Entrevista | El futuro de IU

Alberto Garzón: “El debate no es ‘IU sí’ o ‘IU no’, sino ruptura o reforma”

Alberto Garzón: “El debate no es 'IU sí' o 'IU no', sino ruptura o reforma”

Alberto Garzón no es oficialmente el líder de IU, pero ya hace varios meses que opera como tal. El portavoz parlamentario de IU-Unidad Popular recibe a infoLibre en el Congreso de los Diputados para charlar sobre la próxima Asamblea Federal que la federación celebrará en junio y en la que él es el gran favorito para ser elegido coordinador, así como acerca de la situación política actual y las opciones de IU si se repiten las elecciones generales.

Para Garzón, en todos los debates internos de IU subyace la misma contraposición entre visiones opuestas de lo que debe ser la organización: él las define como "ruptura o reforma", y asegura que en ellas se ubican quienes, como él, piensan que la organización debe aspirar a superar el capitalismo y otros que plantean que IU debe ser "la izquierda del régimen", un partido que se sitúe dentro de los límites del sistema actual.

infoLibre entrevista a Garzón dentro de una serie de encuentros con representantes de las tres ponencias con más apoyos que se han presentado a la Asamblea Federal de IU. Este diario ya ha publicado sendas entrevistas con Tasio Oliver, dirigente de Izquierda Abierta y aspirante a liderar IU, y con Paloma López, eurodiputada y representante de la ponencia IU sí; con más fuerza, apoyada por el actual coordinador, Cayo Lara.

PREGUNTA:

Por parte de algunos sectores de IU se está diciendo que la próxima Asamblea va a significar el finiquito de IU y el tránsito hacia algo nuevo. ¿Es su postura? ¿Qué va a ser la próxima Asamblea de IU?

RESPUESTA: La Asamblea va a ser lo que la militancia quiera. Lo que hay que tener es un debate político y sereno, pero siempre hay una construcción de un espantajo, de un enemigo para golpear que no existe. Eso en lógica se llama la falacia del hombre de paja, construir un mito y golpearlo, y el mito en esta ocasión es que IU va a ser destruida por los de Garzón. Nosotros no vamos a hacer otra cosa que lo que hay en nuestro documento, y eso es lo que hay que criticar: nuestro documento plantea que IU tiene que adaptarse a la situación de nuestro país, que ha cambiado mucho desde la fundación de IU, y que la organización tiene que asumir los compromisos aprobados en las últimas asambleas, que con palabras de Felipe Alcaraz fueron "las asambleas que ganaron los románticos pero que dirigieron los burócratas".

P: ¿Y por qué se construye, según usted, ese "espantajo"?

R: Para encubrir el debate real. Hay diferencias porque los que se han presentado son documentos políticos muy distintos. Yo creo que el eje verdadero de esta asamblea es la ruptura o la reforma, y está entre los que creemos que esto es una crisis de régimen, que tenemos una oportunidad de ir construyendo una forma de hacer política y gestionar la economía distinta, que creemos que hay que impugnar determinados aspectos de la transición; y aquellos que consideran que la ruptura democrática no es posible y, por tanto, se convierten en meros posibilistas. Ese posibilismo es el que hace que tengan alergia a conceptos como crisis de régimen o proceso constituyente, que les son ajenos. Son gente que legítimamente considera que lo que está en el marco de la política es el régimen actual y que lo que hay que hacer es ser la izquierda del régimen, de un sistema político y económico que no puede ser superado. La práctica política que se deriva de ahí es el acercamiento al PSOE, una moderación política, y eso es lo que defiende el resto de documentos. El debate no es "IU sí" o "IU no", sino ruptura o reforma; es una vergüenza y una falta de respeto y de rigor que nos digan a nosotros, que hemos conseguido el 62% de los avales, que queremos destruir IU.

P: ¿Cuáles son los cambios fundamentales que quieren imprimir a IU?

