Espíen sus argumentos antes que a las víctimas

Se me escapa cuál puede ser la estrategia de defensa, o qué se pretende demostrar, espiando a una víctima de acoso o agresión sexual. Qué tipo de argumento o línea de hechos probados quieren demostrar espiando a una mujer, a una chica, a una menor, que ha sufrido la peor agresión posible a esa edad.

Con la violación de La Manada, en Pamplona, a la chica se le puso un detective privado aquel verano. Se le fotografió de vacaciones con sus amigas y su familia y esas fotos se usaron después en el juicio para intentar demostrar que ella retomó su vida tras aquella brutal agresión. Nada dijeron de que aquel verano fue un infierno para ella, seguramente el peor de su vida porque no sólo tuvo que superar aquella agresión, intentar vivir procurando no recordar aquellos 20 minutos horribles en un portal. También tuvo que hacer todo lo posible para que nadie descubriera que ella era la chica de Pamplona, la chica violada por La Manada. Ni sus amigas, ni su entorno más cercano lo sabían. E hizo todo lo posible para llevar una vida aparentemente normal para una chica de 18 años: su objetivo era mantener el anonimato, que nadie descubriera que era ella la chica de la que todo el mundo hablaba en aquel momento.

Pues bien, con la víctima de la violación de Santi Mina ha ocurrido exactamente lo mismo. Su defensa le puso un detective, le fotografió durante semanas en su día a día, fotografías que, de nuevo, se presentaron durante el juicio como prueba que demostraría que el testimonio de esa chica no era válido. Querían desmontar su relato, o su credibilidad, se me escapa qué buscaban exactamente, y lo querían hacer mostrando fotos de ella en el cine días o semanas después de aquella violación. En su caso se detuvieron incluso en la ropa que llevaba, demasiado ajustada a criterio de la defensa de Santi Mina. ¡Demasiado ajustada!, es increíble. Su línea argumental era que su estilo de vida era compatible con lo que ocurrió aquella anoche en aquella caravana. Que ella estuviera con el amigo de Mina y que éste decidiera que él también quería tener su parte de aquella fiesta quisiera ella o no. Su ropa decía más que lo que ella dijo aquella noche.

Querer demostrar que una mujer puede haber consentido una relación sólo por cómo viste es volver a esa mentalidad arcaica de “te lo has buscado”, “ibas pidiendo guerra”

Mucho, muchísimo queda por hacer si los abogados de un abusador o agresor sexual apoyan su defensa en cuestionar el estilo de vida o las reacciones de una mujer. Querer demostrar que una mujer puede haber consentido una relación sólo por cómo viste es volver a esa mentalidad arcaica de “te lo has buscado”, “ibas pidiendo guerra”. Que una chica lleve una falda más larga, más corta, más ancha o más estrecha no da permiso a nadie a utilizar ese cuerpo a su antojo. Que una chica beba más o menos una noche, esté sola o acompañada, baile de un modo u otro, no es sinónimo de que esté pidiendo nada. O sí, pero hasta donde ella quiera y consienta. Pero esto parece que todavía es muy difícil de entender. Incluso para los abogados que defienden a estos tipos.

Y también, he de decir, para algún compañero de profesión. Ayer, algunos titulares eran para hacérselo mirar. Ponían el foco en cómo le cambió la vida a Santi Mina, jugador profesional, lo que ocurrió aquella noche. Hombre, a ver: a quien le arruinaron la vida y seguramente le dejaron una herida difícil de cerrar es a esa chica. Se mire como se mire.

Miedo, inseguridad, desconfianza… Me gustaría que algunos, por una sola noche, se sintieran como tantas y tantas mujeres cuando salen de fiesta. El estar siempre con las alarmas encendidas, en vigilar tu vaso, para que no te echen nada. El gesto de taparlo con la mano se ha convertido en algo habitual entre las chicas, es de locos. Dan por hecho su vulnerabilidad, el estar expuestas a que alguien pueda poner algo en su bebida. Y bailan con el vaso en la mano y tapándolo con la otra. Terrible. Creo que pocas veces he ido sola al baño cuando he estado de marcha con mis amigas: siempre acompañadas, siempre una vigilando la puerta. Y ya no te digo volver sola a casa. Compartir taxi, esperar a que todas se monten para no dejarlas solas en la acera en mitad de la noche. Y si te quedas sola camino del parking o de casa, siempre, siempre vas hablando por teléfono con alguien para que controle que estás bien, que nada te ha pasado. Esto es así, y no dejará de serlo hasta que abogados como los de La Manada o Santi Mina dejen de buscar justificación en una agresión sexual o violación en el comportamiento, estilo de vida o forma de actuar de la víctima.

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