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Primero tomaremos el Capitolio, luego la calle Génova

Se habla de la gente, pero yo prefiero a las personas, de una en una, en lugar de a granel o en general, y exactamente por la misma razón que prefiero los países a las patrias. Es más fácil hacer que defiendes unos valores si llevas una bandera en la mano, aunque en realidad la uses para ocultar tus verdaderas intenciones y con el fin de que te sigan sin preguntar a dónde: y también es más fácil manipular lo que llamamos opinión pública y encauzar a una multitud, que engañar a un grupo más pequeño y capaz de elegir sus pasos en vez de dejarse arrastrar por una marea humana. Que a acabar con una pandemia se le llame lograr una inmunidad de rebaño, lo explica a las mil maravillas. Si corren dos o diez es una carrera; si corren miles, es una desbandada o, dependiendo de sus modales, una estampida.

¿Qué defienden quienes estos días se manifiestan en defensa de la presidenta de la Comunidad de Madrid? ¿Defienden que trapicheara con su hermano, tal vez sin salirse de la ley pero sí de la moral, para que se llevase comisiones desorbitadas por comprar mascarillas en China, pagadas con dinero de todas y todos, y como le ha recordado su propio presidente, Pablo Casado, en un momento en que morían setecientas personas diarias por coronavirus? ¿Es eso lo que avalan quienes se reúnen frente a la sede del Partido Popular a jalearla y pedir la dimisión de su jefe? Los abajo reunidos saben lo que ha hecho la dirigente regional, aunque no sepan el importe total, porque ella misma ha admitido ya una quinta parte de la cantidad que se ha difundido, así que habrá que deducir que les parece bien. Y también avalan que mienta, porque lo hizo, de manera grandilocuente, ofendida y soberbia, en la propia Asamblea, porque creerá que la mejor defensa es un buen ataque, y lanzó cuchillos verbales a Mónica García, de Más Madrid, que le había echado en cara sus trapisondas a favor de la familia. Hay pocas cosas que indignen más a la o el cínico que oír la verdad. Y como toda lideresa o caudillo tienen sus siervos, en noviembre del año pasado, la presidenta de la Asamblea de Madrid, Eugenia Carballedo, echó del pleno a la diputada socialista María del Carmen López por decir que el hermano de Isabel Díaz Ayuso había hecho lo que ahora admite que hizo la propia Ayuso, la misma que en 2014 pedía “acabar con los clanes familiares en la política”. No se deberían utilizar las instituciones democráticas para cometer abusos de poder más propios de un régimen totalitario.

El otro día, Casado y su segundo, Teodoro García Egea, al parecer descubrieron quién es Isabel Díaz Ayuso, igual que en su momento descubrieron quién era Cayetana Álvarez de Toledo. Sólo ven al lobo cuando les muerde a ellos. Si leyeran más, sabrían que el monstruo siempre termina atacando al doctor Frankenstein. O si tuvieran mejor memoria, se darían cuenta de que lo que ha hecho la actual presidenta de la Comunidad de Madrid es, más o menos, lo mismo que sus antecesoras y antecesores en el cargo, Cristina Cifuentes, Ignacio González y Esperanza Aguirre, unos pasando por la cárcel, otras por los juzgados y otra yéndose, de momento, de rositas, pero resultando todos igual de sospechosos. Hay una corrupción orgánica en ese partido que su actual cabeza visible prometió erradicar, y eso tampoco lo ha hecho. Parece que a los convocados, en la sede nacional en venta de la formación, tampoco les importa eso. Primero tomaremos Manhattan y después Berlín, dice una canción de Leonard Cohen. En estos tiempos de neoliberalismos y neofascismos, hay quienes cambian Manhattan por el Capitolio y Berlín por la calle Génova y santas pascuas.

El otro día, Casado y su segundo, Teodoro García Egea, al parecer descubrieron quién es Isabel Díaz Ayuso, igual que en su momento descubrieron quién era Cayetana Álvarez de Toledo. Sólo ven al lobo cuando les muerde a ellos

Al saltar el escándalo de la pelea a cara descubierta entre Ayuso y su partido, se declaró un incendio en la Puerta del Sol, que hizo necesaria la presencia de los bomberos. Igual estaban quemando algo, pero de cualquier modo, la imagen del humo saliendo de la torre del reloj es un síntoma de que la cosa está que arde. No se sabe quién ganará el pulso, pero sí que es imposible que ninguno lo pierda, dado que las acusaciones que se lanzan desde los dos bandos son gravísimas. Eso sí, da miedo pensar que una y el otro son los mismos que piden que les den los fondos europeos y van en peregrinación a Bruselas a tratar de impedir que esas ayudas lleguen a España ahora que no ostentan ellos el Gobierno. Imagínense qué comisiones podrían repartir entre parientes y amigos, si les cayesen esos millones del cielo. Seguro que mientras se guardaban su parte en la cartera, los convocados en la calle de Génova los aplaudían. 

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