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'La forja de una feminista'

'La forja de una feminista', de Clara Campoamor.

Clara Campoamor

infoLibre publica un extracto de La forja de una feminista, una compilación de artículos escritos por Clara Campoamor entre 1920-1921 y publicados por Renacimiento con edición de Isabel Lizarraga Vizcarra y Juan Aguilera Sastre. Entonces, la que se convertiría en diputada por Madrid en 1931, una de las principales defensoras del sufragio femenino, tenía 32 años, no había terminado Bachillerato y trabajaba como profesora de la Escuela de Adultas de Madrid. En estos 63 artículos publicados en prensa, se dibuja ya la pensadora que una década más tarde contribuiría decisivamente a la transformación democrática. En este texto, Campoamor escribe sobre la huelga general de 1920 de los mineros de Riotinto, en Huelva, que forzó a la evacuación de 3.000 niños. 

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La miseria de los niños de Riotinto

Hoy, 27 de septiembre de 1920, p. 2

  Los niños olvidados

 

El hambre, con toda la terrible desnudez de esta palabra, que, para vergüenza de lo que se llama civilización, tiene todavía un valor real y cruel en todos los idiomas, el hambre y la miseria más espantosas minan la existencia de los niños de Riotinto, los hijos de los huelguistas de la compañía inglesa que, al explotar la riqueza de la tierra española, ha dado, en combinación con la pasividad gubernamental, con un venero singular y trágico de sangre española, por donde se escapa a raudales la vitalidad de 10.000 niños ajenos todavía a la ferocidad de las luchas sociales.

Cuantas voces generosas han clamado la gran desventura de estos pequeñuelos infelices, cayeron en el vacío. Esta sociedad insensibilizada, cuya conciencia duerme ya demasiado… que un día, en vano gesto pueril y de buen tono, organizó mendicidades callejeras a favor de los niños de Austria y Alemania, que también padecían hambre y vestían de papel, no tuvo aún un noble movimiento hacia estos niños españoles, hijos de nuestro suelo, que tienen hambre, que mueren de ella y visten pingajos… Con inconsciencia, que es ya delincuente, cierra su corazón y sus ojos ante el cuadro trágico, sin mirar que su desdén siembra rencillas de inhumanidad y odio…

¡Los niños olvidados, despreciados, condenados a morir por una sociedad que, hoy más que nunca, persigue el goce de vivir!... ¿No es la acusación más trágica que puede lanzarse sobre nuestros veinte siglos de ensayo civilizador?...

  Cuadro desolador

Ayer llegaban a Madrid 229 niños de Riotinto, que la organización obrera, a iniciativa del Sindicato de artes blancas, arranca a la miseria para hacerse cargo de su sostenimiento mientras dura la lucha enconada allá abajo.

Demacrados, harapientos, extenuados por las privaciones, los niños van haciendo su entrada en el local de la casa del Pueblo donde su presencia es acogida con exclamaciones de dolor.

Si alguna duda quedaba acerca del triste estado en que se hallan los niños de la cuenca minera, este espectáculo borra toda reserva. El grupo de criaturas, entre los dos y los catorce años, forma un conjunto de aguafuerte goyesco. Abundan las niñas; todos los pequeños, delgadísimos, destrozados de cuerpo y ropa, toman asiento en las mesas donde se les servirá el desayuno antes de marchar a las casas donde les ha reclamado la fraternidad del proletariado.

El aspecto de estos niños es tan desolador, que su presencia aumenta la emoción causada por el relato de sus miserias.

Contribuye a acrecer la general simpatía el sentimiento de la belleza que late en el espíritu popular, porque las criaturas son, en general, de rasgos delicados y bellos, afinados por las privaciones, de grandes ojos, característicos en el tipo andaluz y de aspecto intenso y reflexivo. En su desamparo y miseria se aprecia la gracia infantil y el vigor nervioso de su raza de trabajo y acción.

  Un acto fraternal

La actitud de las diversas organizaciones obreras que han retirado niños de Riotinto, en número de 2.600, es una alta lección moral, a la vez que un reconfortamiento para las luchas sociales.

