Reflexiones sobre la evolución de las FAS en la sociedad civil

Joaquín Ramón López Bravo (FMD)

En este año en que se cumplen 50 de la muerte de Franco, merece la pena hacer una breve reflexión acerca de la relación entre militares y sociedad civil en España en estos momentos y la evolución reciente de esa relación tras los casi 40 años de dictadura. 

Es constatable que la historia de la milicia en España está cuajada de pronunciamientos y golpes militares que han tratado de imponer a la sociedad civil una visión de la relación social militarizada que en muchas ocasiones ni siquiera es la visión del Ejército como institución sino de quienes manipulan a las Fuerzas Armadas (FAS) en beneficio propio o de sus élites. En esos pronunciamientos, por cambiar, hasta cambiaron –si bien brevemente– la dinastía reinante en España. Cualquier novedad, aunque sea manteniendo el régimen monárquico, es vista como una revolución intolerable por la carcundia y la caverna, si me disculpan el uso de sustantivos muy de uso durante la Transición.

Las FAS han sido consideradas por esa parte minoritaria pero muy poderosa de la sociedad como las “garantes de su orden”, que equivale, para ellas, a una inmutabilidad social que nada tiene que ver con las dinámicas sociales de avance, abortadas en los dos últimos siglos por pronunciamientos militares alentados y financiados casi siempre por esa parte retrógrada de la sociedad, parapetada tras un conservadurismo más propio del siglo XVIII que del actual. 

El más doloroso de esos pronunciamientos, poco después del de Primero de Rivera, ha sido, sin duda, el del General Franco. Por la forma en que se materializó, provocando una guerra civil, sus consecuencias, una represión sin límites y la duración, prácticamente cuarenta años. No mencionaré la forma en que acabó, con una muerte que muchos califican de plácida y a mí me parece brutal, del dictador en una cama de hospital rodeado de cables. No parece pues mal momento celebrar el quincuagésimo aniversario de su muerte visto como la rampa de lanzamiento hacia delante de la sociedad española. 

Toda la historia anterior, sin duda, ha marcado la relación entre las FAS y la sociedad civil a la que tienen que defender de agresiones exteriores y que a lo largo de los dos últimos siglos, al menos, ha perdido de vista esa labor de protección para convertirse en la mano militar que ha impuesto por la fuerza la visión de la sociedad de las clases más poderosas y conservadoras. 

Fruto de esa visión, y para contentar a la cúpula militar que había ejercido el poder en los 40 años inmediatamente anteriores, fue el artículo 8 de la Constitución. Y más aún su interpretación parcial e interesada por elementos que pertenecen tanto a la cúpula militar como a esa parte de la sociedad que añora el “orden” inmutable. 

Están destinados al poder político quienes ellos decidan (y si no lo hacen es porque no quieren) en el modelo de sociedad que ellos pergeñan y que han vendido, con más o menos éxito, a personas que no entienden que en ese modelo sólo tienen un lugar: el de parias que sirvan de base para ejercer el poder y ser fuerza de trabajo. La utilización exhaustiva de los medios de masas (así los llamábamos cuando estudié periodismo, mass media) para convencer a esas masas de que no hay otro camino para vivir más que seguir la senda que marcan, es determinante en la situación social actual. Les venden libertad cuando aplican sumisión. 

Esos medios de masas, quizá menos masas que otros medios más descontrolados, pero más orientados aún a mantener el poder social de algunas élites, se han escandalizado porque se pretenda “celebrar” la muerte de Franco. Y lo han enfocado así, celebrar la muerte de un ser humano, y no como lo ha planteado el gobierno que es el hecho que permitió, con todas las cautelas que queramos, iniciar el camino para alcanzar una sociedad participativa y alejada de ese modelo nostálgico e inmovilista que algunos aún añoran. Y que otros, más jóvenes y poco informados, que no sufrieron aquel modelo de “paz y orden” dicen y creen desear con un desconocimiento enciclopédico de lo que ese tipo de régimen supone. 

La amnistía se aplicó desde policías y guardias civiles torturadores fascistas hasta asesinos etarras, pero no se atrevieron a aplicarla a militares cuyo único “delito” era ser demócratas y manifestarlo

Nuestra Transición estuvo trufada de elementos que tenían como fin asustar usando para ello el posible “pronunciamiento” de las FAS. Desde 1975 hasta al menos la entrada de España en la OTAN en 1982, se hablaba constantemente –no sólo en los medios de masas sino también en los cenáculos políticos e incluso en las reuniones de asociaciones, sindicatos y partidos políticos– del “ruido de sables”. Una presencia ominosa que tuvo incluso dos episodios que serían chuscos de no ser directamente infumables en una sociedad moderna, como fueron la Operación Galaxia y el 23F. Y esos sólo son los más conocidos. Se amenazaba con la intervención de las FAS. Un golpe de Estado que, con los antecedentes de las FAS, se veía posible y acobardaba y limitaba una revisión de la historia reciente y un advenimiento de una sociedad totalmente democrática. 

El ejemplo claro recordado y denunciado por los compañeros del Foro Milicia y Democracia (FMD), al que me honra pertenecer, fue la exclusión de la amnistía completa de los militares de la Unión Militar Democrática (UMD). La amnistía se aplicó desde policías y guardias civiles torturadores fascistas hasta asesinos etarras, pero Gutiérrez Mellado en particular, que amenazó incluso con dimitir si se daba reconocimiento a la UMD, y la UCD en general no se atrevieron a aplicarla a militares cuyo único “delito” era ser demócratas y manifestarlo. A ellos tan sólo (y no fue poco) se les sacó de las prisiones. 

