El 'tie break' de la reforma laboral

La reforma laboral acordada por el Gobierno de coalición, sindicatos y empresarios ha sido refrendada por el Congreso de los Diputados este jueves en una de esas votaciones que asemejan una final tenística a lo Nadal-Medvedev, con tie break y alguna que otra pelota rozando la red y cayendo del lado correcto. El error de Meritxell Batet en su primer recuento y la comprobación de que los dos diputados de UPN habían votado finalmente en contra mientras uno del PP había votado a favor por confusión añadieron aún más dramatismo al desenlace. Que un voto del PP salve la reforma laboral sirve a los de Casado para hablar de "pucherazo" y harán muchísimo ruido, pese a que hay precedentes para no poner en duda la legalidad del resultado, pero también supone cierta justicia poética: ¿no decían ustedes que esta reforma no cambia nada de la anterior? Pues ahí la llevan... Gracias. (Ver aquí normativa de la votación telemática).

Lo cierto es que sale adelante por un voto no la “derogación” de la reforma del PP (algo técnicamente imposible y políticamente inviable que nunca se debió prometer) sino la reforma laboral posible en esta hora, día y año del siglo XXI, y sin duda la primera en tres décadas que supone una recuperación de derechos colectivos e individuales y de mejoras en la lucha contra la precariedad y la temporalidad (ver aquí).

Cuanto más logremos distanciarnos del tablero político-electoral y de los intereses más pequeñitos (aunque legítimos) de los actores implicados, uno piensa que sería más sencillo entender los cuatro o cinco elementos que deberían cosechar un apoyo popular mucho más amplio que el estrechísimo margen parlamentario por el que esta reforma ha sido aprobada.

1.- Simplemente el hecho de recuperar la prevalencia de los convenios sectoriales sobre los de empresa; la llamada ultraactividad (mantenimiento de lo acordado en un convenio denunciado en tanto no se acuerde el siguiente) o las medidas que avanzan en el fomento de la contratación indefinida frente a la temporalidad y precariedad casi esclavista que hoy sufren trabajadoras y trabajadores de muy diferentes sectores y franjas de edad, pero muy especialmente jóvenes y mujeres… aunque sólo fuera por estos logros ya merecería el acuerdo del Diálogo Social un respaldo político amplio (ver aquí).

2.- Una reforma progresista no es una ley de punto final. Como los propios líderes sindicales han apuntado, hay mucha materia que negociar y discutir para alcanzar mejoras en el mercado laboral después de décadas de retrocesos continuos y de desmantelamiento de los derechos colectivos. Y hay mucho que debatir sobre la revolución que supone la digitalización de la economía y sobre las fórmulas que eviten la galopante precarización. Los cauces normativos y legales para seguir avanzando son muchos y de distintos niveles. Que algo no figure en el texto de esta reforma no tiene por qué significar que se renuncia a ello. Que los convenios autonómicos puedan tener prevalencia (como exigen los partidos y sindicatos nacionalistas) en realidad afectaría a un número muy limitado de empresas y trabajadores y es así casi de facto.

Que un voto del PP salve la reforma laboral sirve a los de Casado para hablar de "pucherazo" y harán muchísimo ruido, pero también supone cierta justicia poética: ¿no decían que esta reforma no cambia nada de la anterior? Pues ahí la llevan... Gracias

3.- La Comisión Europea ha dejado bastante claro su apoyo a esta reforma laboral (ver aquí), a su carácter consensuado entre empresarios y sindicatos, y es contemplada desde Bruselas como condición para la recepción de los milmillonarios fondos para la recuperación económica que España necesita para superar las consecuencias económico-sociales de la pandemia y (¡ojalá!) para abordar el cambio de modelo hacia una economía sostenible, verde, digital, menos dependiente del ladrillo o del turismo y capaz de evitar la emigración obligada o la despoblación interior.

4.- Cuesta entender que algunos de los socios de investidura hayan votado lo mismo que PP y Vox reprochando precisamente al Gobierno que “se apoye” para sacar adelante la reforma en grupos “hacia la derecha” como Ciudadanos, UPN (¡craso error!) y otros. Cuesta muchísimo entender que en asuntos capitales para la ciudadanía se ponga el “quién” por delante del “qué”. Resulta preocupante en términos de calidad democrática que determinados grupos parlamentarios, sean de izquierdas o de derechas, nacionalistas o de un centro improbable, decidan apoyar o rechazar una reforma según quién o quiénes compartan su posición, y no por el contenido de la misma. Es legítimo, saludable y necesario argumentar que aún hay reivindicaciones incumplidas en el marco de las relaciones laborales (aquí hemos publicado artículos que las reflejan), pero no hemos escuchado a nadie negar que esta reforma supone el mayor avance en décadas para la recuperación de derechos frente a la precarización.

5.- Sostener que esta reforma es “sospechosa” porque tiene el apoyo de la CEOE (dividida, por cierto) es tanto como renunciar al valor del diálogo social. Argumentar la obviedad de que es el Parlamento y no la Mesa del Diálogo Social quien tiene la potestad de legislar no aporta nada al debate público, y siguiendo su propia línea dialéctica, Gabriel Rufián tendría que valorar el hecho de que exactamente lo mismo dice Pablo Casado.

Como ya es costumbre, la derecha política y mediática pretende instalar la idea de que “se ha roto” la mayoría de la investidura y que el Gobierno queda en precario. Lo cierto es que otra reforma clave sale adelante con el impulso conjunto de PSOE y UP, y los propios portavoces de PNV y ERC han dejado claro que “hoy no se acaba el mundo”, que mañana se seguirán negociando todo tipo de leyes y que su rechazo a cualquier gobierno de las derechas nacionalpopulistas de PP y Vox sigue siendo tajante. Queda prácticamente media legislatura por delante, y sí, será un camino más complejo para la coalición de gobierno a medida que se avance en el ciclo electoral abierto con mucha prisa por el PP en Castilla y León. Pero a Casado se le puede hacer muy largo ese recorrido en el que todo le vale, desde torpedear la llegada de fondos europeos hasta vestir a Mañueco con un traje de Ayuso que no le encaja o incluso justificar el asalto violento a un ayuntamiento como supuesta consecuencia de la “desesperación” de los ganaderos contra el Gobierno (por cierto, desinformados además por el propio PP y su pareja de hecho, Vox).

La semana política, intensa dentro y fuera de España, nos deja al menos dos mensajes de alto interés (con permiso de la guerra de propaganda sobre Ucrania): lo ocurrido con la reforma laboral demuestra que es posible construir mayorías transversales en asuntos trascendentes, para los que no es posible contar con un PP cada día más alejado de la derecha democrática europea; y el resultado de las elecciones portuguesas, que advierte que la ciudadanía quiere estabilidad, y que el electorado progresista castiga a quien considera responsable de romper consensos básicos. Aviso a navegantes.

P.D. El 'vodevil' final de la votación parlamentaria debería en todo caso hacer reflexionar a los socios de investidura que este jueves han estado a punto de tumbar la reforma laboral y, por tanto, de mantener vigente la que el PP impuso por mayoría absoluta y sin diálogo social en 2012. Y también a quienes gustan de frivolizar con la llamada "geometría variable". Cuidado. Ahí está UPN. Para tomar nota y no volver a tropezar.

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