Muy fan de...

Muy fan de... Rodrigo Rato

“No hubo intención ni posibilidad de engañar”, dijiste con tu voz de actor y yo, Rodrigo, me derretí. Será la Navidad acechante que amplifica nuestras emociones, que estoy baja de defensas por la fiebre del primer resfriado invernal, o el anuncio de la lotería con Antonio y Manuel unidos por la magia de un sobre. No sé, pero al oír tu declaración de no-intenciones-malvadas en la fusión de las cajas y en la posterior salida a Bolsa de Bankia, me puse más tierna que un panettone. Suspiro. Muy fan.

Era tu respuesta a esos informes de los dos peritos del Banco de España, encargados por el juez instructor, sobre las presuntas irregularidades en las cuentas de Bankia antes de su salida a Bolsa y hasta un año después. Según estos informes periciales, para garantizar la colocación de las acciones, las cuentas fueron maquilladas con un nivel de caracterización a la altura del Laberinto del Fauno. La Caja descrita en el folleto de emisión de la oferta pública, se parecía menos a sí misma que la Renée Zellweger de ahora a la Bridget Jones que nos enamoró.

En la foto del desastre que han capturado los peritos, no solo apareces tú tocando jacarandoso la campanita, hay otros y no salen guapos: la auditora Deloitte, que no habría detectado los errores contables en 2010 y en 2011; el Banco de España que dio por buenas las cuentas; la CNMV que autorizó la colocación; el comité de auditoría del Banco Financiero y de Ahorros –presidido por tu excompi de partido y de Gobierno, Ángel Acebes– que, según publicaba ayer El Mundo, habría sido avisado con tiempo suficiente como para evitar el descalabro; ni siquiera el nuevo novio, Goirigolzarri, sale mono en el retrato de grupo. Más que una foto, es un cromo.

La semana pasada se produjo tu rescate del olvido. Tu fulgor había estado eclipsado por los púnicos Francisco Nicolás, Pantoja, Fabra y otras estrellas del momento, pero volviste a las portadas y a nuestros corazones: el juez Andreu había pedido a la banca de inversión Lazard toda la información relativa a tu relación contractual con ellos. Especial atención a una transferencia de 6.199.308 euros en una cuenta a tu nombre en el año 2011. ¡Olé, Rodrigo, eso son transferencias, y no las mierdas que me ingresan mis amigos de fuera para que les compre un décimo en Doña Manolita!

Andreu, más curioso que un gato, también ha preguntado a Hacienda si ese pastizal aparece en tu declaración tributaria y en la de Lazard, no sea que con las prisas se os olvidara pasar por Hacienda. Y al Banco de España que si le consta que fueras nombrado asesor internacional de la entidad turca AkBank durante tu presidencia de Caja Madrid y Bankia, por aclarar si el fichaje vulneró alguna ley o alguna obligación contractual o estatutaria… Te están creciendo enanos como para superpoblar el descomunal jardín mexicano de Jojutla.

Quién te ha visto y quién te ve, Rodrigo, tu prestigio planetario por el subsuelo. Prescinde de ti el Banco Santander, te expulsan del partido del que fuiste referencia –tarjeta roja por tarjeta black–, y la Universidad de Alicante te retira la distinción “honoris causa” por ser un deshonoris encausado en casos varios. Solo falta que te echen del gimnasio del barrio y te veas obligado a levantar tetrabricks de leche para hacer bíceps. Dramón tanguero.

Ya sabes que la vida es una mezcla de dulzura y amargor como el cacao. Por cierto, ¿esos viajes –dos en un mes– que has hecho recientemente a Suiza, el último dos días después de que la Audiencia Nacional rechazara por segunda vez tu recurso contra la fianza de tres millones que te impuso Andreu… son pa’ comprar chocolate? Di que sí, en los momentos difíciles hay que ir en busca de la serotonina.

Desde luego ha sido muy sugerente volver a escuchar tu voz… No la oíamos desde que filtraron aquellas no-respuestas tuyas en el interrogatorio frente al juez Andreu: “Yo no decido nada”, “No conocía ese contrato”, “No entiendo por qué pasó esto”. Qué cosas, una de las mentes económicas más brillantes de los dos últimos siglos, en blanco ante un asunto tan negro

Juez. ¿Si las tarjetas eran también sueldo, se deberían haber restado de su sueldo?

Rato. No lo puedo saber.

Juez. ¿Quién lo sabía?

Rato. No lo sé.

Muy fan de... Ana Mato

Ni Woody Allen podría mejorar este diálogo. Y con ese tono tan serio y tan seguro, tan creíble incluso cuando relatas lo increíble. El mismo con el que negabas la burbuja inmobiliaria allá por 2003, cuando eras el vicepresidente económico galáctico. Crack.

Siempre que pienso en ti recuerdo aquella predicción de la tarotista Leonor Alazraki durante la campaña electoral de 2004. Te dijo: "Aquí, mire, entre la fuerza y el juicio, le digo que habrá un momento político en España en el que usted será postulado presidente del Gobierno". Y fíjate, hace una semana, cuatro homólogos de la pitonisa –eminencias de la futurología expertas en videncia, tarot y astrología– veían “prisión” en el horizonte de tu destino.

¿Será que “la fuerza y el juicio” tenía un significado futuro que la primera vidente no alcanzó a ver? Veremos.

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