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Periodistas, guardianes de la democracia

Cuentan que en vísperas de la batalla de Salamina el capitán de una trirreme ordenó a su tripulación reparar el navío para librar la contienda que permitiría derrotar a los persas y defender la democracia ateniense. Uno de los marineros se quejó porque había ido allí a combatir, no a poner clavos en las cuadernas de un barco. El capitán le contestó diciendo algo así: “Soldado, sin las tablas que estás preparando no podremos echar al mar nuestra galera y sin ella tampoco lograremos ir a la batalla que liberará Atenas de sus agresores y de la tiranía. Tu trabajo es clave para la victoria, no lo olvides y empieza ya a desbastar y clavetear esas cuadernas”.

Como aquel soldado ateniense, la democracia necesita de muchos y muchas que pulan las tablas, las encajen y claven para montar y mantener el edificio democrático. Lo saben las candidatas y candidatos que se presentan a las elecciones el próximo 28M, lo entienden a la perfección quienes opositan para jueces, fiscales, abogacías del Estado y otros cuerpos, lo tienen claro los líderes sindicales y también los empresariales. ¿Y los periodistas y medios de comunicación?

El pasado 3 de mayo se celebró el Día Internacional de la Libertad de Prensa. En su informe anual, Reporteros sin Fronteras señala que este año “las condiciones para el ejercicio del periodismo son adversas en 7 de cada 10 países y satisfactorias sólo en 3 de cada 10.” España, pese a pertenecer a este último grupo, ha descendido tres puestos en el ranking debido a la precariedad y a los efectos de la ley mordaza. 

Atrapados en una crisis múltiple provocada por la revolución tecnológica, la pérdida de un modelo de negocio propio de la ya superada Edad Contemporánea y una merma de credibilidad notable por parte de la ciudadanía, los medios de comunicación andan buscando alternativas ensayando modelos distintos. Los está habiendo exitosos, como este mismo medio, que invirtiendo en talento, con enorme compromiso y defensa de su independencia, están empezando a vislumbrar formatos que podrían dar lugar a alternativas de futuro. Sin embargo, entre muchos profesionales del periodismo cunde una suerte de desánimo que tiene que ver no sólo con precarias condiciones laborales, que las hay, sobre todo en la prensa local –auténtica víctima de este cambio de modelo–, sino también con una crisis más profunda que pone en cuestión el sentido último de su trabajo.

Mantener la independencia tanto de un medio como de un periodista es hoy un acto de voluntad que necesita de convencimiento, determinación y mucha fuerza, atributos que solo obtiene quien tiene claro cuál es su cometido

La confusión permanente entre información, comunicación y marketing; la pelea por la inmediatez que obliga a renunciar a planteamientos de fondo; pero, sobre todo, la percepción de que por unas causas u otras se olvida eso de que los medios son los perros guardianes de las instituciones democráticas y los vigilantes del poder produce la nostalgia de los veteranos y el despiste y desorientación de los más jóvenes. Lo expresaba recientemente Iñaki Gabilondo en este debate: “Los medios de comunicación han perdido credibilidad porque la ciudadanía los ve como sirvientes del poder”. Unos meses antes, el informe Digital News Report le ponía cifras a todo esto. Un 30% de los españoles no se fía ni se interesa por las noticias, y los escépticos superan a quienes sí confían.

Recuperar el sentido de ese oficio que requiere compromiso, independencia y capacidad de incomodar al poder es el factor fundamental para lograr de nuevo la confianza de la ciudadanía y cumplir con su auténtico cometido, que no es otro que el de ser una pieza imprescindible de las democracias, gracias a la cual es posible una opinión pública formada e informada. 

No hay índice de calidad democrática que se precie que no incluya entre sus criterios cuestiones relativas al papel de los medios de comunicación. Uno de los más prestigiosos, el índice de democracia electoral de V-Dem, contempla 7 aspectos al respecto: La censura gubernamental de los medios de comunicación, la censura gubernamental de internet, el acoso a los periodistas, la autocensura, el sesgo de los medios de comunicación, la crítica de los medios de comunicación impresos y audiovisuales y las perspectivas de la prensa escrita y audiovisual. Muchos de estos criterios están fuera del alcance de quienes trabajan en la información cada día, pero no todos. La autocensura suele ser la mayor de las censuras y los sesgos, propios o inducidos, la garantía de la pérdida de credibilidad. No sólo eso, sino que cuanta más autocensura exista y menos se vigilen los sesgos, más fácil es para el poder practicar el acoso o simplemente la presión sistemática

Mantener la independencia tanto de un medio como de un periodista es hoy un acto de voluntad que necesita de convencimiento, determinación y mucha fuerza, atributos que solo obtiene quien tiene claro cuál es su cometido. En el caso de los y las periodistas, ser consciente y creer de verdad que la tabla que estás preparando será clave para construir el barco con el que se librará  la batalla que derrotará a los enemigos de la democracia. Ahí es nada.

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