ESPAÑA EN LLAMAS

No es solo España: más de media Europa supera ya su media anual de hectáreas quemadas

Un helicóptero trabaja para extinguir el fuego en Quiroga, Lugo, el 17 de agosto de 2025,

Los incendios forestales que asolan España este verano no son un problema exclusivo de nuestro país. Quince miembros de la Unión Europea ya llevan en agosto más superficie quemada de la que normalmente arde en un año entero, según datos del programa europeo de observación satelital Copernicus

En España, la media anual de hectáreas afectadas por incendios es ligeramente inferior a las 80.000 en el periodo de 2006 a 2024. En lo que llevamos de año, son ya más de 340.000 hectáreas las que han ardido, lo que multiplica por más de cuatro la media anual, aún a falta de que termine el mes de agosto, y nos sitúa a la cabeza de la UE en superficie calcinada. 

También se han superado los registros en cuanto a número de incendios: España anotó 204 de media anual durante los últimos 18 años, mientras que desde enero ya lleva contabilizados 224, lo que significa que, proporcionalmente, la superficie quemada está subiendo más que el volumen de incendios. En otras palabras, aumenta el número de fuegos, pero sobre todo lo hace su intensidad.

Este cambio en la magnitud de los incendios se debe a varios factores, pero Cristina Santín, científica titular del Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad (IMIB), destaca dos de ellos. Por un lado, el despoblamiento y abandono de las zonas rurales, tanto agrícolas como de pasto, han causado un cambio de paisaje en el medio natural español, provocando que haya más combustible vegetal, causa y alimento de los incendios. Por otro, Santín señala el cambio climático, con olas de calor y sequedad cada vez más largas, frecuentes y pronunciadas, que facilitan el inicio y la expansión del fuego. En resumen, como consecuencia del abandono del campo tenemos más vegetación, y por el cambio climático esta es más susceptible de arder.

Por 14 en Eslovaquia

Este problema afecta también al resto de miembros de la Unión Europea: de los 22 países para los que Copernicus proporciona datos, 15 han superado ya su media anual de hectáreas afectadas por el fuego, algunos de ellos de forma mucho más amplia que España. 

A la cabeza del aumento de este año está Eslovaquia, que lleva en 2025 362 hectáreas quemadas, una cantidad pequeña comparada con la de España, pero catorce veces mayor que su media anual, que se sitúa en 27 hectáreas. Alemania multiplica por 7,5 su media anual, con más de 5.000 hectáreas quemadas en lo que va de año frente a las 672 que promedia desde 2006, y Chipre pasa de 1.814 hectáreas calcinadas a más de 13.000. 

Por el otro extremo, hay siete países que se mantienen por debajo de su media de hectáreas arrasadas por los incendios: Grecia, Hungría, Polonia, Eslovenia, Suecia, Croacia y Letonia. Llaman la atención especialmente Grecia y Croacia, países mediterráneos expuestos a un clima similar al que en España está propiciando la oleada histórica de incendios. 

Según explica a infoLibre Javier González Romero, docente e investigador de la Escuela de Ingenieros de Montes, Forestales y del Medio Natural de la UPM, los incendios dependen en gran medida de la meteorología, y esta puede variar a lo largo de la región mediterránea. De hecho, antes de la que González denomina “semana trágica”, en la que comenzaron los grandes fuegos en España, también nos situábamos por debajo de nuestro promedio.

El panorama puede cambiar radicalmente en cualquier momento, explica el experto, que coincide con Santín en apuntar que “el combustible vegetal está cada vez más disponible” debido a la pérdida de pastizales por ausencia de ganadería extensiva y a la falta de gestión en las zonas forestales. Con estos factores, “cada verano estamos a merced de la meteorología”, explica. 

Ambos expertos se muestran de acuerdo en que este nuevo panorama climático, con olas de calor persistentes y episodios de viento extremo, unido al cambio de paisaje que hace que las masas forestales tengan mayor carga y sean, por tanto, potencial pasto de las llamas, dibuja una “nueva realidad” con incendios cada vez más intensos y difíciles de sofocar. 

Si bien es fundamental invertir en prevención y en medios de extinción, la solución pasa también por aceptar que, como en todas las catástrofes naturales, hay una parte que se puede evitar pero otra que no. En este sentido, tanto Santín como González destacan la importancia de reducir la exposición y la vulnerabilidad de las zonas pobladas para evitar la pérdida de vidas humanas en los grandes incendios forestales, que, en mayor o menor medida, van a seguir produciéndose mientras el clima y el paisaje sigan haciendo aumentar su intensidad. 

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