R: IU nace con el objetivo de adaptarse a un momento complejo en el calor de las movilizaciones de la OTAN, se presenta a las elecciones y en ese componente tiene rasgos de partido político clásico, pero tenemos que entender que IU, sobre todo, tiene que ser un instrumento de las clases populares para su vida cotidiana. Eso quiere decir que IU no sólo puede ser una máquina electoral, sino que tiene que ser una organización volcada en el conflicto social, en los conflictos laborales, que sea vista como un instrumento útil para la gente que sufre el desempleo, los desahucios o, en definitiva, los efectos del capitalismo. Ser más movimiento social significa ser parte de la vida cotidiana de la gente, y no sólo una referencia a la hora de votar.

P: ¿Y qué le ha faltado a IU para ello? Porque siempre se ha definido como movimiento político y social

R: Sí, pero al final nos hemos comportado como una maquinaria electoral pura y dura en la que hemos volcado todos los recursos. En cierta medida, se trata de volver a la IU de los orígenes. Hay una pelea teórica muy fuerte, aunque está encubierta por toda una serie de debates coyunturales, y es cómo se construye un sujeto histórico que haga las transformaciones sociales, quién es ese sujeto histórico, cómo consigues que la gente quiera hacer una revolución contigo. Hay quienes consideran que la presentación a las elecciones es el instrumento para hacerlo, pero nosotros creemos que no, que hay que estar en la praxis, por eso venimos de una tradición política muy clásica. Un ejemplo: cuando tú haces una huelga general, aunque no consiga los objetivos concretos de, por ejemplo, derribar una reforma laboral, sí que introduce en la mente de la gente un cierto sentimiento colectivo, una conciencia. Eso es lo que nosotros queremos impregnar en toda IU, y además colaborando con otros, porque una ruptura democrática no se puede hacer sólo desde las coordenadas de lo que hoy es IU.

Eso en los pueblos suele pasar: cuando alguien tiene un desahucio va al concejal de IU porque sabe que es el que le puede ayudar, y queremos que eso suceda en todos los ámbitos. Es decir: nosotros no podemos ser una organización para defender una reforma fiscal; una reforma fiscal es un elemento positivo, pero nosotros defendemos un proceso constituyente. Y eso no se hace sólo presentándote a las elecciones, sino que necesitas haber convencido antes a la ciudadanía, haber generado una conciencia de que estas reglas del juego no son suficientes, y para eso necesitas estar presente en el conflicto social, porque nosotros no somos ninguna vanguardia que le vaya a explicar a la gente no educada las cosas como si les fuéramos a revelar la verdad absoluta.

P: Aterrizando estas ideas en lo concreto, ¿cuáles son los cambios organizativos que necesita IU para plasmar este planteamiento?

R: La clave es entender que la organización no puede estar ensimismada, y nosotros hemos padecido reunionismo, porque hay un montón de ocasiones en las que tenemos más reuniones internas que actividad política. Con eso se acaba no sólo con un cambio de cultura política, sino también dotando de más agilidad a los órganos: la ejecutiva estaría formada por entre 15 y 20 personas nada más, habría órganos más reducidos en general, introduciríamos los revocatorios, las consultas a la militancia… Nosotros estamos intentando convencer al resto de la organización de que esta Asamblea debe ser distinta y de que quien tiene que tener la voz es la militancia, y por eso buscamos una Asamblea con sufragio universal a la hora de votar.

P: Pero el sufagio universal a la hora de votar la composición de los órganos necesita de un cambio en los estatutos de IU, que se decidirá este domingo. A ustedes les hacen falta tres quintos del Consejo Político Federal para realizar este cambio. ¿Cree que lo van a conseguir? Y, si no es así, ¿ve posible llegar a acuerdos con otros sectores para conseguir los apoyos?