En cualquier clase social sería digna de aplauso esta actitud fraterna; en la clase obrera, amenazada a diario de análogos conflictos, es más encomiable. Una vez más la sociedad comete la torpeza de aislar al proletariado, dejándole entregado a sus propias fuerzas, dándole ocasión de salir por sí solo de las más difíciles situaciones, ignorando otras fraternidades que la propia.

La expedición de 229 niños salió de Riotinto el viernes último; hizo noche en Huelva, y desde este punto a Madrid, directamente. El traslado ha costado a la comisión organizadora más de nueve mil pesetas. En la secretaría de la Casa del Pueblo existen setecientas peticiones de otras tantas familias que quieren llevarse a su casa uno de los pequeñuelos famélicos.

  Detalles de miseria

—Nadie puede darse cuenta de la horrible miseria que invade aquella comarca –nos dicen los delegados que, acompañando a la expedición infantil, regresan.

—Una de las niñas que por su estado misérrimo hubiéramos querido traer ha quedado allí, herida, apuñalada por sí misma en un acceso de fiebre producido por la inanición. Víctima de un ataque producido por la misma causa, falleció en el camino de Calaíños la mujer de un obrero que, con un niño de pecho en brazos, pedía limosna, acuciada por el hambre.

La situación continúa siendo angustiosa; quedan allí todavía 7.000 niños que carecen de todo, y, lo que es más horrible, en la lactancia muchos de ellos, cuyas madres, extenuadas, tuberculosas, van trasladando a sus hijos la muerte que corre por sus venas. Es preciso que no se limite al número de niños sacados de Riotinto la atención obrera. Para ello hay ya peticiones de niños de las organizaciones de Málaga, Puente Genil, Jaén y Toledo. Además, el pasado domingo llegaron 28 niños más a Madrid, que fueron repartidos.

  Una caravana infantil

Los niños, repartidos en tres vagones, y al cuidado de los delegados de Madrid, Egocheaga, Henche, Fernández Mula, Pascual Valentín y otros, han realizado el viaje desde Huelva. Los delegados nos relatan amargamente las dificultades e inconvenientes opuestos por la compañía del ferrocarril que, lejos de dar facilidades para el traslado de los niños, propuso que estos se enviaran en expediciones de 36. Como esto era prolongar la agonía de las criaturas, la comisión se decidió a hacer por su cuenta el viaje, en el que se han invertido seis mil pesetas íntegras. Además, y ya separados tres vagones de tercera clase, con pasillo y condiciones higiénicas indispensables para viajar con tanto niño, delicados de salud, en Sevilla se acordó suprimir una de estas unidades de material moderno, obligándonos a viajar en un vagón sin condiciones higiénicas, sufriendo molestias enormes. Contrasta esta conducta con la de la propia compañía minera de Riotinto, a quien no obstante el conflicto pendiente por su intransigencia, hacemos la justicia de declarar que sufragó los gastos de viaje de Riotinto a Huelva.

Algunas criaturas se hallan en estado lamentable. La primera comida seria, después de tanto tiempo de privaciones, la realizó la caravana infantil en Nerva, y casi todos sufrieron las consecuencias obligadas de tan larga debilidad. La mayor parte de los estómagos no retenía el alimento. Aún queda un pequeñuelo, que no ha podido comer absolutamente nada y que ha de ser sometido a tratamiento especial.

Entre los niños vienen muchas parejas de hermanos. Las familias de obreros son muy numerosas. Uno de los pequeños, que viene en compañía de otra hermanita de tres años, nos dice que en su casa son seis hermanitos; tres están reclamados por Córdoba; ellos vienen a Madrid, y allí se queda el pequeñito de pecho, con la madre que lloraba mucho al despedirse…

Clara Campoamor, la gran valedora del voto femenino

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En otro grupo nos dicen ser doce; cinco se hallan ya a cubierto del hambre, y aún quedan en la casa, sin pan, siete pequeños más. En otra mesa, tres niñas enlutadas, de caritas tristes y rubias melenas, nos dicen que su madre murió hace días de consunción…

Se oprime el ánimo ante este dolor, y en los rostros serios y graves de los niños habituados ya al sufrimiento parecen pesar los grandes dolores de la Humanidad.

 

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