Todos los policías son unos policías

Tenía anotados unos chistes buenísimos sobre lo bien que ha tenido que disimular Ábalos para que, siendo incapaz de pasarse media hora sin una meretriz encima, nadie en la ejecutiva socialista se oliese la tostada… pero es que un policía ha vuelto a matar a un desdichado.

Quiso robarme el móvil, así que me lo cargué. Sucedió en Torrejón. Dos maderos volvían de una cena cuando, según sus palabras, un hombre de treinta y cinco años, increpándolos, trató de sisarles el celular. El agente, un tipo entrenado para responder adecuadamente en situaciones de estrés y peligro, le agarró el pescuezo hasta matarlo. Verán, Hollywood nos tiene malacostumbrados: te pones una de Steven Seagal y te convences de que con tres segundos de forcejeo mandas al enemigo al otro barrio. Pero para matar a alguien hay que insistir. Se desmayará y tienes que seguir apretando; convulsionará y tienes que seguir apretando; se quedará inmóvil y tienes que seguir apretando.

Verán, Hollywood nos tiene malacostumbrados: te pones una de Steven Seagal y te convences de que con tres segundos de forcejeo mandas al enemigo al otro barrio

Entre 2015 y 2022, ciento sesenta y dos personas murieron a manos de la policía en nuestro país. En el ranking europeo, España gana el bronce. ¿Heroicos tiroteos con liberación de rehenes? ¿Admirables operaciones contra el crimen internacional? Nones. Migrantes, afrodescendientes o gentes con apellidos consonánticos (Abderrahim se llamaba el muerto del que les hablo) a los que cinco o seis orangutanes se les han echado encima con la excusita de la «actitud sospechosa». A comisaría amanecen cadáver. Luego, entre maderos no nos pisemos la manguera, causas naturales, «que soy compañero, coño» y quince días a casa, con suspensión y sueldo.

Desde que todos vamos con una cámara encima, los defensores acérrimos de «nuestros hombres y mujeres de uniforme» lo tienen complicado para no quedar como unos auténticos hijos de puta (perdón por el latinajo). Hace unos días, nos desayunábamos con el vídeo de un chaval retorciéndose en el suelo al que un nacional obligaba a desbloquear su teléfono para borrarle unos vídeos incriminatorios. Razón de Estado. Al Gobierno más progresista de la historia se lo va a llevar por delante el lodazal de su corrupción sin que, en siete añitos de nada, haya encontrado un minutillo para derogar la Ley Mordaza. Normal, así Marlaska –ese enemigo de los progresistas de este mundo– puede seguir protegiendo a las sabandijas que se infiltran en las belicosísimas asociaciones vecinales con el dinero de nuestros impuestos. ¿Que difundes la jeta del malnacido de marras? Al talego, camarada. La ley es dura, pero es la ley.

No me vengan con excusitas: nadie se hace policía para ayudar al prójimo. Para rescatar gatitos de los árboles te metes a bombero y si quieres salvar vidas te haces médico o rescatista. ¿Asistir al vulnerable? Trabajador social o hermanita de la caridad. Si quieres llevar pistola, porra y la impunidad para ejercer la violencia que da el Estado, lo de auxiliar a tus conciudadanos te la trae al pairo: tú lo que quieres es un pretexto para liberar al bárbaro homicida que llevas dentro y al que, por lo que sea, le caen mal los rojos y los morenos. De lo contrario, ¿a qué tanta campaña publicitaria? ¿A qué tanto videíto de un antidisturbios ayudando a una vieja a cruzar la calle? Les recuerdo el dato: en menos de una década, ciento sesenta y dos cadáveres. Hay organizaciones terroristas que han matado menos.

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