La violación como arma de guerra: la ONU confirma violencia sexual en el ataque de Hamás de octubre

Manifestación en Tel-Aviv en el mes de noviembre pidiendo la liberación de los rehenes israelíes tomados por Hamás.

Rachida El Azzouzi (Mediapart)

Existen "motivos razonables para creer" que las víctimas de los atentados de Hamás del 7 de octubre de 2023 fueron violadas, al igual que algunos de los rehenes retenidos en Gaza, concluye un informe de Naciones Unidas publicado este lunes 4 de marzo.  

Fruto de una misión sobre el terreno (y no de una investigación como tal, como señala la ONU) llevada a cabo por su Representante Especial sobre la Violencia Sexual en los Conflictos, Pramila Patten, este informe de veinte páginas marca un hito importante.  

Es la primera vez que una organización internacional confirma las acusaciones de Israel sobre violencia sexual cometida por el movimiento islamista palestino y otras facciones armadas durante los atentados del 7 de octubre, que dejaron 1.200 muertos. 

Se trata de un tema extremadamente delicado, sujeto a una feroz controversia e instrumentalización durante los últimos cinco meses, dentro y fuera de Israel. Algunas ONG de derechos humanos, organizaciones feministas y ONU Mujeres han sido acusadas en Israel y Francia de hacer voluntariamente la vista gorda ante la violencia de género.  

Como muestra de las tensiones, justo antes de la publicación del informe de la ONU, el ministro de Asuntos Exteriores de Israel, Israel Katz, acusó a Naciones Unidas de querer "esconder el informe bajo la alfombra" y anunció la llamada a consultas de su embajador ante la ONU. El portavoz del Secretario General de la ONU lo negó, afirmando que la ONU no ha hecho "en absoluto nada" para encubrirlo. 

Información clara y convincente

El informe de la ONU, aunque confirma la extrema dificultad de documentar los crímenes sexuales, no puede evaluar la magnitud de la violencia sexual cometida durante los ataques del 7 de octubre, ya que "podría tardar meses o incluso años en salir a la luz, y es posible que nunca llegue a conocerse realmente".  

Hamás rechazó el informe al día siguiente de su publicación, denunciando en un comunicado "afirmaciones falsas" y un documento que no aporta pruebas.  

El informe también documenta en parte los abusos sufridos por los palestinos, especialmente los encarcelados bajo la ocupación. El equipo de Pramila Patten entrevistó a cuatro detenidos recientemente liberados, así como a organizaciones de la sociedad civil y funcionarios de la Autoridad Palestina, que denuncian "tratos crueles, inhumanos y degradantes a los palestinos durante su detención, incluido el uso creciente de diversas formas de violencia sexual, como registros corporales invasivos, amenazas de violación y desnudez forzada prolongada".  

En una rueda de prensa, Pramila Patten, que viajó con una docena de expertos a Israel y a la Cisjordania ocupada del 29 de enero al 14 de febrero, destacó la "información clara y convincente" que atestigua "diversas formas de violencia sexual relacionada con el conflicto, incluidas violaciones y torturas sexualizadas, así como tratos crueles, inhumanos y degradantes sexualizados" cometidos el 7 de octubre de 2023. 

Visitados cuatro lugares

Su equipo realizó 34 entrevistas confidenciales a supervivientes y testigos de los ataques del 7 de octubre y a rehenes liberados, y visionó más de 5.000 imágenes fotográficas y 50 horas de vídeo. Afirma que no se ha reunido directamente con ninguna víctima, "a pesar de los esfuerzos concertados para animarlas a que se presenten". 

La organización asegura que se ha tropezado con numerosos obstáculos, en particular la "falta de confianza de los supervivientes de los atentados del 7 de octubre y de las familias de los rehenes en las instituciones nacionales e internacionales, incluida la ONU". 

Visitaron cuatro lugares atacados por comandos palestinos el 7 de octubre cerca de Gaza: la base militar de Nahal Oz, el kibutz Be'eri, el lugar del festival de música Nova y la carretera 232. También recogieron casos de delitos sexuales presuntamente cometidos en el kibutz Kfar Aza y en el kibutz Reim, sin visitar los lugares. 

