Cultura y democracia

Inmaculada Ballesteros

Estamos pasando una temporada cargada de acontecimientos. Las temperaturas extremas de este verano no han conseguido frenar el cúmulo de hechos que se van sucediendo de cara a las próximas elecciones generales del 23J. Son numerosos los temas que están en el debate de los partidos y de la ciudadanía, que muchas veces asiste atónita a situaciones algo bizarras.

Todo apuntaba a que el segundo semestre de 2023 estaría centrado en la agenda de la presidencia española del Consejo de la UE. Sin embargo, la realidad dio un giro los últimos días de mayo y los ecos de Bruselas nos quedan bastante lejanos. Para la cultura, la agenda se ha centrado en que el resultado de las urnas del próximo domingo permita continuar con la recuperación iniciada después de la pandemia, y conservar un Ministerio de Cultura que ha resultado esencial para poner voz a cuestiones básicas como el Estatuto del Artista, la protección de la propiedad intelectual y la diversidad cultural. Pero, sobre todo, en garantizar la libertad de expresión artística como base de nuestra democracia.

En noviembre de 2022 el Consejo de la Unión Europea adoptó el plan de trabajo sobre cultura para el periodo 2023-2026. Entre las cuatro prioridades que recoge, destaca la de favorecer la participación cultural y el reconocimiento del valor social de la cultura. Para ello, se plantean acciones que muestren los vínculos entre la cultura y la democracia que se sustentan en la participación cultural. Esta relación se ha demostrado con análisis que vinculan la participación cultural con el ejercicio del derecho al voto, el aumento de la participación en el voluntariado social y en la mejora de la confianza en las instituciones y de la empatía social.

Aceptar la enorme diversidad en la que vivimos solo puede ser posible si desarrollamos conexiones entre diferentes grupos sociales. La participación cultural ofrece espacios para que las diferentes identidades se expresen, se mezclen y se conozcan

Matarasso demostró en 1997 que las artes y la cultura fortalecen los procesos educativos, la cohesión social y el desarrollo comunitario, lo que genera un mayor compromiso individual con la sociedad. Asimismo, una investigación del National Endowment of the Arts de 2008 encontró un vínculo entre la participación de las poblaciones que asisten a eventos artísticos y el compromiso con otro tipo de actividades cívicas y sociales, con independencia de los factores socioeconómicos.

Ante esta evidencia científica, deberíamos preguntarnos cuál es el objetivo de aquellos que pretenden recortar los presupuestos asignados a la cultura y reducir la participación cultural de la ciudadanía.

En España, el derecho a participar en la vida cultural está reconocido por la ratificación en 1977 del Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, y por el artículo 44 de la Constitución de 1978. Esto conlleva la obligación de que los poderes públicos garanticen recursos y medios adecuados para que la ciudadanía tenga acceso a una oferta cultural diversa. La participación a través de la cultura comunitaria ha demostrado ser un elemento esencial del fortalecimiento de nuestra democracia. La principal red nacional que acoge espacios y agentes culturales comunitarios (REACC) da cuenta de ello, desarrollando sus acciones a través de los diferentes nodos territoriales y enlazando con la red europea a través de Culture Action Europe.

Aceptar la enorme diversidad en la que vivimos solo puede ser posible si desarrollamos conexiones entre diferentes grupos sociales. La participación cultural ofrece espacios para que las diferentes identidades se expresen, se mezclen y se conozcan. Poner freno a estas dinámicas puede llevar a situaciones tan dramáticas como la que atraviesa Francia. Ahora que lo sabemos, no permitamos que pase.

En palabras de Marta Nussbaum, la cultura tiene el poder de construir democracias capaces de superar el miedo y la sospecha, creando un mundo en el que valga la pena vivir.

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Inmaculada Ballesteros es Directora del Observatorio de Cultura y Comunicación de la Fundación Alternativas.

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