Joanne, Paquita y Shakira

Joanne Woodward apenas sale de su rancho de Connecticut. A sus 93 años, no sabe exactamente quién es. Por ejemplo, que es, probablemente, la mujer más afortunada del siglo XX, aunque muy pocos la recuerdan. Quizás tenga por ahí olvidadas sus agendas con los teléfonos de sus amigos Marlon Brando, Gore Vidal, Marilyn Monroe, James Dean, Elia Kazan, Tennessee Williams… o el oscar que le dieron en 1957 por Las tres caras de Eva. En la serie documental de HBO Las últimas estrellas de Hollywood, Joanne sobrevuela como un espectro mientras la contundente imagen de su marido, Paul Newman, parece ocuparlo todo. Cuando le conoció, casado con otra mujer y con tres hijos a cuestas, ella era la famosa y él solo una promesa. “Luck is an art” (La suerte es un arte), le solía repetir Paul a la oreja mientras comenzaba a rodar títulos para la eternidad: La gata sobre el tejado de zinc, La leyenda del indomable, Dos hombres y un destino… El probablemente hombre más guapo de todos los tiempos es, aseguran, una creación de Joanne. Sabía que era alcohólico y que alguna vez le puso los cuernos, pero no tenía ninguna duda de que cada noche dormía con el tipo adecuado. Después de medio siglo de vida juntos, Paul se fue tras hacer durante un tiempo el ridículo participando en carreras de coches. “Se amaron, se cuidaron y se divirtieron”, resume Ethan Hawke, el director de la serie.

Paquita la del Barrio, a sus 75 años, regresa a los escenarios este 22 de enero tras unos meses pachucha. Sus millones de fans en todo el mundo nos quedamos paralizados hace justo ahora un año cuando colgó un vídeo en el que anunciaba la cancelación de su enésima gira. “No puedo caminar”, exclamó desde una cama cubierta con una colcha impropia de una diosa. Hace años tuve la suerte de verla en directo en Casa Paquita, una sala de espectáculos de su propiedad enclavada en Colonia Guerrero, un barrio popular del DF en el que reside. Allí fue a parar tras dar tumbos por todo el país, huyendo de su primer amor, un hombre que le doblaba la edad y del que quedó embarazada cuando tenía 16 años. Un día descubrió que el individuo tenía esposa e hijos. Su vida fue desde entonces una colección de desgracias envueltas en la leyenda, incluida la prisión por problemas con el fisco. En la humilde Casa Paquita podías escuchar sus himnos protofeministas, como Rata de dos patas, mientras las enchiladas se acumulaban en la mesa. Llegaba un momento en el que la artista sostenía a duras penas el micrófono porque una riada de mujeres se había levantado de sus sillas para invadir el escenario y abrazarla entre lágrimas. Algunas iban con papelitos que metían en los bolsillos de la intérprete, que deletreaba en ese momento el “tres veces te engañé, la primera por coraje, la segunda por capricho, la tercera por placer”. ¿Qué habría en esos trocitos de papel?

Tras días de análisis sobre el empoderamiento de Shakira o su escasa sororidad, hemos abierto los ojos. Solo era un juego de ricos

Shakira comparte con Paquita sus problemas con Hacienda. Y poco más. En la lujosa mansión donde vivía junto Gerard Piqué, sonó durante toda la tarde de este sábado a todo trapo Music Sessions #53, el tema de Bizarrap y la propia cantante lanzado esta semana y que se ha convertido en un éxito mundial. “Lo que para mí es una catarsis y un desahogo jamás pensé que llegaría directo al número uno del mundo a mis 45 años”, dejó escrito en Instagram. La colombiana ha conseguido convertir un bodrio musical en el que se despacha a gusto con su ex en un gigantesco negocio. Este mismo sábado, el futbolista le seguía el ritmo y anunciaba que Casio se había convertido en uno de los patrocinadores de sus empresas. (Spoiler: Shakira se comparó con un Rolex frente al Casio que sería Clara Chía, la actual pareja del exjugador del Barça). Tras días de análisis sobre el empoderamiento de Shakira o su escasa sororidad, hemos abierto los ojos. Solo era un juego de ricos. Todos estamos a merced de las pasiones, los engaños, los celos o la venganza. Pero hay una gran diferencia entre sufrir con la cuenta corriente en números rojos y soltar una lagrimita mientras conduces un Porsche. Es lo que nos cuenta la serie The White Lotus: los dramas de los pobres son simples pasatiempos en el paraíso de los privilegiados. Ya solo nos quedan las series. El gran cine era el territorio de Joanne y Paul y ya no existe. Los clásicos de Hollywood son como las letras de Paquita, el recuerdo de algo verdadero y hermoso. “¡¿Me estás oyendo inútil?!” Insuperable.

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