Vamos por carriles diferentes

No sé si nos estamos agilipollando, disculpen la expresión, si es más bien idiotizando o simplemente homogeneizando. Todos vemos los mismos reels, todos vestimos igual, nos compramos la ropa en los mismos sitios, nos ponemos la misma música, vemos las mismas redes y escuchamos las mismas cosas, de las mismas personas.

El otro día catedráticos de universidad confirmaban lo que ya sabíamos: cada vez se lee menos, y lo que se lee no genera pensamiento crítico. Ya no se enseña a hacer preguntas, a cuestionarse las cosas, a generar debate con lo que vemos y oímos. Pensamos todos igual, divididos en dos bloques bien definidos y de los que hay pocas aristas o matices. Y muy pocas ganas de escuchar a quienes piensan diferente.

Hay toda una generación que anhela casi lo mismo: tener dinero, ser famoso y vivir bien. Tienen cientos de ejemplos, a un solo desliz del dedo en su pantalla, de gente que lo ha conseguido. De gente que enseña lo fácil que le ha sido lograr esos tres hitos haciendo nada extraordinario, simplemente enseñando en sus redes una vida fabricada exclusivamente para esa red. O contando cosas intrascendentes o que son de Perogrullo, pero que, contadas por ellos, se convierten para todo ese público en algo extraordinario, sorprendente, diferente…

Y ahí estamos navegando todos, los que seguimos por un carril, el de toda la vida, viviendo en un mundo más real que de red social, intentando no perdernos todo lo que ocurre por ahí pero sin acertar muy bien en cómo conectar con ese público, completamente desbordados algunos, como es mi caso, con tanto perfil en tantas redes e intentando no perder el hilo de todo esto y desconectados de un montón de gente que, para toda una generación, empiezan a ser referentes. Sí, referentes.

Hay toda una generación que anhela casi lo mismo: tener dinero, ser famoso y vivir bien. Tienen cientos de ejemplos, a un solo desliz del dedo en su pantalla, de gente que lo ha conseguido

Me pasó no hace mucho: coincidí en un acto con un chico que tiene millones de seguidores en Instagram. La definición perfecta de influencer: un chico que empezó a ser conocido porque era amigo de Dulceida. Y a partir de ahí se ha ido generando una comunidad, una actividad de la que ha conseguido hacer una profesión. Gana dinero, no sé si mucho o poco, pero desde luego le da para vivir y para pagar dos sueldos (en ese acto estaba con su representante, sí, tenía representante, y con la persona que le grababa y le editaba los vídeos para Instagram). Yo, lo admito, no sabía quién era. Era mi compañero de acto, copresentábamos juntos un evento. Y tuve que preguntar a mis hijos por él. Evidentemente sabían perfectamente quién era, cómo se llamaba, le seguían….

Ahí fui consciente de que toda una generación va en otro carril completamente diferente al nuestro. Del que nosotros no queremos o no sabemos mirar, lo hemos ignorado y ha sido un error. No sé si por arrogancia, por desprecio, por desinterés, pero ellos ahora mismo están siendo capaces de llegar a un público con el que nosotros no conectamos. Un público que consume sus contenidos. Sean más o menos interesantes. Yo ahí no entro. Pero los consumen. Hay un chico que tiene millones de seguidores cada día en su conexión en directo en redes. Está contando su aventura de recorrer el mundo con un grupo de amigos. Nada más. No es periodista, no es historiador. Simplemente es un chico con dinero, gracias a patrocinios, que simplemente está haciendo una especie de diario en vídeos de sus aventuras. No habla ni siquiera bien idiomas, y en el nuestro, tira todo el tiempo de latiguillos, frases hechas, “bro”... Pero ahí está. Con un montón de gente siguiéndole.

No sé si éste será el futuro de nuestro medio. No sé si es ya el presente. Lo que sé es que esto es lo que consumen nuestros hijos. Y me asusta, lo admito, que los contenidos sean, a veces, tan simples, tan iguales unos y otros. Que los mensajes sean tan banales como “vive para ganar dinero” y ya. Que acaben siendo una generación plana, con los mismos anhelos, que vayan a los mismos sitios para sacarse las mismas fotos… No sé. No quiero quedar como la típica persona mayor que no comprende a las generaciones que vienen detrás. Pero lo de las redes es un elemento que deberíamos de revisar un poco más. Puede que lo hayamos dejado todo crecer de una forma que no tiene sentido. No lo tiene al menos como está ahora planteado. Y los datos de ansiedad o depresión que estamos viendo en chicos y chicas muy jóvenes lo demuestran.

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