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Son malos tiempos para soñar. Hoy nos toca reconocer, con humildad, la grave derrota del PSOE en Andalucía, analizar sus causas y repensar nuestra acción política para el próximo año. Debemos tratar de ser cada día más coherentes con nuestras convicciones y compromisos y más conectados con la realidad.

Hemos obtenido muy mal resultado en Andalucía (nuestra tercera derrota electoral en un año) frente a un triunfo histórico de Moreno Bonilla, que ha ocupado el espacio del centro-derecha y frenado el protagonismo de Vox. No caben excusas de mal perdedor y debemos ver que se acerca el incendio. 

Las otras izquierdas —que acudieron divididas— sufren una debacle pasando de 17 a 7 escaños. Algo que me preocupa pensando en la estabilidad del Gobierno de España y en las expectativas de cara a las próximas elecciones municipales y autonómicas. Porque las fuerzas progresistas tendremos que sumar.

La reflexión sobre lo sucedido y sus causas exige un debate abierto y autocrítico, desterrando la autocomplacencia y la soberbia. La libre deliberación es imprescindible para levantarnos y fortalecer, desde la izquierda, un proyecto político que aporte confianza a la ciudadanía y que, además, dé continuidad a la regeneración de la democracia.

Se habla de un cambio de ciclo. Yo no creo que haya llegado. Pero sí hay mucho ruido en la política que se mezcla con un horizonte de muy escasa esperanza colectiva y un estado de ánimo descreído en la calle

A pesar de las acertadas políticas sociales aplicadas por el Gobierno en años de pandemia y guerra y de las iniciativas del presidente Pedro Sánchez ante la Unión Europea, lo cierto es que tenemos poca memoria y el reconocimiento a esa labor no se ha expresado en Andalucía. Nos enfrentamos a un problema de credibilidad.

Puede suceder que, en un tiempo de incertidumbres, quien toma las grandes decisiones se desgasta más y los efectos económicos de la guerra en las cosas cotidianas (los precios de la luz, gasolina, comida o la inflación) se prestan a la confusión, a la manipulación de Feijóo y acaban pesando mucho en el estado de ánimo de la ciudadanía.

En una coyuntura marcada por la crisis de la pandemia y la guerra, en un escenario político dominado por la crispación y las incertidumbres, gobernar no es tarea fácil. Solo la humildad y la coherencia con los objetivos de una democracia justa nos ayudarán a no cometer errores.

Se habla de un cambio de ciclo. Yo no creo que haya llegado. Pero sí hay mucho ruido en la política que se mezcla con un horizonte de muy escasa esperanza colectiva y un estado de ánimo descreído en la calle ante un panorama plagado de retos y dificultades.

Todo ello desgasta a la izquierda en el gobierno que ha de esforzarse en recomponer su unidad con inteligencia y sin tensiones, afrontar con decisión los compromisos pendientes, educar en la resiliencia y proyectar una acción política basada en la integridad, la coherencia y la ilusión. Aún estamos a tiempo.

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Odón Elorza es diputado del PSE/PSOE por Gipuzkoa

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