R: Nosotros creemos que, en su sano juicio, nadie debería negarse a que la militancia tenga la palabra, y cuando nosotros planteamos un cambio de estatutos única y exclusivamente para que la militancia pueda votar en una Asamblea pensábamos que no nos íbamos a encontrar ningún obstáculo. Qué sorpresa la nuestra cuando supimos que los documentos de la Declaración de Zamora y, sobre todo, el de Izquierda Abierta, no quieren votar a favor de eso. Yo creo que detrás hay un intento de negociar cuotas de poder, pero nosotros no vamos a jugar a eso: si llegamos a los tres quintos, la militancia tendrá la palabra, y si no llegamos, que sea Izquierda Abierta la que dé respuestas y nosotros iremos a una Asamblea normal, y cuando sea la militancia a través de delegados la que vote, ya adaptaremos la organización si conseguimos ganar.

P: Ya se están produciendo movimientos de cara a la Asamblea, no obstante. ¿Qué implicaría que el PCE retirase las competencias electorales de IU, como proponen parte de sus federaciones?

R: Yo creo que eso ha sido sobre todo un error de gestión, porque no se trataba de una enmienda aprobada: el congreso [del PCE] es este sábado y es allí cuando se sabrá qué se aprueba y qué se rechaza para la ponencia política. El partido tiene que ayudar a que IU sea un movimiento político y social, fundamentalmente porque si es un partido clásico tenemos un problema, porque no caben dos partidos en uno. Pero eso no significa que el partido se vaya a desconectar de IU, me parecería un gravísimo error, y creo que se equivocan los que lo defienden, que son una minoría.

P. Pero en aspectos concretos, ¿qué significaría esta enmienda, si se aprobara?

R: No se va a aprobar, es una enmienda que simplemente pasó para ser discutida en otro escenario. Lo cierto es que en ningún caso la dirección del PCE va a defender que el partido se pueda presentar a las elecciones sin IU.

P: ¿Qué ha hecho mal IU para, en un contexto a priori favorable, haber decrecido?a priori

R: En nuestro documento hacemos parte de la autocritica. Nosotros pensamos que IU, durante un tiempo, fue abandonando la concepción de movimiento político y social, y fue aupada en las encuestas básicamente por fallos de gestión del PSOE, por su asunción de las tesis neoliberales. IU se estaba comportando como una organización con contradicciones internas que no habían estallado, y cuando la crisis de régimen se agudiza esas contracciones estallan. La contradicción sigue siendo la misma: entre quienes creen que IU debe ser la izquierda del régimen y quienes creemos que IU tiene que ser un eje de transformación social y superación del capitalismo. Eso divide mucho a nuestra organización, y pongo un ejemplo: sólo hay que preguntar a la gente de los otros documentos si están a favor o en contra de un proceso constituyente, si creen que se puede llevar a cabo o si creen que el propósito de IU es facilitar gobiernos de izquierdas. Porque curiosamente, quienes quieren ser izquierda del régimen se caracterizan por ser partidarios de querer pactar con el PSOE casi a las primeras de cambio o de tener una vinculación directa con los sindicatos despreciando otras formas de movilización social. La izquierda del régimen no entendió el 15-M o las marchas de la dignidad, ni entiende la desobediencia civil, porque asume el régimen.

P: Si se repiten las elecciones, ¿Qué hay que hacer con las fechas de la Asamblea?

R: Yo creo que hay que mantenerla. De hecho, yo soy de los que piensan que si hay elecciones habría que adelantarla, pero entiendo que hay problemas operativos al respecto, porque los procedimientos se hicieron en su momento pensando en una Asamblea muy democrática que llegase hasta el último punto. Así que creo que lo acertado es mantenerla, porque la Asamblea empezó en enero, es un proceso que ya está teniendo lugar. Quienes quieren prolongarlo lo hacen legítimamente, pero al final se trata de poder votar al mismo tiempo tanto las elecciones como los órganos internos. E incluso debería ser un escenario de oportunidad, para que toda la movilización interna pudiera volcarse a lo externo y viceversa. Nosotros queremos poner las cosas encima de la mesa, no queremos una Asamblea donde se negocie por debajo de la mesa o se insulte o se peguen patadas, queremos conforntar políticamente, no sobre números de listas. Y eso me temo que hay gente que no lo ha entendido.