Tampoco se atrevió el PSOE de 1982, el de los 202 diputados (¡qué capital de poder popular más dilapidado!). No fue hasta 1986 cuando se reintegraron por ley a sus cuerpos y armas los militares represaliados, con la antigüedad y cargos que les habrían correspondido de seguir en activo, pero sin asignarles destino, una forma de dejarlos arrinconados. Y hasta 2009 no hubo un reconocimiento oficial en el BOE y hasta 2010, gracias a la ministra Carme Chacón, no se les recompensó por su decidida lucha por la democracia en España, con la Cruz del Mérito Militar y Aeronáutico a catorce de sus integrantes. 

Para muestra de la escasa implantación de la mentalidad democrática y no intervencionista históricamente arrastrada y justificada en las FAS y nunca combatida desde quienes tienen la competencia para hacerlo, la afirmación del general Francisco Beca y los palmeros de su chat, de querer fusilar a “26 millones de hijos de puta”, después de firmar con otros militares (retirados, claro, para evitarse sanciones) cartas al rey, al Parlamento Europeo y a quien hiciera falta. 

Se inscribía en la tradición intervencionista de los militares, como las afirmaciones en diferentes momentos desde 1980 como: “Qué pena no estar en activo para desviar un vuelo caliente de las Bárdenas a la casa sede de estos hijos de puta”. “Yo prefiero la República porque tendremos más oportunidades de repetir las maniobras del 36 (por el golpe y la represión posterior). “Quiero que se mueran todos y toda su estirpe” (ver aquí el artículo de Íñigo Sáenz de Ugarte). 

Pese a los 50 años transcurridos desde la muerte del dictador, la Transición a la democracia (...) no ha alcanzado a neutralizar el pensamiento retrógrado de muchas personas

Los conservadores españoles no condenan estas afirmaciones. Y la ultraderecha incluso las alienta. Esta intervención militar en la sociedad civil, fruto, como he dicho, de su propia historia y tradición, es amparada, justificada e incluso aplaudida por una parte nostálgica de la sociedad y otra engañada con un relato edulcorado y distorsionado de esos cuarenta años de la dictadura franquista. Tantos años de historia y adoctrinamiento no se borran en unos pocos años de democracia y participación de todos en la construcción social. Es una pena que muchos no pretendan construir hacia el futuro sino que hunden sus pies en el pasado sin voluntad de dar algún paso adelante. 

Afortunadamente, las FAS han ido cambiando su cara frente a la sociedad. Internamente incluso se han producido avances, no tantos como sería deseable, pero avances. Muchos ya asumen que son ciudadanos de uniforme y que su actuación social como ciudadanos debe seguir los mismos cauces que los del resto de la ciudadanía y no imponiendo la fuerza de sus armas. Algunas actuaciones, como las de convertirse en fuerzas de interposición y/o pacificación (sin tirar a pacificar como decía el gran Benedetti) o en su actuación en las grandes catástrofes mediante esa unidad tan criticada en su creación por el PP, que es la UME, cuya intervención está siendo decisiva en tantas desgracias, recientemente por ejemplo en la DANA. 

Pero la visión de un ejército interviniendo en el desarrollo social no ha desaparecido del todo. Sigue habiendo reticencias y resistencias importantes en estamentos poderosos de la sociedad que siguen utilizando a las FAS como si fueran patrimonio propio, gendarmes de su visión social. Y así se puede llegar a extremos que resultan patéticos e incluso bochornosos para una mayoría, pero jaleados por los medios de masas conservadores como el desfile de la legión en la FITUR 2025. 

No sé si a alguien le resulta atractivo visitar un país en el que el ejército irrumpe con fanfarrias y casi a la carrera para “invadir” el stand de un destino turístico y llenarlo, durante un rato largo, de marchas militares. Habría dado algo por escuchar a los extranjeros presentes en la feria de turismo, una actividad que por su propia naturaleza necesita de paz y sosiego, sobre cómo se sintieron con esa irrupción. Pero para cualquier persona con dos dedos de frente es deleznable la utilización del ejército como “atracción turística”. Ni está en sus funciones, ni parece justificable, ni posiblemente cumpla como anzuelo para pescar visitantes. 

Pese a los 50 años transcurridos desde la muerte del dictador, la Transición a la democracia, de la que tantas veces se dice que se hizo como se pudo, y ello por la presencia intimidante de unas FAS aún con mentalidad autoritaria, no ha alcanzado a neutralizar el pensamiento retrógrado de muchas personas que aún siguen suspirando por una FAS manejadas a su antojo para imponer a la sociedad civil modos militares y su propia estructuración social.

Falta educación y didáctica que nunca se han procurado desde los estamentos políticos españoles. Empezando por los planes de estudio tanto en centros de educación civil como en academias militares.

Quizá porque aún miran de reojo por si hay “ruido de sables”.

Sobre este blog

El blog del Foro Milicia y Democracia quiere ser un blog colectivo donde se planteen los temas de seguridad y defensa desde distintas perspectivas y abrirlos así a la participación y debate de los lectores. Está coordinado por Miguel López.

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6 de febrero de 2025 - 20:33 h
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