Otro obstáculo importante ha sido "la falta de pruebas forenses exhaustivas". La recogida de estas pruebas, explica la organización, se ha visto obstaculizada por varios factores, empezando por el propio ataque, que se perpetró en varios lugares y causó un gran número de víctimas en las que intervinieron varios autores. 

Además, muchos cuerpos sufrieron quemaduras destructivas, lo que impidió identificar posibles actos de violencia sexual. La prioridad concedida a las operaciones de rescate y a la recuperación, identificación y enterramiento de los fallecidos, de acuerdo con las prácticas religiosas, también dificultó la recogida de pruebas forenses. 

Desmontadas ciertas acusaciones

El informe de la ONU menciona actos de violencia sexual en varios lugares de las afueras de Gaza, incluidas violaciones individuales y en grupo en al menos tres lugares, en concreto en la carretera 232 y en el kibutz Reim. Sin embargo, en varios lugares, como la base militar de Nahal Oz, el equipo de Pramila Patten declaró que no había podido verificar los casos de violación denunciados

Constató que se habían encontrado varios cadáveres completa o parcialmente desnudos de cintura para abajo –principalmente mujeres–, con las manos atadas y varias heridas, a veces en la cabeza. "Esa tendencia a desnudar e inmovilizar a las víctimas, aunque circunstancial, puede ser indicativa de ciertas formas de violencia sexual", escribe la organización. 

Según el informe, ese fue en particular el caso en el festival de música Nova y alrededores, uno de los teatros donde tuvieron lugar estas atrocidades.  

Al tiempo que arroja luz sobre la realidad de un arma de guerra que se ha convertido en habitual en los conflictos armados, el informe de la ONU también desmonta varias acusaciones de violencia sexual, sobre todo en el kibutz Be'eri, que fueron ampliamente difundidas por los medios de comunicación a pesar de carecer de fundamento.  

Una de esas acusaciones, que recibió una gran cobertura mediática, era que una mujer embarazada había sido destripada antes de ser asesinada y que su feto había sido apuñalado en el vientre.  

Otra informaba del cadáver de una niña encontrada separada del resto de su familia, desnuda de cintura para abajo.  

El equipo de la ONU determinó que la escena del crimen había sido alterada por un equipo de desactivación de bombas y que los cuerpos habían sido trasladados, explicando así la separación del cuerpo de la niña del resto de su familia. El equipo de la ONU tampoco pudo verificar las alegaciones relativas a los objetos encontrados insertados en los genitales femeninos, "en gran parte debido a la escasa disponibilidad y mala calidad de las imágenes". 

Varios testigos y fuentes, señala el informe, han adoptado con el tiempo "un enfoque cada vez más cauteloso y discreto respecto a relatos anteriores, y en algunos casos incluso se han retractado de declaraciones hechas previamente". Algunos también dijeron al equipo que "ya no confiaban en sus recuerdos". 

En general, el equipo de Pramila Patten no pudo determinar si se habían producido actos de violencia sexual en el kibutz Be'eri.  

"Intimidación" a las mujeres palestinas en Israel

En cuanto a los abusos sufridos por los palestinos en la Cisjordania ocupada, el equipo de Pramila Patten informa, entre otras preocupaciones, de la toma y difusión de fotos de mujeres por los teléfonos personales de soldados e investigadores, y de la privación de protección menstrual a las mujeres.  

Sus interlocutores también denunciaron acoso sexual y amenazas de violación durante los registros domiciliarios –incluso nocturnos– y en los puestos de control. También destacaron actos de intimidación, incluidas amenazas de violación, si se denunciaban las condiciones de detención o si hablaban tras la puesta en libertad.  

"Aunque no se ha denunciado ningún caso de violación, las organizaciones de mujeres palestinas subrayan constantemente que, además de la intimidación y la inseguridad, el alto nivel de estigmatización, las normas culturales conservadoras y el desequilibrio de poder en el contexto de la ocupación impiden que se denuncie la violencia sexual", señala la organización. 

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El equipo pide a las autoridades israelíes que "permitan el acceso" a una misión del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos y de la Comisión Independiente de Investigación en los territorios palestinos, para que lleven a cabo "investigaciones completas sobre todas las denuncias de violaciones para complementar y profundizar" las conclusiones de esta misión.

 

Traducción de Miguel López

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