P: Pero hay dos problemas si se mantiene la Asamblea: uno, que la militancia tendría que hacer a la vez campaña interna y campaña externa, y dos, que la atención mediática pasaría a estar más encima de su proceso interno, sobre todo si hay choques.

R: Está claro. Yo conozco a gente de otros documentos, y son gente a los que les gusta el jaleo y la bronca, normalmente para negociar y conseguir una cuota de poder. Y yo les he dicho que conmigo no cuenten: que a mí me pueden intentar boicotear, sabotear, chantajear, que yo no voy a entrar a una negociación de esas características, que nosotros llamamos “de mesa camilla”. Ya se pueden ir dando cabezazos contra la pared, que quien va a decidir va a ser la militancia en un debate sano, que tiene que ver con el eje de ruptura o reforma del que hablaba. Si la Asamblea es al mismo tiempo que las elecciones, vamos a tener un enfoque de ruptura democrática, y es evidente que esa ruptura la comparte la mayoría de la militancia. ¿Hay en la organización gente que no comparte la forma en la que hemos gestionado los meses posteriores a las elecciones? Por supuesto. Hay gente que firma otros documentos que a mí me ha presionado para que dijéramos que sí al PSOE en un acuerdo de investidura rápido a cambio de muy pocas cosas, porque es su forma de entender IU, como sostenedora de gobiernos del PSOE. Pero nosotros queremos confrontar con ellos y decir que IU no puede ser la muleta del PSOE. ¿Puede haber bronca? Pues yo quiero que se haga por encima de la mesa, y en lugar de llamarme liquidacionista dime en qué no estás de acuerdo conmigo, porque igual no tienes valor de reconocer que quieres ser la muleta del PSOE. Vamos a la Asamblea, subes y dices que lo primero que querías era pactar con el PSOE el día 21 de diciembre, y que la gente vote.

Nosotros no queremos bronca interna, porque además nosotros hemos dicho que vamos a contar con todo el mundo. El espacio político que representa Izquierda Abierta, por ejemplo, es necesario dentro de un movimiento político y social, y creo que el espacio político del resto de los documentos también tiene que estar, así que si nosotros ganamos la Asamblea va a haber una dirección plural y heterogénea. Pero vamos a dejar atrás las mesas camilla, las formas antiguas de gestionar las diferencias. Había una tradición en IU que consistía en, para no hacer ruido fuera, negociar los números internamente. Pero conmigo no se va a contar en esto, vamos a debatir y luego que sea la militancia la que decida cuánto tiene cada tendencia.

P: Más en clave de actualidad, ustedes dicen que la unidad popular es “la única estrategia posible”, pero la idea de Podemos sobre la confluencia con ustedes no parece haber cambiado con respecto a las últimas elecciones. ¿Qué hará IU si Podemos sigue en sus tesis?

R: Hay un problema conceptual: la unidad popular no es la suma de Podemos e IU, sino un concepto político que tiene que ver con sumar acciones con un objetivo común: parar un desahucio, luchar contra la privatización de la sanidad, ir a una huelga general… te encuentras con gente de diferente carné luchando en pos de un objetivo común en un momento histórico concreto. La unidad popular, claro, puede tener un correlato en las elecciones, que sería una candidatura conjunta, que es lo que nosotros queremos. Esa candidatura conjunta puede tener varias fórmulas, y una de ellas es la del reconocimiento: tú reconoces que hay diferentes actores y proyectos políticos que, en ese momento concreto, hacen algo conjunto. Eso es lo que nosotros queremos, un espacio donde todos estemos cómodos y luchemos juntos por la ruptura democrática. Pero si Podemos mantiene las tesis que planteó Íñigo Errejón hace pocos días, que es fundamentalmente que la gente se integre en Podemos, lo único que se puede decir es que no: nosotros no vamos a entrar en Podemos, no vamos a aceptar la integración en una candidatura distinta. Esperemos que Podemos esté a la altura de las circunstancias y, si hay nuevas elecciones, entienda que la única forma de garantizar que el proceso de ruptura democrática sigue hacia delante es con la acumulación de fuerzas. Si no, la única respuesta es un no rotundo.

