Cuando un problema es grave conviene mirarlo cara a cara, fijarse en sus ojos, en su modo de estar ausente cuando se acerca, o presente después de haberse ido; en la manera de guardar silencios o discursear. El pelo, la boca, el estilo de los problemas siempre apuntan detalles en los que resulta útil fijarse.
Si se trata de una palabra, la mejor forma de mirarla a la cara es buscar en el Diccionario de la Lengua. Se llega así a una visión fría, alejada de la historia personal o las implicaciones sentimentales. La discapacidad, según el diccionario, es la falta o limitación de alguna facultad física o mental que imposibilita o dificulta el desarrollo normal de la actividad de una persona.
De alguna manera, todas las personas tenemos limitaciones. Del mismo modo que ciertas virtudes o habilidades pueden sobresalir de la norma, también es frecuente que pesen en las existencias cortapisas o barreras. El valor, el miedo, la ingenuidad, la desconfianza, la inteligencia, la torpeza, la generosidad, el egoísmo, la movilidad o las trabas pesan de diferente manera en la vida de los individuos. Por eso es tan antipática la incomprensión de algunas personas ante las restricciones y los obstáculos en las experiencias ajenas.
Y si salimos del ámbito personal y pasamos al social, nada es más cruel que la indiferencia ante la incapacidad. Una sociedad justa no puede basarse en el reparto helado de reglas y exigencias iguales para todos, porque la diversidad humana necesita una voluntad inclusiva. Sólo la inclusión nos salva de la soledad y de la profunda inmoralidad que late en la crueldad de los indiferentes. La falta de cuidados y ayudas públicas a quien las necesita es una forma de crueldad política.
La voluntad inclusiva y los programas de ayuda enriquecen los comportamientos políticos con los valores más altos del ser humano: la solidez ética, la bondad, la comprensión y la solidaridad. Se trata de sacar al escenario social la capacidad de cuidados que de un modo natural define los amparos familiares. Todos necesitamos cuidar, todos necesitamos que nos cuiden. De una forma o de otra es cuestión de tiempos y de oportunidades. El amor nos hace mejores y un buen Estado es aquel capaz de asumir en la escena pública la voluntad de cuidados, la obligación inclusiva, que se pone en movimiento en la mayoría de las familias cuando hay que superar una crisis o una enfermedad.
No hay mejor manera de encarnar el respeto a lo común que un urbanismo dispuesto a suprimir barreras para las personas que necesitan moverse en una silla de ruedas. Cruzar un semáforo, salir de un portal, entrar en un teatro o en una sala de conciertos, con una silla de ruedas puede ser un infierno o una sencilla facultad cotidiana.
Las numerosísimas posibilidades que, por ejemplo, tienen las personas invidentes en nuestro país representan una buena bandera para la inclusión. Caminan por la calle, son independientes, leen, viajan, hacen los más variados deportes… Perder la visión sigue siendo una desgracia y nada es más ridículo que pintar de rosa una contrariedad grave. Pero las contrariedades a veces son una condena al desamparo y, otras veces, pierden su capacidad ofensiva de humillación y daño si se convierten en un reto de la vida en común, de la defensa de la dignidad humana.
El respeto inclusivo, eso sí, supone ayudar con sentido común a los que sufren una limitación física o mental para que puedan integrarse allí donde les corresponde. Eso lo cuidan los mejores programas institucionales o de asociaciones particulares que ayudan a la integración laboral, estudiando bien las exigencias de las capacidades y discapacidades.
Lo que no tiene sentido es poner a una ciega a conducir un autobús en una vía pública.
Discúlpeme, Luis, pero encuentro su artículo trasnochado en cuanto a la denominación misma de " discapacidad ".
Personas con Diversidad Funcional es , por suerte y desde hace varios años, la primera denominación positiva que se hace de todas las personas, entre las que me incluyo, que tenemos alguna de las múltiples y diferentes formas de funcionamiento vital.
Le ruego que , ahora que lo sabe, utilice esta expresión y no siga usando una de las que , junto a minusválido y la ofensiva subnormal, todavía se oyen para referirse a nosotros/as.
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Como discapacitado tengo que agradecer a Luis G. Montero que se haya acordado de todos nosotros. Así mismo hacer hincapié en la necesidad de adaptar las ciudades para poder trasladarse sin obstáculo como las aceras y los coches mal aparcados impidiendo en muchos casos el acceso a la rampa. Alguien propuso que una persona sin discapacidad se sentara en una silla e intentara en algunas calles de Santa Cruz de Tenerife, p.ej, subir o bajar de la acera. Eso es lo mínimo porque después está el que algunos rebajes es arriesgado acometerlos sin cinturón de seguridad por lo mal hechos que están. Se podría hablar mucho pero baste decir que haya COMPRENSIÓN hacia la discapacidad por parte de todos y mayor interés por solucionar las barreras.
