En la ciudad de Nueva York Luis García Montero
Ucrania en RTVE: el mejor servicio público
Desde que en la madrugada del jueves el ejército ruso invadiera Ucrania, los informativos de RTVE se dedicaron a mantener un relato continuado de todos los aspectos del asunto. Por decisión de la dirección, TVE y RNE rompieron con las programaciones habituales y se consagraron, prácticamente en exclusiva, al relato de las noticias sobre la zona y a las incesantes novedades que se iban conociendo. Obviamente, en esa tarea estuvieron acompañadas por el resto de los medios de comunicación en España y en todo el mundo.
No obstante, conviene singularizar el esfuerzo realizado durante esa jornada y las siguientes por La Sexta, una cadena privada y comercial que, a pesar de ese carácter, apuesta desde hace una década por volcarse con la información cada vez que la actualidad lo demanda. Una vocación que la convierte en referente para una parte sustantiva del público.
Dicho esto, hay aspectos del trabajo realizado por la radio y televisión pública estatal que conviene individualizar:
Previsión
La invasión no se puede considerar, en términos estrictos, como una sorpresa, salvo por el momento concreto en que se produjo. Informes de Inteligencia de Estados Unidos venían advirtiendo como inminente ese hecho desde al menos una semana antes, y RTVE tomó buena nota, realizando un previo despliegue profesional de medios y personas para atender a la eventualidad, con el envío de equipos especiales a la zona y la puesta en alerta de las corresponsalías que más directamente pudieran ofrecer contexto y reacciones de interés.
Cobertura
Si no desde su nacimiento, pero sí desde su desarrollo, RTVE ha prestado una atención prioritaria a la información internacional. Si es mundialmente aceptado que la información es cara, la internacional es muy, muy cara. Disponer de una extensa red de corresponsalías supone un desembolso incomparablemente mayor al de cubrir la información cercana, no digamos ya si se trata de ofrecer opiniones de un conjunto de tertulianos sentados en un estudio.
En este capítulo hay que destacar que los medios son imprescindibles. No, no es lo mismo enviados especiales curtidos que freelancers contratados a muy poco la pieza sobre el terreno. Como no es lo mismo profesionales de cámara y sonido, que "hombres orquesta" transmitiendo desde un teléfono móvil.
Profesionalidad
Informar de grandes acontecimientos requiere personal bien cualificado, contrastado en el tiempo y dotado de un bagaje cultural que le permita inscribir cada noticia en su contexto. Es, por tanto, imprescindible un cierto grado de experiencia, capacidad de comunicar, credibilidad, cintura para acomodarse a realidades cambiantes y, en el caso de conflictos armados como el que comentamos, una alta dosis de arrojo personal diferenciado de cualquier exceso temerario. Se trata de cualidades que, en su mayor parte, no afectan solo al periodista que aparece en pantalla, sino al resto del equipo profesional que maneja cámaras y sonido, o facilita conexiones, coberturas, testimonios, y que, sobre todo, ha de comportarse como un auténtico equipo. No obstante, el despliegue sobre el terreno no basta para garantizar un información completa. Ya hemos destacado la importancia del conjunto de la red de corresponsales en los distintos centros de poder, para ofrecer precedentes, reacciones y contexto.
No menos importante es la tarea de los integrantes de la redacción central, ya que en la actualidad no es suficiente con todo lo anterior: los testimonios vivos, las peripecias personales o de grupo recogidas sobre el terreno, tiene el gran valor de personalizar, humanizar, el conflicto, y son con frecuencia las que nos dejan pegados a la pantalla o a la radio. Pero para entender cabalmente una realidad mucho más amplia es imprescindible el aporte de las piezas que se redactan desde la redacción, que integran las miles de imágenes y sonidos suministrados por las grandes agencias internacionales, y en el caso de RTVE, con las que sirven los intercambios de la Unión de Radiodifusión y Televisión Europea. Con todo ello se puede, de una manera relativamente reposada, ofrecer análisis necesarios, pero impensables en una conexión dedicada al mismo momento en que se producen los hechos. De la calidad del conjunto del área de internacional han dado fe estos días las intervenciones en directo de antiguos corresponsales desde el estudio que, sin dejar de ser periodistas, han demostrado ser auténticos especialistas.