P: ¿Cuál es la gran diferencia teórica entre ese “construir pueblo” que, según Errejón, busca Podemos, y el “frente de izquierdas” que propugnaría IU?

R: Errejón procede de la tradición del postmarxismo, fundamentalmente Laclau, con antecedentes en los postestructuralistas franceses de los años 60 y 70. Eso conduce a una visión donde la política ha sido reducida prácticamente a la literatura, donde para ellos lo que importa son los discursos, los relatos, lo lingüístico, los significantes vacíos, flotantes, muy desconectados de la realidad concreta material, de la economía, de las clases sociales, de las condiciones materiales. Ellos deducen que la forma de construir un pueblo es el discurso, y consideran de esa deducción que la forma de construir pueblo es gestionar el discurso de tal forma que, adaptándote al sentido común, consigas generar una masa de gente suficiente que te vote. Tiene una conclusión también, y es que tu moderas tu discurso asumiendo que la mayoría de la gente se encuentra en un espacio central del tablero. Eso significa que la transversalidad es reformista, que no opta por una ruptura democrática, sino que se mueve dentro de los límites del capitalismo.

Otra tendencia, la que dentro de IU quiere ser izquierda del régimen, considera que todo consiste en ganar las elecciones, y en esto coincide con Podemos. Por eso vuelca su organización en lo electoral, y busca cogobernar con otros partidos para producir algunos cambios reales. Por lo tanto, también es reformista, porque se mueve dentro de los márgenes del capitalismo, y en esto también coincide con Podemos, lo que es una paradoja, pero también es una realidad. Las tesis del populismo de izquierdas conducen al mismo resultado que el eurocomunismo y el carrillismo.

Nuestra tendencia, obviamente, también quiere construir un pueblo, pero nosotros creemos que no se construye desde el discurso ni tampoco presentándote únicamente a las elecciones, sino desde la práctica cotidiana. Y eso implica que, para que alguien de las clases populares que no vota se sume a un sujeto histórico revolucionario, este sujeto tiene que estar implicado en un conflicto social que haga mucha pedagogía. Dicho de otra forma: si IU hubiera operado como la PAH, se hubiera parecido mucho a lo que nosotros queremos hacer, porque la PAH iba a un conflicto y, a alguien que no estaba politizado pero sufría las consecuencias del capitalismo, no sólo le ayudaba sino que también le explicaba que eso tenía un responsable, que es un sistema económico criminal. Ahí es donde está la diferencia teórica con Podemos.

P: Aterrizando de nuevo en la actualidad, Podemos presentó el jueves un documento de cesiones para formar gobierno. ¿Qué estaría dispuesta a ceder IU?

R: Es una pregunta compleja, por lo que tiene de paradójica… quiero decir, ¿a qué ha renunciado Podemos, si no tenía nada? Cuando estamos en el ámbito del teatro, todo el mundo puede renunciar a lo que quiera. Hay que replantear los términos: IU no está dispuesta a ceder su proyecto de transformación social, nosotros no vamos a dejar de ser coherentes. Estamos dispuestos a facilitar un Gobierno de resistencia, y si lo llamamos así es porque no puede ser un gobierno de izquierdas, porque si es un gobierno del PSOE no puede ser un gobierno de izquierdas. Y eso hay que explicárselo a nuestros compañeros que se presentan contra nosotros en la Asamblea: el PSOE no es un partido de izquierdas, por lo que un gobierno del PSOE será uno con el que tú puedes coordinar ciertos tipos de resistencia a los momentos de emergencia social que se viven hoy en día.

