El miércoles estuve reenviando sin parar las reflexiones que iban saliendo de Pepe Mujica. Frases llenas de sabiduría, reflexiones sobre la vida, sobre la muerte, mensajes a los jóvenes… No quería perderme nada de lo que iba encontrando, pero era tanto que me parecía importante rescatar, al menos, sus mejores frases, recopilarlas así, de forma casera, en el grupo de WhatsApp familiar. Se las enviaba a quienes sé que lidian con problemas existenciales, a quienes luchan por convivir con la idea de la muerte, a quienes les cuesta creer que, seguir peleando, luchando, seguir siendo buena persona merece la pena después de haber recibido miles de palos en la vida, cuando estás a punto de tirar la toalla y ponerte al mismo nivel de quienes te están boicoteando todo el tiempo, a quien sufre el odio de otros...

A mucha gente le cuesta levantarse cada día para ir a hacer algo que les genera ansiedad, para compartir espacios, ya sean laborales o familiares, con gente que no trabaja o convive contigo sino contra ti: lo sienten como una tortura. Pero la pena la llevan ellos, no tú. En la vida cada uno elige sus propósitos, sus metas, su forma de ir pasando por este mundo. Y hay muchas veces en las que te encontrarás con gente brillante, de la que aprender, con la que inspirarte y que te empujará a lograr cosas mejores, a buscar metas. Pero también habrá gente que –no sabes por qué– vive amargada y amarga a los de su alrededor. Gente que, objetivamente, no son buenas personas. Y con ésas, también tocará lidiar, aunque cueste.

Mujica lo sabía. Y su filosofía de vida fue hacer lo que decía y decir lo que hacía. Se guio por la coherencia de sus ideas. No se traicionó a sí mismo y, por eso, no traicionó a nadie, ni siquiera cuando llegó al poder. “El poder no cambia a las personas, sólo revela lo que de verdad son”. Y es así. Es exactamente así. Hay una frase muy parecida que hemos escuchado muchas veces:“Para conocer a fulanito, dale un carguito”.

La filosofía de vida de Mujica fue hacer lo que decía y decir lo que hacía. Se guio por la coherencia de sus ideas. No se traicionó a sí mismo y, por eso, no traicionó a nadie

Bueno, pues en esas estamos. Conociendo realmente cómo son quienes nos gobiernan, quienes nos dirigen, quienes deciden por nosotros. Estos días que, de nuevo –no me pregunten por qué– he vuelto a las aulas a seguir aprendiendo, uno de los profesores nos decía algo que cada vez se valora más en las empresas, las conocidas como soft skills, esas competencias que no tienen nada que ver con nuestro desempeño profesional, con nuestros conocimientos o habilidades sino con cómo somos y cómo nos manejamos cuando trabajamos en equipo o dirigimos equipos. Ser honestos, buenas personas, conciliadoras, se valora cada vez más. Y es la mejor carta de presentación.

Mujica no llegaba a esa sofisticación en sus planteamientos, no hablaba de soft skills. Era mucho más directo: “No se cansen de ser buenos, aunque ser bueno no sirve para mucho. Sirve para no arrepentirse con uno mismo”.

Escucho demasiadas veces que no nos merecemos la clase política que tenemos, que hay cansancio, que escuchar el ruido continuo que sale de los escaños del Congreso y del Senado provoca hartazgo. Ruido, precisamente lo que no quería hacer Mujica cuando se fuera.

Creo que morir sintiéndote en paz contigo mismo es uno de los mayores triunfos de esta vida. Mujica lo logró. Muy pocos pueden decir eso.

Más sobre este tema
stats