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¿Y si el problema del reciclaje son los contenedores de colores?

Un operario recoge cubos de basura en Madrid, en abril de 2020.

En el municipio de Cardedeu (Barcelona) el dato es abrumador: en cuestión de ocho meses han pasado de reciclar el 32% de la basura a más del 80%, un salto que permite dar una segunda vida a toneladas de botellas de agua, servilletas o latas y evitar que acaben en vertederos. Prácticamente de la noche a la mañana lograron acabar con la mala costumbre de no separar los desechos simplemente sustituyendo los cubos de basura por un sistema de recogida de basura puerta a puerta, un mecanismo que funciona en varios países europeos y que los ecologistas ven como la solución al problema endémico que sufre España

En 2020, España recicló el 40,5% de la basura generada por sus ciudadanos y empresas, mientras que el 59,5% restante fue de cabeza a un vertedero donde se entierra o incinera. En comparación, la media del reciclaje en la Unión Europea fue del 49,2% y países como Bélgica o Italia superan el 50%, mientras Alemania ocupa el primer puesto: de cada cien toneladas de basura allí se recuperan setenta. 

De esta manera, España incumple con la normativa comunitaria que fijaba que en 2020 todos los países debían superar un 50% de reutilización de sus desechos. Hace dos meses la Comisión Europea publicó los datos finales de reciclaje para ese año y los ecologistas, ahora con cifras oficiales, denunciaron esta semana al Estado español ante Bruselas por incumplir –por mucho– lo pactado en 2008. A la espera de la posible sanción, los activistas aprovechan para presionar al Gobierno en busca de una solución. 

"No tenemos ninguna garantía de que se vaya a cumplir la ley tampoco en 2030 [habrá que reciclar el 60%]. Es una llamada de socorro a la Comisión para que obligue a España a tomar las medidas necesarias y a no poner los beneficios de la industria por encima de las personas", apuntó Eva Saldaña, presidenta de Greenpeace España este jueves. 

Retorna, una ONG especializada en mejorar el tratamiento de residuos, cree que la solución pasa por sustituir el sistema actual de separación de basura por contenedores a una fórmula de recogida puerta a puerta que es un éxito en centenares de municipios catalanes y vascos desde hace más de veinte años. 

Consiste en que cada día se recoge un tipo de basura diferente y los vecinos dejan sus desperdicios en la puerta de casa, en lugar de echarlos a un cubo comunitario. De esta manera, los ciudadanos pasan a ser los protagonistas del proceso y cada uno es responsable de lo que tira.  

La recogida puerta a puerta da muy buenos resultados allí donde se implanta y permite que los residuos sean de alta calidad y sin impurezas para reciclarlos fácilmente. Y aunque pueda parecer un engorro, en cuestión días los vecinos se acostumbran. "Al quitar los contenedores, individualizas el reciclaje", afirma Verónica Vidal, concejala de Medioambiente en Cardedeu (Barcelona). "Cuando dejas de tirar la basura a un cubo común y cada uno tiene su bolsa, la gente siente que aporta su grano de arena", añade. 

En su municipio incorporaron la recogida puerta a puerta en julio del año pasado y en solo unos meses ya reciclan más del 80% de los residuos y han conseguido que el 93% de los vecinos participen, con una población de 20.000 personas. 

La asociación Porta a Porta se fundó hace dos décadas en Cataluña para promover este sistema en la región y ya son más de trescientos municipios los que han introducido este mecanismo. Montse Cruz es la encargada de coordinar el asesoramiento a los ayuntamientos en Porta a Porta y reconoce que han ido perfeccionando el sistema para adaptarlo incluso a grandes ciudades con miles de habitantes y edificios de varias plantas. 

Los datos recopilados por la organización evidencian el éxito de este sistema de recogida de precisión, ya que lo más habitual es que la tasa de recogida selectiva alcance el 70-80% de la basura generada y en algunas localidades incluso supere el 90%. 

Como los ciudadanos son responsables en su día a día de guardar la basura hasta que toca tirarla, también cambian sus hábitos de consumo y compran productos con menos envasado. De media, en cuestión de cinco años, los municipios con recogida puerta a puerta reducen un 17% la basura generada, un logro incluso mayor que mejorar el reciclaje. 

Por supuesto, este mecanismo es difícil de implementar en las ciudades y pueblos porque genera mucha incertidumbre entre los vecinos. El temor más habitual es el de los olores, ya que supone acumular la basura hasta el día de la recogida. Sin embargo, este problema está ya muy estudiado y la basura orgánica se recoge tres días a la semana, o incluso más si así lo quiere el ayuntamiento. 

Aun así, la llegada de este sistema a Cardedeu fue un proceso muy largo y estuvo casi una década en el programa electoral de Esquerra Republicana hasta que se aventuraron a implementarlo hace unos tres años. "Hay que hacer un enorme trabajo de información a los vecinos y tuvimos que ir puerta a puerta, nunca mejor dicho, por todos los negocios para estudiar cómo funcionaría la recogida", explica Verónica Vidal. "Tuvimos que hacer 14 reuniones públicas a las que vinieron 4.000 personas", concreta. 

El segundo pilar que más cuestionan los ciudadanos es el coste del proyecto, que es evidentemente más caro que el sistema tradicional de cubos y camiones porque supone contratar a más operarios, hacer más turnos de recogida y supervisar a fondo los residuos para comprobar que no hay que mezcla de basura en las bolsas. En el punto del coste hay matices, porque existen fórmulas que permiten recuperar el gasto extra, pero no hay consenso sobre si compensa y depende de la regulación de la comunidad autónoma. 

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En Cataluña, donde esta práctica está muy desarrollada, hay incentivos a la recogida selectiva desde hace años y es obligatoria desde 2010. Allí, incinerar basura sale muy caro a los ayuntamientos y aquellos que reciclan se ahorran un buen pellizco. También cobran un canon por los residuos que acaban en vertedero y premian a los consistorios que son sostenibles. 

En este sentido, la asociación Porta a Porta calculó en 2018 que todo el sistema tradicional de cubos y el de puerta a puerta tiene un coste similar si se tiene en cuenta todo el proceso: el primero cuesta unos 69,47 euros por habitante al año y el segundo 68,40. Aunque la concejala de Medioambiente de Cardedeu explica que en su caso el coste de la nueva fórmula es mucho más caro, al menos por ahora, principalmente porque gastan más en personal. 

Por supuesto, en este punto entra en juego la política ambiental de cada Comunidad y la del Gobierno central para compensar a los consistorios que asuman la inversión para ser más sostenibles. La Ley de Residuos y Suelos Contaminados que aprobó la pasada primavera el Ministerio de Transición Ecológica va en esta línea y creó un impuesto indirecto sobre los vertederos, lo que hace más atractivo el reciclaje. Aunque en este punto, Verónica Vidal opina que no es suficiente con castigar a quien hace las cosas mal, sino que hay que compensar a quien invierte en el buen reciclaje porque si no el reciclaje puerta a puerta sale demasiado caro.

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