"Inviertan más en petróleo", le dijo la sartén al cazo

Antonio García-Amate

Contradicción a la vista, grité cuando pude echarle un vistazo al nuevo informe publicado por la International Energy Agency (IEA) titulado “The Implications of Oil and Gas Field Decline Rates”. La institución que hasta el momento proclamaba la eliminación de cualquier nuevo proyecto de petróleo y gas para cumplir con el 1,5 ºC, hoy dice (con preocupación) que sin una inversión sostenida en el tiempo, el mundo perdería al año la producción de combustibles combinada de Brasil y Noruega (link). En teoría, ¿la demanda de combustibles fósiles no iba a caer de forma estrepitosa en un futuro cercano? Entonces, ¿para qué esta llamada de atención a invertir más y que la oferta de petróleo y gas aumente? Ellos mismos se retractan: para sostener la producción actual hasta 2050, deben extraer más de 45 millones de barriles diarios y casi 2.000 billones de metros cúbicos. Esto, bajo un criterio puramente económico, se extrae si se vende; si no, no. Creo que hasta ahí estamos todos de acuerdo. Veamos con algo más de detalle algunos datos del informe.

Mi sorpresa fue en aumento cuando decidí indagar algo más en los datos. Se calcula que la caída (solo con la inversión de mantenimiento para la producción actual) puede llegar a ser de un 5,6% para el crudo convencional y del 6,8% para el gas. Sin ningún tipo de inversión (ya sea de mantenimiento o exploración de nuevos pozos), la caída sería del 8% y del 9%, respectivamente. Si buceamos en los datos, vemos que, por tipología de recurso, las mayores caídas se centran en offshore (10,3%) y crudo no convencional (más del 35%). Es curioso, teniendo en cuenta que actualmente Estados Unidos y otros están centrando todos sus esfuerzos en shale oil (un tipo de petróleo no convencional). El mar del Norte, la zona con más recursos de combustibles de Europa, es puramente offshore. Esto, bajo los datos del informe, obliga a invertir más para mantener únicamente los niveles de producción actuales.

Parece que la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) reivindica a la IEA que ese mensaje de urgencia por invertir en nuevas exploraciones lo dijeron ellos hace mucho tiempo (link). Y no deja de ser cierto. Los expertos en la materia se preguntarán si la IEA está empezando a utilizar su influencia para ser protagonista de un cambio en la normativa climática que permita una mayor gestión del riesgo de la oferta, para evitar una posible falta de suministro dada la creciente demanda para los combustibles fósiles.

La seguridad energética para miles de millones de personas está en juego. Dejémonos de cuestiones políticas (o politizadas) y asumamos la realidad por muy cruda que sea, nunca mejor dicho

Siguiendo con la lectura del informe, hubo un momento en que dije: “estos no se aclaran”. Y es que en la proyección de escenarios, el informe indica que en el escenario de descenso de la demanda no haría falta ningún tipo de proyecto a largo plazo. Y, a su vez, y como tesis central del informe, señala que, en un mundo tal y como lo conocemos, nos quedaremos sin oferta para cubrir la demanda si no se invierte más en exploración petrolífera. Esto último deja, claramente, la puerta abierta a nuevas inversiones, algo que hasta el momento la IEA no ponía como tesis central de un informe publicado por ellos. De hecho, no paran de negarlo hasta la saciedad (link). Ahora, gracias al informe, el titular va a ser: “necesitamos 45 millones de barriles diarios nuevos hasta 2050”. De verdad, ¿creéis que la IEA no ha valorado el impacto que este titular puede tener en los mercados? Yo juraría que sí. Es más, apostaría a los intereses internos que la organización “pro protección del clima” tiene en el sector del petróleo y el gas. Por lo tanto, ¿cuál es el punto entonces? ¿Clima o petróleo? Siguiendo el refranero español: “Teta y sopa no caben en la boca”. Apúntenselo, señores de la IEA.

En definitiva, y poniéndonos serios, la institución debería ser menos ambigua en el lanzamiento de sus mensajes. Es cierto que hay un problema de oferta y de inversión en nuevos pozos petrolíferos. Esto no es un problema en sí mismo; es un problema porque la demanda de recursos fósiles se incrementa año tras año. Ese mensaje, queramos o no reconocerlo, hay que mantenerlo. La seguridad energética para miles de millones de personas está en juego. Dejémonos de cuestiones políticas (o politizadas) y asumamos la realidad por muy cruda que sea, nunca mejor dicho. Y, en el camino, conectando con la otra cara de la IEA, invirtamos en tecnología que nos permita reducir el impacto medioambiental de esas nuevas extracciones necesarias para el futuro. Si lo asume un simple columnista, dudo mucho que no pueda hacerlo una institución como la IEA.

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Antonio García-Amate es profesor de finanzas en la Universidad Pública de Navarra (UPNA) e investiga sobre energías renovables y gas.

Antonio García-Amate

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