Quiero mi independencia, quiero mi casa

Ignasi Conesa

Casa, home, keli, etxea, llar, maison, llariega, borda… No importa cómo se llame o cómo se pronuncie. Los y las jóvenes la necesitan para poder iniciar su futuro y sus expectativas de vida. En nuestro país, casi ocho de cada diez personas comparten vivienda. Entre los 18 y los 21 años con más de cuatro personas, según el Consejo de la Juventud de España. Los y las que conformarán el futuro deben tener la garantía de que podrán emanciparse, enfrentarse a sus aciertos y problemas con independencia. Todos con la posibilidad de formar lo que consideran que son sus vidas, cada uno y cada una con sus retos y sus miedos. Porque sus oportunidades y sus éxitos serán los de la sociedad actual y de las próximas décadas. 

Los poderes públicos debemos garantizar que todos tengan la oportunidad de poder crear su hogar. Ese es uno de los objetivos de las fuerzas de izquierda. Porque estamos comprometidos con todos los jóvenes: la política debe aplicar el artículo 47 de la Constitución y debe poner a disposición todos los medios para que las políticas que se apliquen estén, además, dirigidas a convertir la vivienda en el quinto pilar del Estado de bienestar. 

Los datos evidencian el reto: el 42% de los jóvenes emancipados paga más de 700€ por una vivienda completa. En Madrid o Barcelona este porcentaje aumenta hasta el 70%. Recuerden que es vivienda completa. Porque si generalizamos, una persona joven debe destinar al mes, en promedio, casi 470€ para pagar su hogar. Es una cifra muy elevada, teniendo en cuenta que cuatro de cada diez jóvenes ingresan menos de 1.000€ al mes. Es decir, la mitad de sus ingresos –de media– destinados a pagar su vivienda. 

No es de extrañar, por tanto, que los y las jóvenes reclamen que se les escuche y se den soluciones a esta complicada situación. Porque igual que aceptamos que la salud, la educación, servicios sociales o pensiones permiten cohesionar y prosperar a nuestra sociedad, la vivienda debe ser un bien de derecho más. Y así lo defiende el Partido Socialista. 

Junto a los estudios, nos encontramos con una política de vivienda de confrontación y no de colaboración. Otra vez. Los partidos de la derecha, en lugar de trabajar por el entendimiento, utilizan las dificultades en esta materia para atacar al Gobierno. Tenemos comprobado que estos partidos no creen en las políticas de derechos: ven negocio en todo y la vivienda es uno más. Votan siempre contra todo lo que represente una mejor protección social de la mayoría. Los y las jóvenes necesitan políticas valientes, dejando atrás las políticas fracasadas de otras épocas y que algunos intentan recuperar. 

Igual que aceptamos que la salud, la educación, servicios sociales o pensiones permiten cohesionar y prosperar a nuestra sociedad, la vivienda debe ser un bien de derecho más

Olvidemos recetas antiguas y facilitemos vivienda asequible para la juventud, aprovechando las variadas formas de acceso: alquiler, compra, derecho a superficie, en cooperativa, alquiler con derecho a compra… No existe una única solución. Tampoco el Gobierno central tiene todas las competencias. De ahí que la colaboración entre las autonomías y los municipios sea primordial. Tenemos que lograr que la vivienda sea un elemento que no provoque disfunción entre las aspiraciones de los jóvenes. 

Debemos continuar abordando y profundizando en las políticas que está aplicando el Gobierno de España. Hay que aprovechar las ventajas que proporciona la primera ley de vivienda de la democracia y que permite instaurar zonas tensionadas, facilita el control de precios de alquiler, favorece las ayudas para jóvenes, avales y desgravaciones fiscales. Debemos seguir apostando por la construcción de vivienda asequible para la mayoría, incidir en la permanencia de la cualificación de la vivienda pública y dialogando con el sector para que se implique al máximo.

Todo con los jóvenes como uno de los principales objetivos, sin dejar de lado, por supuesto, a nadie. Si conseguimos facilitarles un entorno adecuado, unos servicios a la altura y un transporte público de calidad; si le sumamos las políticas progresistas de aumento del salario mínimo, aumento de becas o conciliación laboral, habremos cumplido con el objetivo esencial para obtener una comunidad cohesionada socialmente. 

Pero hay que estar alerta. Tenemos ejemplos en el mundo y en España donde existen apuestas políticas de progreso que están en peligro. Existen actores sociales y políticos que aprovechan la incertidumbre de la juventud para enviar mensajes de odio y enfrentamiento ante la falta de expectativas. Por esto, creemos que las políticas de avance y progresistas en vivienda darán certidumbre y desmontarán estas tendencias peligrosas que acostumbran a dar respuestas simples a problemas complejos. Los y las jóvenes tienen que ser conscientes de que las políticas de progreso serán las que apostarán por la búsqueda de soluciones a sus demandas y que las aventuras desinformativas, en cambio, solo provocarán un agravamiento de la compleja situación. 

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Ignasi Conesa es Diputado por Barcelona y Portavoz de Vivienda del Grupo Socialista.

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