Esto también tiene su reflejo en las contradicciones de las que hablábamos antes. Por ejemplo, el gobierno que tuvo IU junto al PSOE en Andalucía la pasada legislatura no era un gobierno de izquierdas, era un gobierno que hacía recortes. Había aspectos positivos en ese cogobierno que tienen que ver con la resistencia, por ejemplo, la paralización de los desahucios, que es una resistencia contra la agresión. En esta Asamblea queremos debatir de eso. José Luis Pérez Tapias, uno de los hacedores del documento de la Declaración de Zamora, era el número dos de Diego Valderas, y él ha defendido el gobierno con el PSOE como un gobierno de izquierdas. Ahí tenemos la esencia, esa es la diferencia entre identificar IU como un instrumento de transformación social o como un facilitador de gobiernos del PSOE. Por eso, nosotros estamos de acuerdo en llegar a acuerdos para facilitar un gobierno de resistencia, pero si es continuista porque tiene a Ciudadanos o porque el PSOE, por ejemplo, quiera privatizar Bankia, no va a contar con nuestro apoyo.

P: De cara a una repetición de las elecciones, las encuestas pronostican una subida de IU ¿Puede desincentivar este ascenso la necesidad de confluir con Podemos?

R: Es que otro de los temas de debate en la Asamblea serán las estrategias de confluencia. Para facilitar gobiernos de izquierdas te vales tú solo, no necesitas confluir con nadie, y mucha gente dice “estamos en el 7%, con esto ya es suficiente para ayudar al PSOE”. Pero nosotros creemos que con el 7% no se transforma la sociedad, y esto que debería ser aritmética básica parece que mucha gente no lo entiende. Nosotros queremos formar parte de un proceso de ruptura democrática, contribuyendo con todo nuestro bagaje, incluido el porcentaje de voto. Las encuestas son muy volátiles, algunas nos dan un 7% y otras un 4%, pero no debemos ver nuestra práctica política en función de las encuestas, sino en función de los objetivos que queremos cumplir. Pero en cualquier caso, no creo que esto vaya a suponer un problema, porque esas tesis vienen de sectores legítimos pero minoritarios.

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P: Pero entre esa concepción de tener el 7% y la de transformar la sociedad hay un impasse, porque eso no es algo inmediato. ¿Qué papel debe jugar IU en ese impasse, cómo se conjuga el objetivo último con la urgencia de los tiempos electorales?impasse

R: Esto en el ámbito teórico se analiza muy bien en la obra de alguien en quien todo el mundo se referencia últimamente, que es Gramsci. El marxismo más ortodoxo había planteado que el capitalismo iba a derrumbarse por su propio desarrollo y vendría el socialismo, por lo que no hacía falta convencer tanto a la gente porque automáticamente la gente se daría cuenta de que el capitalismo impide la libertad. Gramsci recoge una crítica a esa forma de entender la sociedad y las transformaciones sociales y dijo "no es automático, hay elementos culturales que influyen, así como la ideología", etc. De ahí pueden salir muchas perspectivas: la que decíamos antes sobre los populistas de izquierdas, que dicen que hay que convencer a la gente a través del discurso; la carrillista, que dice que "como no es posible convencer a la sociedad, vamos a ir poco a poco", y eso acaba en los pactos con el PSOE, la "guerra de posiciones".

Después está nuestra interpretación, que se basa en lo que hablábamos antes: hay que estar en la sociedad y, al mismo tiempo que haces praxis, explicas las cosas. Mientras se construye un sujeto histórico mayoritario, que no se hace de la noche a la mañana, tienes que estar en la praxis: cuando haya un despido colectivo tú tienes que estar allí, y explicar a la gente que no le han despedido porque el jefe sea malo, porque puede ser una buena persona, sino porque detrás hay un sistema invisible criminal que funciona con una lógica que hay que derribar. Eso no se explica desde La Sexta Noche, sino desde el lugar donde hay un conflicto: ¿Hay un desahucio? Pues explícale a la gente que no es que la casera sea mala o el banco sea malo en el sentido moral del término, sino que es parte de un entramado antihumano. Y ahí es donde entra la figura del movimiento político y social: en el "mientras tanto" nosotros queremos ser la gente que se autoorganiza con otra gente que sufre las consecuencias de la crisis.

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