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La epidemia de ciudades franquicia

Odón Elorza

Nos acercamos a unas reñidas elecciones municipales y por transparencia democrática cada candidatura a las alcaldías deberá enseñar sus cartas a la ciudadanía. Entre los compromisos necesarios se encuentran los referidos a la defensa del patrimonio local, la calidad del paisaje urbano, el apoyo al pequeño comercio tradicional y la sensibilidad hacia el tratamiento y buen uso de los espacios públicos.

En resumen, se deben ofrecer compromisos claros sobre estrategias en defensa de los valores y las señas de identidad local para frenar el avance de las ciudades franquicia y la despoblación de los cascos históricos convertidos en parques temáticos para el turismo.

De vuelta a casa, tras dimitir en enero como diputado del PSOE por Gipuzkoa después de once años de vivir a caballo entre San Sebastián y Madrid, me tropiezo aquí con esa epidemia, mezcla de vulgaridad y especulación urbanística, muy presente en nuestras ciudades. Esta reflexión es consecuencia de una decisión insostenible que ha tomado el Ayuntamiento donostiarra.

Van a levantar, vaciando una ladera, un artefacto comercial de nueve plantas y 23.000 m2 para abrir otro gran supermercado —aunque ya existen dos al lado—, un restaurante, locales para franquicias y cuatro plantas de parking. Tendrán que excavar 46 metros en roca para una obra de tres años y fuertes afecciones a las casas y calles del entorno. Por otra parte, el nuevo aparcamiento de rotación, en contra de la filosofía medioambiental de crear un área central de bajas emisiones, provocará una mayor atracción y circulación de vehículos.

Lo más grave es que este centro comercial lo harán en un espacio tan simbólico como la actual ladera verde de la colina de San Bartolomé. Un sitio significado en la memoria de la historia de San Sebastián y que representa un paisaje urbano singular. Se trata de un “conjunto protegido” por el Plan General de Urbanismo, aunque el Ayuntamiento se salte sus propias normas, formado por el convento, iglesia, muro y ladera del cerro de San Bartolomé. Se encuentra en pleno centro de la ciudad y a tres manzanas de la playa.

Sufrimos la despersonalización de las ciudades con pérdida de elementos de su memoria e identidad, los procesos de expulsión de vecinos del casco con la gentrificación y una oferta comercial homogénea y colonizadora. Fenómenos que han producido las ciudades franquicia. Ciudades clonadas, con pérdida de valores cívicos e indefensas ante la compra de edificios enteros por millonarios rusos o árabes, multinacionales, fondos de inversión y especuladores. Lo extraño es que se habla poco de los efectos de esta contaminación que viene de la mano de la globalización y se acompaña de la proliferación de enormes bazares chinos low cost; otro fenómeno a analizar.

Sufrimos la despersonalización de las ciudades con pérdida de elementos de su memoria e identidad, los procesos de expulsión de vecinos del casco con la gentrificación y una oferta comercial homogénea y colonizadora

No puedo contener mi rabia al comprobar que el Ayuntamiento se presta a ello solo para obtener más plusvalías. Recalco que buscan más aprovechamientos urbanísticos en el área de San Bartolomé, una zona que se encuentra al límite de su densidad y exprimidas sus plusvalías.

Esta actuación la pusimos en marcha en 2009 y ha permitido 160 realojos de vecinos, el traslado de las instalaciones de la Policía Nacional, reubicar un colegio privado, mejoras varias y 534 nuevas viviendas de precio libre. El beneficio económico obtenido por la sociedad mixta, en la que participa el Ayuntamiento con un 37%, es óptimo. No se justifica incrementar el volumen construido ni culminar la rehabilitación urbanística y social del barrio con este esperpento, ejemplo de avaricia y nula creatividad.

Sin embargo, el Centro Comercial lo propuso y tramitó en 2013 el entonces alcalde de Bildu. El PNV continuó en 2015 las modificaciones de normas de planeamiento y quiere desarrollarlo a toda costa, sin debate público ni una consulta ciudadana. Demuestra así que sin una idea clara sobre el modelo de ciudad se deja llevar por las tendencias colonizadoras y las conveniencias de los poderes económicos locales. El interés general y la transparencia no cuentan.

Frente a la intervención que se pretende y denuncio, la alternativa lógica consiste en rediseñar la ladera como un jardín inclinado para realzar con un mar florido esa parcela en el Ensanche Romántico de San Sebastián. Un jardín inclinado no rompería la visión integral del conjunto de elementos protegidos y sería una actuación ejemplar en favor de la calidad del paisaje urbano.

Es cierto que la ciudadanía está sometida a un clima político de crispación, a muchas incertidumbres que nos quitan el sueño y a graves problemas que afectan a la vida cotidiana. Esa realidad hace que mucha gente se distancie de la política. Por eso, debemos aprovechar este periodo preelectoral para interesar a la ciudadanía y abrir el debate sobre el modelo de ciudad que queremos. Un debate que va mucho más allá de las luces de navidad.

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Odón Elorza es ex diputado del PSOE y licenciado en Derecho.

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