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Fantástico. Luis García Montero, no sólo nos brinda un sentido canto para destacar que una sociedad decente y digna sólo puede existir, incluyendo a los que más lo necesitan, sino que, de paso, con su última frase y de manera elegante señalar que la discapacidad que sufre Díaz Ayuso, no le permite conducir un autobús y menos un gobierno autonómico.
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"Con el tiempo todo se descubre; "Las mentiras mas ocultas, las razones mas ciertas, las personas mas falsas. "Si una mujer ya o te pregunta ¡?Donde estas. ¿Con quien estas?.ok, ¡esta bien ...etc ¡Infelicidad!! "Lograste tu objetivo ¡dejaste de importarle !!; " A una persona se la conoce por còmo te trata cuando ya no te necesita; Algunas personas todavia no han entendido que la Tierra gira alrededor del Sol: no, de ellos; "Si rumiar con tus pensamientos no te ha dado una respuesta que te deje tranquilo; "Seguir pensando en lo mismo,tampoco es la soluciòn ; El miedo es la emociòn mas dificil de manejar. El dlor , el miedo, los lloros, la rabia, los gritos; "Pero el miedo te atraca directa y silenciosamente en tu corazòn ; El Mundo necesita de acciones, no de opiniones; las opiniones no acaban con el hambre, no curan ninguna pandemia, ni otras enfermedades (...) ¿Entonces ? que hacemos aqui me pregunto ?; una vez mas he teneido que recoger mis pedazos y 'rearmarme'; Siento que cada vez que lo hago duele menos y me siento mas fuerte; "Pienso incluso que de seguir asì, podria endurecerme, al punto de que ya no podria romperme màs; Y eso seria un alivo pero, me preocupa perder la sensibilidad" Temo que ya no podria volver a amar tan siquiera; "¿Que es entonces la belleza...? ; "Harto dificil cuando no imposible resulta tratar tan siquiera de definir la belleza..."Loa hombres piensan "pensamos" que el sueño de las mujeres, es encontrar al hombre perfecto psssh...; "El sueño de toda mujer; es comer sin engordar" [....] -"pero perdon ahora ya se pone tambien dificil; ...el còmo encontrar facilmente la comida,,, ElDiablo Cojuelo dixt" ( 10,05 h a/m )
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Ni poner a una ciega a conducir un autobús en la vía pública ni a Isabel Díaz a dirigir la CAM.
Es secundario al artículo, pero me gustaría señalar que modificar el paisaje urbano en beneficio de inválidos y discapacitados tiene también sus inconvenientes, algunos de los cuales perjudican a todos. Por ejemplo, los semáforos que pían continuamente para avisar a los ciegos molestan el día entero a todos, al menos a todos los que no son sordos. Tiene un fácil remedio que nadie aplica: un pulsador, similar al que tienen algunos semáforos que solo se ponen en verde para el peatón si lo pulsa, que serviría para que el semáforo piara solo en las raras ocasiones en que un ciego lo necesita. Otras cosas tienen peor solución, como el rebaje de la altura de la acera para facilitar el tránsito de las sillas de ruedas, que facilita al mismo tiempo que el agua de la lluvia entre en la acera (que está inventada justamente para evitarlo) hasta límites a veces muy molestos porque hace casi imposible cruzar sin mojarse los pinreles. También tiene solución, pero no siempre es posible poner un drenaje de alcantarilla en el punto más bajo que absorba el agua.
Nunca llueve a gusto de todos. Sobre todo si la acera se ha rebajado para que pase la silla de ruedas.
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Ocultar 3 RespuestasLleva usted razón, Marhuenda (o como se llame): para lo único que que sirven esos lisiados es cobrar paguitas y reducir la movilidad de los sanos.
Buena idea también la del botón del semáforo: habrá que proponérsela a IDA, seguro que a ella se le ocurre algo para que los cegatos den con él y lo pulsen, porque son de un torpe...
Mereció la pena mojarme los Manolos solo por ver un día cómo aquel sillarodante rojeras metió tol ruedaco en la alcantarilla junto al rebaje de la acera... qué panzada de risa, madre.
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Lo que me apetecia decirte despues de leer tu comentario , no lo voy a decir , porque como dice el autor de este articulo hay que intentar empatizar con los discapacitados.....
No he podido empatizar ; eres un miserable
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Ocultar 1 Respuestaswww.infolibre.es ISSN 2445-1592
Totalmente de acuerdo con su artículo, yo añadiría que el discapacitado en grado sumo es el que además, la designa para conducir el autobús.
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