Ultreia

Guárdate tu miedo y tu ira

Daniel Basteiro

1. Porque hay libertad. Desde que comenzó la pandemia, se ha acusado al Gobierno de utilizar el estado de alarma como “una dictadura camuflada de alarma” (Santiago Abascal), de imponer un “mando único dictatorial” (Isabel Díaz Ayuso) o de “coartar la libertad de expresión de los ciudadanos en redes sociales” (sugirió Pablo Casado). Vox llegó a celebrar una manifestación por el centro de varias ciudades, obviando la distancia física para evitar el contagio en plena fase 0, para pedir la dimisión del Gobierno en una fiesta en medio de la pandemia que recordó a su portavoz parlamentario a la celebración de la “copa del Mundo”.

Pese a todos los gritos, el estado de alarma ha sido prorrogado cada 15 días y hasta en seis ocasiones por el Congreso de los Diputados (donde están los representantes de todos los españoles) con más votos a favor que en contra, con el concurso (a veces simultáneo, como este miércoles) de partidos tan diferentes como ERC y Ciudadanos. Pocas cosas hay más lejanas a una dictadura que los consensos cimentados uno tras otro sobre acuerdos parlamentarios, deliberación, entre partidos de derechas e izquierdas, nacionalistas y no nacionalistas, grandes y pequeños, de Gobierno o de oposición.

Los que se desgañitan asegurando que en España las libertades están atacadas o que vivimos en una dictadura lo hacen en los principales medios de comunicación, en los Parlamentos o en la calle con total tranquilidad. Y sí: la lucha por ampliar (y preservar) las libertades debe ser permanente y, en ese sentido, siempre será necesario estar alerta. Las conquistas son reversibles. Pero los que más perjudican la libertad en este país son aquellos que manchan su nombre, y el de los que luchan por ella, abonando la crispación, la polarización y en ocasiones el odio entre españoles y la deslegitimación de las instituciones, algo que va mucho más allá de la obligación de hacer oposición y que responde a un discurso partidista, no al interés general. Por cierto: según cualquier índice internacional (Freedom House, World Justice Project, The Economist), España es de los países más democráticos y con más libertades del mundo. También cuando gobiernan aquellos con los que no estás de acuerdo.

2. Porque no hay elecciones generales a la vista como para caer en la tentación de teatralizarlo todo. Pablo Casado subió este miércoles a la tribuna y apenas habló del estado de alarma. Dedicó la mayor parte de su tiempo a atacar, por tierra, mar y aire, al Gobierno. Tanto por su pecado original, que parece haber sido nacer de una moción de censura (es decir, desalojar al PP), hasta por los ERE de Andalucía o Luis Roldán. Por momentos, parecía que se trataba de un debate sobre el Estado de la nación o incluso de un debate electoral televisado de alto voltaje. ¿Sobre lo que se debatía y votaba, pese a sus importantes implicaciones? Poquito.

infoLibre ha informado en varias ocasiones de la estrategia de Génova, que cree que el Gobierno está agotado y que los efectos de la crisis económica se lo llevarán por delante. Como tampoco se trata de esperar sin más a que el momento llegue, Casado se afana en precipitar las elecciones actuando con una dureza inusitada que ya vimos en el PP tras 2004, cuando los conservadores sintieron que (los españoles) les habían robado el poder con su voto tras el trágico atentado del 11-M. Casado actúa como si estuviera en campaña, algo que alarma a parte de su partido, donde laten sectores moderados y angustiados. Pero, de momento, el Gobierno ha sido capaz de sacar adelante todas sus propuestas. Está por ver si logrará pactar los Presupuestos, pero la capacidad de interlocución (pese a los baches puntuales) ha sido ya demostrada con el PNV, ERC, Ciudadanos, Más País, y otros partidos minoritarios. Sí, el Gobierno de coalición (que está demostrando más cohesión de la que cabría imaginar, visto de dónde veníamos) tiene una mayoría precaria en el Congreso. Es el reflejo de la voluntad de los españoles y, más importante, no se vislumbra alternativa alguna. No hay elecciones, pero… ¿es que queremos más? En el último año ha habido cinco convocatorias, incluyendo dos generales y una crisis de gobernabilidad. Sólo se llega al Gobierno cuando los ciudadanos creen que has hecho una buena oposición.

3. Porque hace daño. La polarización no es nueva, pero ha ido creciendo en la última década como un charco de gasolina a la espera de una cerilla (más aquí). Combinada con la fragmentación política por la aparición de nuevos actores (algo que, en sí mismo, demuestra el carácter integrador del sistema) es un elemento que ayuda a explicar por qué en los últimos cinco años ha habido que repetir dos veces unas elecciones generales, algo que no ha pasado nunca.

La polarización y la crispación son la otra cara del miedo y la ira respecto al diferente y el adversario, que pasa a ser un enemigo. Partidos de muy distinta ideología recurren a ella para lograr atención mediática y cohesionar a sus bases, pero a un precio muy alto: dificultar las oportunidades de consenso y los pactos entre distintos. Cuando la política se reduce a una refriega entre “fascistas” y “estalinistas”, “hijos de terroristas” y “golpistas”, seguido de pataleos y plantes en parlamentos democráticos, malamente se puede lograr el consenso que, por otra parte, han reclamado los ciudadanos desde el inicio de la crisis, como se ve en numerosas encuestas. Una prueba de ello son los órganos del Estado pendientes de renovar, desde el Consejo General del Poder Judicial hasta RTVE, varados en la interinidad por falta de acuerdo. Afortunadamente, sigue habiendo algunos acuerdos en el Congreso (el del Ingreso Mínimo Vital será una inmejorable invitación a repetirlo) o el del diálogo social, que incluye a sindicatos, patronal y una ministra que milita en Izquierda Unida.

4. Porque consume energía necesaria para lo más importante. El 80% de los fallecidos en marzo que vivían en residencias no fueron trasladados al hospital. Son datos de Madrid publicados en exclusiva por Manuel Rico en un nuevo capítulo de la investigación sobre lo que ha ocurrido en las residencias de mayores de toda España. Las cifras son de vértigo y la actuación de las administraciones, en la configuración del modelo y durante esta crisis, necesita un serio escrutinio. La investigación destapada por infoLibre, que incluye la publicación de documentos que hasta ahora no habían salido a la luz sobre la prohibición de derivar a hospitales a determinados pacientes, es uno de esos asuntos donde nos jugamos la dignidad de nuestra sociedad. Por temas como ese sí merece la pena alzar la voz (e incluso hacerse socio de periódicos comprometidos en la tarea), pero no la tendremos si nos quedamos afónicos de tanto gritar.

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