Cuando queríamos ser indios Aroa Moreno Durán
LA GUILLOTINA
Las portadas de los periódicos cuentan cosas. Nos muestran una jerarquía de la información, lo que realmente importa y resume una jornada. Los lectores, con el periodismo digital, hemos dejado de leer la primera página del periodismo impreso. Conviene volver a él. En la portada del Abc del pasado lunes, sus lectores no pudieron leer nada acerca de la concentración del PP en la Plaza de España, que convocó a cerca de 45.000 personas, según fuentes de la Delegación de Gobierno. Al presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, no le han dedicado “ni un puto pie de foto” me dijo Nostradamus, un veterano periodista que sí lee el orden que ocupan las noticias en las portadas de los periódicos más relevantes de este país. A buen seguro que el pinchazo de Feijóo tendrá consecuencias en el próximo congreso del mes de julio. De momento, el silencio visual de este lunes en el Abc retumbó en los oídos del periodista más perspicaz de este oficio: “No tiene números en la Corte de los Leones ni fuerza en las calles de Madrid”.
Efectivamente, el tenista Carlos Alcaraz y el torero Morante de la Puebla ocuparon la primera página del periódico decano de la derecha monárquica. Se diría que el Abc nos quiere contar algo sin imagen ni palabras. Si el lunes de la semana pasada todos los medios de comunicación hablaban de la mafia y de la movilización de la derecha en la Plaza de España, siete días después, la actualidad se resumía en una manoletina firmada por Morante de la Puebla que, según cuentan las crónicas, abrió a hombros la Puerta Grande en una tarde magistral en la Plaza de Toros de las Ventas.
Mientras Morante de la Puebla dibujaba chicuelinas y definía molinetes, el presidente argentino Milei era ovacionado en el Palacio de Vistalegre como una estrella de rock durante la celebración del Madrid Económic Forum. La derecha libertaria y suicida en España convocaba a sus seguidores previo pago del importe de una entrada que iba de los 150 a los 7.500 euros. Vistalegre lucía anarco y esquizo con todo el papel vendido, hasta la bandera. La derecha libertaria española, un suponer, la componen Iker Jiménez, Espinosa de los Monteros, Albert Rivera o Marcos de Quinto. No hay que perder de vista el momento institucional. Durante la tarde del domingo, Milei se abrazó a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y se reunió con Edmundo González, el disidente venezolano que vive asilado en Madrid.
Ayuso había triunfado en la Plaza de España a las once de la mañana y lucía eufórica junto a Milei a las cinco de la tarde. “Tú sí que vales”, coreaba el personal como si el próximo congreso del PP fuera un Got Talent donde a Feijóo se la pueden liar, como en Eurovisión, a la hora de las votaciones. Ese mismo domingo, el diario El Mundo sugería una relación entre la presidenta autonómica y el torero Roca Rey. Como hemos recordado aquí, a la líder de los populares madrileños ya le habrían sugerido hace unos meses que pasara página y todo hace indicar que la ha pasado definitivamente.
Ayuso había triunfado en la Plaza de España a las once de la mañana y lucía eufórica junto a Milei a las cinco de la tarde. “Tú sí que vales”, coreaba el personal como si el próximo congreso del PP fuera un Got Talent
El gran hacedor de Ayuso ha sido Miguel Ángel Rodríguez. No conviene caricaturizar demasiado a la presidenta de Madrid. Su carrera política está estrechamente ligada a la del Secretario General del PP madrileño, Alfonso Serrano, antes que a la de MAR. Tanto uno como otro lo han visto todo, lo han escuchado todo, los han conocido a todos. Alfonso Serrano tiene la habilidad de los tahúres, es capaz de dar apariencia de legalidad al asesinato de una anciana. Con una displicente sonrisa ha sabido despejar siempre cualquier situación comprometida del PP desde el 2003 hasta hoy. Entiéndase por "comprometida" la ringla de casos de corrupción en los que han estado investigados, imputados y condenados los máximos responsables del partido desde el "tamayazo" hasta hoy.
Las vidas de Isabel Díaz Ayuso y Alfonso Serrano se cruzaron en un parlamento en 2011. Fueron diputados de la Asamblea en los estertores finales de Esperanza Aguirre como presidenta de Madrid, fueron testigos del ascenso y caída de Ignacio Rodríguez, contemplaron la fulgurante carrera de Cristina Cifuentes, no se perdieron la mediocre aparición y salida de Ángel Garrido, quien terminaría sus días diluido en Ciudadanos. La trayectoria de Isabel no se entiende sin el acolchado discurso de Alfonso Serrano, del mismo modo que el mullidor trabajo del portavoz del PP no tiene sentido sin la estrepitosa gestión de Isabel.
“Mantener en sangre una dosis de alcohol que te imbuya la impresión de que participas en la vida”. Son las palabras de Miguel Delibes en Señora de rojo sobre fondo gris. Podrían ser las palabras de Miguel Ángel Rodríguez, embebido de melancolía. Al fondo de esa señora, bien podríamos estar hablando del jefe de gabinete de Isabel Díaz Ayuso, el gran visir de la derecha española, según Enric Juliana. MAR siempre se ha empeñado en demostrar que detrás de la gran figura de José María Aznar ha estado él, como un ceramista moldeando el barro del que estuvo hecha la victoria aznarí de 1996. Se diría que quiere repetir la misma hazaña con Ayuso. El problema de MAR es que mide el tiempo en titulares. Juega en las distancias cortas. Su mayor estrategia consiste en sabotear cada comparecencia de Alberto Núñez Feijóo. Por el contrario, el tiempo político de José María Aznar se mide en décadas. El objetivo del primero es convertir a Ayuso en presidenta de todos los españoles, pero en el universo de Aznar la meta es más ambiciosa: refundar la derecha.
La semana pasada se escenificó la ruptura entre Donald Trump y Elon Musk. Ya sospechábamos que el trumpismo y el anarcocapitalismo conjugaban mal. Habrá que ver qué traducción tiene en nuestro país. O Tesla o Morante de la Puebla, lo sabremos en julio. En España hay, si incluimos a Alvise, cinco derechas. En la Plaza de España se concentraron dos: la de Aznar y la de Rajoy, convocados por Feijóo. En el Palacio de Vistalegre se concentraron otras tres: la de Ayuso, la de Vox y la de Espinosa de los Monteros, convocados por Milei. En la Plaza de Las Ventas convergieron todas, a las cinco de la tarde, en la Corrida de la Beneficencia, a mayor gloria de Morante de la Puebla. La marquesa girondina, Cayetana Álvarez de Toledo, el alfil más inteligente y sagaz de José María Aznar en el Congreso de los diputados, fue testigo del pinchazo de la mañana pero también de las dos estocadas certeras del torero a Sacristán y Lírico por la tarde, sin la presencia, por primera vez, en la historia de este festejo, de Felipe VI. Un hilo de oro comunica la concentración de la plaza de España con el libertarismo de Milei y el españolismo barroco de Morante. En ninguno de ellos estuvo presente la mirada perestroika del rey.
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