nada durante unos meses. Y he reducido mi sueldo en un 10%. Si contamos todas las contribuciones, en realidad tenemos el equivalente a 10 personas que han rebajado sus salarios en un 50% y 10 personas que se los han reducido en un 25%", explica Max Rieck, de pie frente al edificio que Katapult acaba de comprar en un suburbio de Greifswald.

"La mitad de la planta baja estará ocupada por otro de nuestros proyectos, pisos para refugiados, y la otra mitad por un bar. Arriba, las dos redacciones, alemana y ucraniana, ya están funcionando en medio de las obras, junto a nuestra editorial y a los locales para un futuro centro de formación de periodistas grafistas", explica Max, responsable de los proyectos de Katapult Ucrania y del albergue de refugiados.

Aunque Katapult haya optado por "salir de su zona de confort" para ayudar a los periodistas ucranianos, éstos no tenían la opción de mantener su vida anterior. Los periodistas y diseñadores gráficos Roksana Panashchuk, Marija y Phillip Shykolai y Bohdana Trachuk, procedentes de Odesa, Kiev o Boryspil, tuvieron la suerte de unirse al proyecto Katapult Ucrania en Greifswald. Forman la pequeña parte alemana del equipo editorial ucraniano.

Por el momento, hemos optado por dar prioridad a los relatos desde el terreno y a la fotografía, para dar testimonio y mostrar la realidad de la guerra

Roksana Panashchuk — Redactora jefe de 'Katapult Ucrania'

"Junto a mi marido Sergei, que también es periodista y sigue en Odesa, decidimos que era mejor que me fuera. Vivir en un país en guerra y bajo bombardeos es agotador. Tienes miedo por los demás, por ti mismo, por todo. Te enfadas, discutes, das vueltas y vueltas, no puedes concentrarte", dice Roksana Panashschuk que, antes de irse a Moldavia, trabajó durante mucho tiempo para medios de comunicación ucranianos, británicos y suizos. En la actualidad, es la redactora jefe de Katapult Ucrania.

"Reclutamos y difundimos nuestro proyecto a través de los contactos de nuestro equipo y de un grupo de WhatsApp. Katapult Ucrania trabaja ahora con varias docenas de autónomos y ha contratado a 20 periodistas. Cuatro de ellos están en Alemania y el resto están repartidos por toda Ucrania", precisa Benny Fredrich. Acaba de regresar de una semana en Ucrania, donde ha llevado equipo a sus nuevos colegas, principalmente ordenadores y chalecos antibalas.

"De momento, hemos optado por centrarnos en los relatos sobre el terreno y la fotografía, para dar testimonio y mostrar la realidad de la guerra", explica Roksana. "Así descubrimos aspecto de la vida que creíamos imposibles, como una boda entre las ruinas o una increíble sesión de barbacoa organizada por los habitantes de la devastada ciudad de Marioupol".

Hay, por supuesto, relatos terribles de huida, pérdida y muerte. Y artículos que documentan. Por ejemplo, una actualización de las labores de desminado o el estado de los centros urbanos en las regiones abandonadas por el ejército ruso. Los artículos y reportajes se publican en inglés, alemán, ucraniano o ruso en el sitio web del periódico. Se está preparando una publicación en papel y un libro sobre el Conflicto en 100 mapas.

Un festival para el verano

"Obviamente, tenemos debates internos muy intensos sobre la neutralidad de las publicaciones. Es difícil pedir a alguien que ve morir a sus conciudadanos bajo las bombas que no se emocione y sea militante. Al mismo tiempo, hay que respetar los límites en términos periodísticos. Cuando alguien utiliza el término "diablo" para hablar del ejército ruso, no es aceptable. Tuvimos que prescindir de dos empleados por estos motivos", explica Benny Fredrich.

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Es importante evitar las fake news que salen de todos lados, como la historia del as de la aviación ucraniana derribado en una misión pero que, según Benny Friedrich, nunca existió. "La guerra propagandística entre las partes rusa y ucraniana también significa que hay temas que son difíciles de discutir y que es mejor dejar en paz. Como una entrevista con Denys Prokopenko, el comandante del regimiento Azov, que actualmente lucha en Mariúpol y está en el centro de una batalla propagandística", explica Roksana.  

¿Cuándo debería terminar la operación Katapult Ucrania? "Nunca. Trabajamos a largo plazo", dice Benny Fredrich, que explica que entre las donaciones y las suscripciones, la publicación ya es financieramente autónoma: "Pero sabemos que aún queda mucho trabajo por hacer para estructurar el equipo, desarrollar la oferta editorial y garantizar los estándares editoriales", explica el joven editor, que tiene muchos otros proyectos. Tiene otros muchos proyectos, como la próxima plantación de un " Forest of Fame (Bosque de la Fama)" de 1.500 árboles, ya apadrinados por los lectores, para mejorar la huella de carbono de la revista Katapult. O para organizar el primer gran Festival Katapult este verano, con música, barbacoas y debates sobre Ucrania. 

Texto en francés:

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