Muros sin Fronteras

Desaparecidos, dignidad robada

El relato es la herramienta más eficaz para alcanzar un cierto grado de justicia donde se han cometido crímenes masivos y evitar, o al menos dificultar, su repetición. El problema del relato es que suele quedar en manos de los vencedores que, a menudo, son parte principal de los crímenes. Su objetivo es camuflar la verdad y eliminar pruebas. El trabajo de los antropólogos forenses es esencial para averiguar lo que sucedió. Cada resto exhumado tiene una historia que contar y una denuncia que presentar. Los países con los mejores antropólogos forenses son también los países con más desaparecidos. Es el caso de Argentina y Guatemala.

Conocí a Freddy Peccerelli en la Ciudad de Guatemala hace dos años. Sabía del trabajo de su equipo en Bosnia-Herzegovina, en la identificación de las víctimas de Srebrenica, la matanza 8.000 varones musulmanes en julio de 1995, asesinados por las tropas serbobosnias comandadas por Ratko Mladic. Peccerelli es uno de esos héroes anónimos para el gran público que rara vez saltan a los titulares en los medios de comunicación o inundan las televisiones globales. Es una pena; personas como él, o como el fisioterapeuta italiano Alberto Cairo en Kabul, mejorarían las listas del premio nobel de la Paz.

Antes de ver el siguiente vídeo de TED, en el que Peccerelli explica su trabajo en Guatemala, un país con más de 40.000 desaparecidos, apuntarles dos cosas. Cuando hablamos en su oficina le pregunté si trabajaba para los muertos. Él me respondió con elegancia, sin afear mi torpeza: "No, trabajo para los vivos". También explicó que el día que anunciaron la creación del primer banco de ADN para identificar a los desaparecidos esperaba largas colas de familiares a la puerta del centro. Pasaron los días sin que nadie se presentara. La razón, dijo, es que es un paso muy complicado pasar de buscar al familiar del mundo de los vivos al mundo de los muertos.

La desaparición es un crimen continuado, además de ser uno de lesa humanidad y uno de guerra que no prescribe y que es perseguible en todo el mundo, menos en España, que se bajó del frente de la justicia universal en aras del beneficio en los negocios pese a ser firmante de todos los tratados de derechos humanos.

Aquí algunas direcciones de interés:

-The task of reading Guatemala's bones (de Amnistía Internacional).

-Proyecto Desparecidos en Guatemala.

-Una entrevista en The New York Times a Peccerelli.

-El reportaje que escribí para Jot Down: Guatemala, la transición requisada.

-Una rapera esencial, Rebeca Lane

La desaparición forzada es un problema universal. En América Latina afecta a Guatemala, Perú, Argentina y Chile, sobre todo, durante dictaduras militares o gobiernos democráticos que se enfangaron en la guerra sucia contra la guerrilla, como fueron los casos de Fernando Belaunde Terry y Alberto Fujimori en Perú. Irak y Camboya cuentan por miles sus desaparecidos.

España es el segundo país de mundo en desaparecidos durante y después de la guerra civil; en la mayoría de los casos se trata de fusilados que no fueron devueltos a sus familias sino enterrados en cientos de fosas comunes. España no los busca de manera oficial.

El caso de México es dramático. El número de desaparecidos supera los 20.000. En la mayoría de los casos se trata de asesinatos cometidos por los carteles de la droga, narcopolíticos y policías corruptos. El caso más llamativo de los últimos meses es el de Ayotzinapa. La aparente implicación del Estado en el crimen ha provocado una ola de indignación en todo el país. Los familiares rechazan las investigaciones oficiales, solo confían en los fiscales argentinos que han desmontado la primera versión oficial de la Procedería General de la República.

Un desaparecido es un inexistente. Le quitaron la vida, también la dignidad. En España son los hijos y los nietos los que tratan de encontrar a los invisibles, a los silenciados. Es difícil construir la paz desde el olvido y la impunidad. En España pasó mucho tiempo, ya no es un caso judicial solo de justicia.

Una dirección de interés: Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. Como en el caso de Guatemala, este tipo de iniciativas de la sociedad civil requieren de ayudas particulares para poder hacer su trabajo.

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