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Muros sin Fronteras

¿No éramos los buenos de la película?

No somos lo que presumimos, somos lo que demostramos ser cada día, en acción u omisión de gobierno. El malo oficial de esta película es Turquía porque tiene un presidente cada vez más autoritario que encarcela opositores y maltrata a los refugiados procedentes de Siria, pese a acoger 3,9 millones. Somos los buenos porque tenemos derechos de primera división para los nuestros, que no para los demás aunque sean familias con niños que escapan de la guerra. ¿Dónde ha quedado la conmoción por la muerte el 2 de septiembre de 2015 de Alan Kurdi?.

No voy a colgar demasiados vídeos de actualidad en este texto porque no estoy seguro de la procedencia de las imágenes. Hay una guerra de palos y gases lacrimógenos en las fronteras y otra paralela de propaganda entre Grecia y Turquía en la que ninguno resulta ejemplar. Solo está confirmada la violación sistemática de los derechos de miles de personas que escapan de la guerra. Decenas de activistas de la extrema derecha griega han golpeado a buscadores de asilo, a miembros de las oenegés que los auxilian y a los periodistas que informan de los hechos.

–Un poco de contexto. La UE pactó con Erdogan (el mismo presidente de ahora) el pago de 6.000 millones de euros por diversos conceptos a cambio de que Ankara cerrara el flujo de refugiados a Europa. En 2015 llegaron a la UE cerca de un millón de personas que escapaban de las guerras de Siria, Irak, Yemen y Afganistán. Se le llamó el pacto de la vergüenza porque permitía la devolución automática a territorio turco de toda persona que llegara de manera irregular a las islas griegas aunque fuera solicitante de asilo. Para realizar esta operación, la UE recalificó a Turquía como país seguro. Lo mismo sucedió en Libia, donde se libra una guerra civil. Las convenciones internacionales obligan a acoger a toda persona que huye de una zona de guerra o de cualquier persecución que pueda costarle la vida. El problema con Siria es que los afectados son millones y no hay capacidad para manejar cada caso, dentro o fuera de las fronteras europeas. Tampoco hubo interés.

–Turquía ya se sabe el truco, como se lo sabe Marruecos con España. Si quiere presionar para conseguir alguna ventaja, o una reacción a su favor, le basta con abrir la frontera. Es lo que acaba de suceder.

–La crisis empieza en Ildib, en el bombardeo sirio-ruso de una posición del Ejército turco en la que murieron 33 de sus soldados. Turquía como miembro de la OTAN activó el artículo 4 que obliga al resto de los miembros a acudir en ayuda del país atacado. El problema es que nadie ha atacado a Turquía dentro de sus fronteras, sino en la provincia siria de Ildib. En este caso, la potencia invasora es Turquía. Ildib está dentro de Siria. El ataque contra sus posiciones (es) un acto de guerra en una zona donde se desarrolla una guerra entre el gobierno de Damasco apoyado por Moscú y los grupos rebeldes, alguno próximo a Al Qaeda, que apoya Turquía.

–Estamos ante un país de la OTAN que juega varias partidas simultáneas y casi ninguna en línea con los intereses de sus aliados teóricos. La apertura parcial de la frontera es solo un aviso. Cerca de 900.000 personas están hacinadas en tierra de nadie entre Siria y Turquía. Son los que tratan de escapar de los combates y bombardeos.

–La UE ha pasado de las puerta abiertas del verano de 2015, que casi le cuestan el puesto a Angela Merkel, a la Europa sin sentimientos. Grecia acaba de suspender la concesión de asilo durante un mes, lo que es una barbaridad jurídica. En democracia no se pueden suspender derechos a capricho del Ejecutivo. Tampoco es tan novedoso, solo un paso más. Ese derecho de asilo está de hecho suspendido desde hace años porque se han incrementado las trabas y los procesos burocráticos hasta convertirlos en callejones sin salida.

–La diferencia entre 2015 y hoy es la presencia de las extremas derechas, muy activas en varios países de la UE, que no dejan de crecer en las urnas. En unos sitios más que en otros. Su mayor éxito ha sido conseguir que sus planteamientos xenófobos y excluyentes hayan ocupado el centro del debate, y de la acción de gobierno. Son responsables de la música de fondo que ha movido el Brexit en Reino Unido. Resulta curioso cuando Europa necesita migrantes para poder mantener engrasada la maquinaria del Estado del bienestar.

–Las derechas democráticas han comprado este discurso anti migración en la esperanza de que así frenarían el ascenso de sus extremas derechas. No ha funcionado en Holanda ni en Austria, tampoco en Alemania, y en especial en Baviera. Tampoco va a funcionar en España. La buena noticia es el fortalecimiento de los partidos verdes, que han situado la emergencia climática en el centro de sus programas. Esta crisis, que aún tiene tantos negacionistas, provocará un aumento de las migraciones: millones de personas huirán de los secarrales y los desiertos en busca de agua y de vida. No hay frontera capaz de frenar la desesperación ni Estado de derecho que resista la violación sistemática de los valores y principios que dice defender.

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