Muy fan de...

Esperanza

Esperanza, lideresa, condesa por duplicado, Grande de España, Dame Commander de la Excelentísima Orden del Imperio Británico, soy muy fan de ti. Ya sé que no soy la única, tienes un inmenso club de admiradores, cual Lady Gaga de la política. Y no me extraña, donde vas triunfas, como la San Miguel, el poder de las rubias, está claro.

Inolvidable el día del helicóptero, cuando saliste como una torera de la breve y accidentada vuelta al ruedo en la plaza de toros de Móstoles. “Podíamos habernos matado” dijiste, con una tranquilidad admirable –como el que suelta en medio de una partida de mus: “Vaya, no hay leche y ha cerrado el chino, envido a grande”–, te atusaste el flequillo y seguiste como si nada. Mientras, la cuadrilla sacaba a Mariano en volandas con cara de pavor, como si se le hubieran quemado las empanadillas. Ahí quedó claro quién de los dos tenía súper poderes...

Tres años después llegaron los famosos lunes negros de Rajoy –previos al congreso de junio– en los que tu posible candidatura a la presidencia del PP sobrevolaba inquietante como los pájaros de Hitchcok y dejabas caer esas frases que daban chicha para veinte tertulias y otros tantos artículos: “A fecha de hoy, no entra en mis planes. Ahora, si cambio de planes, el primero en saberlo será el presidente de mi partido...”. Soy muy fan de que lo dijeras sin perder esa media sonrisa con mirada maliciosa, a lo Angela Channing.

Y Mariano ganó en Valencia, que es la tierra de las flores de la luz y del amor, pero, colorín colorado, ese cuento no había acabado. Tú continuaste siendo la estrella más grande de las siete que adornan la bandera de la Comunidad de Madrid. Te hemos visto vestida de chulapa, con poncho ecuatoriano, con la camiseta del Madrid, del Atleti, del Rayo, con calcetines y tacón, recién aterrizada tras el atentado de Bombay y contra eso lo tiene chungo para competir en esplendor un señor que se pone siempre el mismo traje para esconderse detrás del mismo plasma.

Qué ilusos los que creyeron que, al dar el bombazo anunciando tu dimisión el pasado septiembre, te retirabas a tejer jerseicitos para tus nietos. Si lo dijiste muy claro: “Abandono la primera línea de la política” o lo que es lo mismo, me voy a poner detrás de ti, en la segunda fila, y mi aliento en tu nuca te recordará que te vigilo...

Y así ha sido, de vez en cuando reapareces y la lías parda. Como en los días en los que salieron a la luz los papeles de Bárcenas y tú iniciaste una gira mediática por teles y radios –sin haber sacado disco para promocionar, ni nada– aprovechando para dejar frases de titular de Menéame, como ésta de Los Desayunos de TVE que a más de uno le haría atragantarse con el café: “La justicia tiene que llamar a declarar a quien sea, caiga quien caiga. Con celeridad”. Te faltó un ¡y punto en boca! a lo Loles León en Aquí no hay quien viva. Muy fan.

Pero esta semana lo has petado, que diría mi sobrina. En medio de esos días de imposibles remontadas futboleras, vas y te descuelgas con un correctivo a Mariano desde tu blog, diciendo algo así como que el Gobierno está recortando por debajo de sus posibilidades y se encienden todas las alarmas. Claro que, fiel a tu estilo, haces después un regate de cola de vaca, que ni Ronaldinho y afirmas: “Mariano no se equivoca en nada”, que suena a ironía en discusión de pareja: “Que sí, cariño, que tienes razón, que tú lo haces todo bien”. Ya me imagino a Mariano tarareando, entre plasma y plasma, el mítico éxito de Machín: “Esperanza, Esperanza, tan graciosa pero no eres buena...”.

Ay, de verdad, qué intriga con tus intrigas. ¿Formarás tu propio partido? ¿Pelearás por presidir España? ¿Invocarás al espíritu de Margaret Thatcher, a la que acompañaste en su funeral –y tuiteaste tu foto, de luto riguroso, sonriendo pletórica cual adolescente a la salida de un concierto de Pablo Alborán–, para que ilumine tu camino a la gloria? No se pierdan los próximos capítulos, esto promete...

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