Poco pasa

Un bombón chupado nos recordó hace unos días lo tonta que era la vida en la corte de los zares. Una operaria del Hermitage dio cuenta en Instagram de un raro hallazgo cuando hurgaba en un vestido de la duquesa Ksenia Aleksándrovna, que por si alguien no lo sabe era hermana de Nicolás II. En una de las mangas descubrió un dulce aplastado. Al parecer la aristócrata le arreó un mordisco en uno de esos aburridos bailes de disfraces que se organizaban en palacio. Y luego lo metió entre las telas de su enésimo vestido de aquel año y se olvidó. Allí habría estado camuflado el bombón durante el asalto al mismísimo Palacio de Invierno, la victoria bolchevique, la proclamación de la dictadura del proletariado, la momificación de Lenin, la batalla de Stalingrado, la crisis de los misiles, los conciertos de Raphael, la caída del muro de Berlín, el estreno en HBO de Chernóbil… hasta que la diligente funcionaria de Vladimir Putin acabó con esta cápsula del tiempo de chocolate.

Una pastilla juanola escondida en el dobladillo de la chaqueta puede poner del revés 2022 y provocar que Abascal presida el Gobierno con Ayuso de vicepresidenta para la Madrileñización de España

Todos nos hemos encontrado objetos inquietantes en los bolsillos de ropa que ya no usábamos. Lo que desconocíamos es que una pastilla juanola escondida en el dobladillo de la chaqueta puede poner del revés 2022 y provocar que Sánchez adelante las elecciones a la primavera y Vox gane por un voto al PP. Que Abascal presida el Gobierno con Ayuso de vicepresidenta para la Madrileñización de España. Rocío Monasterio recupere la Sección Feminista. Sánchez Dragó aterrice en Cultura, de la que dependerá el Instituto Muñoz Seca, remedo del Cervantes. Hermann presente todos los telediarios, incluidos los de los fines de semana. Pitingo, en el Ministerio de Universidades, claro. Macarena lleve la cartera de Memoria Orgánica, ocupada en releer a la Generación del 27 y los Novísimos para incorporar a sus poetas al movimiento Ahora votarían a Vox. Juan Carlos I destrone a su hijo por poco Borbón y regrese a Zarzuela con su corte de príncipes de los creyentes, traficantes de armas y tenistas ejemplares. ¿Y Cataluña? Buf, en eso mejor no vamos a recrearnos.

Poco pasa… suele decirme por detrás de la mascarilla un camarero de Lavapiés mientras sirve el café y comenta brevemente lo mal que va todo. Para lo que podría pasar, sentencia tras derramar la última gota de leche en la taza. Ya saben, intenten no olvidarse estos días algún ejemplar de surtidos Martínez en los bolsillos. Luego no se quejen –o quizás disfruten si el futuro pasa por el río Neva– de lo que suceda en los próximos meses. ¡Feliz año!