Pobre recompensa en audiencia
Frente a lo expuesto, la realidad de las audiencias cosechadas podría considerarse como mediocre en el mejor de los casos: alguna subida en horarios concretos es un bagaje escaso, sobre todo si se compara con La Sexta, por encima de TVE en la mayor parte de los tramos. Cierto que, según declaraciones constantes de sus rectores, el número de espectadores no puede ser el primer afán de los medios públicos, pero no lo es menos esa cierta perogrullada asociada a la televisión de que "la pública necesita público".
Al margen de estos asertos, es un hecho contrastado que oyentes y espectadores abandonan un determinado medio en pocos días; recuperarlos es tarea de años. Y años hace que TVE y RNE perdieron antiguos liderazgos para situarse como "tercerones", bien alejados de sus competidores.
En el caso de los Informativos de La 1, es punto menos que imposible lograr una mejor situación de los telediarios si el conjunto de la cadena obtiene cifras de entre el ocho y el nueve por ciento. En lo cualitativo, estos espacios, que hace tiempo fueron el principal anclaje del canal, han sido las principales víctimas de una trayectoria errática durante los últimos diez años. Primero, y durante la larga etapa de gobiernos de Mariano Rajoy, fueron perdiendo credibilidad, ante las continuas denuncias de manipulación al servicio del PP; perdida la confianza se produce un paulatino descenso de audiencia, que se recrudece muy especialmente bajo los gobiernos de Pedro Sánchez, con frecuentes cambios en los directores de Informativos, confrontación con la alta dirección, e incluso etapas de interinaje en un contexto de confusión y polémicas políticas.
Así, y bajo la actual dirección, se producen intentos de gran mérito profesional al salirse de esquemas clásicos y apostar por relatos extendidos sobre asuntos de plena actualidad. Pero, a pesar de algunos excelentes ejercicios de buen periodismo, la falta de continuidad de la apuesta la hace aparecer como un fenómeno guadianesco, incapaz de añadir un público fiel.
Si no los más vistos, sí los mejores
Dejando aparcados los resultados de audiencias, quiero asegurar que la tarea realizada por RTVE durante los primeros días de la invasión es un inequívoco ejercicio de radiotelevisión pública, al atender a su esencia definitoria: poner todos los medios al servicio de la ciudadanía. Y lo ha hecho con un despliegue periodístico superior, en mi opinión, a sus competidores. Sostengo que, al menos en esta ocasión, no habrán sido los más vistos, pero sí los mejores, y es de justicia reconocerlo.
No quiero terminar sin destacar un aspecto nada desdeñable: durante los últimas días y horas han aparecido en redes sociales múltiples comentarios laudatorios a este desempeño, escritos por miembros de la redacción de RTVE, en su mayoría no implicados en el despliegue; si ha servido para elevar la autoestima del colectivo, ya es un fruto valioso.
Y un último apunte. No he destacado por su nombre a ninguno de los más directamente implicados en el operativo; ni presentadores, ni enviados especiales, ni corresponsales, ni redactores o comentaristas que han puesto su voz o su imagen. Pero haré una excepción con Carlos Franganillo, no por su trabajo (tan meritorio como el de muchos compañeros), sino por las últimas palabras de despedida en la noche del jueves, en la que, al referirse a los enviados a la zona de guerra, nombró uno a uno a los miembros de los diversos equipos que no aparecen en pantalla. También es de justicia recordar a quienes son imprescindibles en el proceso informativo, aunque nunca veamos sus rostros.
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