Foro Milicia y Democracia

Prohibido opinar a los militares de política …. excepto por WhatsApp

Enrique Vega

Empezaré admitiendo que soy de los que creen que es legítima la duda sobre si los militares deberían poder manifestar públicamente opiniones políticas fuera de sus actividades y responsabilidades profesionales o no. Incluso, que me inclino porque así sea, porque puedan.

Dicho esto, me gustaría hacer tres primeras observaciones:

1. No es esta la postura de las actuales autoridades españolas, que no sólo mantienen en vigor la LO 9/2011, de 27 de julio, de derechos y deberes de los miembros de las Fuerzas Armadas., que en su artículo 7 dice: "El militar está sujeto al deber de neutralidad política. … mantendrá una estricta neutralidad pública en relación con la actuación de los partidos políticos". Sino que la han aplicado recientemente en varias ocasiones. De las que, quizás, la más conocida, sea la apertura de expedientes disciplinarios a firmantes de un manifiesto, hecho público, reivindicativo del general Franco y de su dictadura, cuyo resultado absolutorio o condenatorio se desconoce si ya se ha producido. Y la apertura de expedientes disciplinarios a firmantes de un contramanifiesto refutando lo preconizado en el anterior, cuyo resultado conocido hasta ahora ha sido la rescisión del contrato (expulsión) del cabo Santos Soto.

2. Por otra parte, también se ha hecho público, con ocasión de un forzado malentendido (forzado porque no había tal malentendido, sólo se quiso hacer que lo pareciera), que la Guardia Civil está monitorizando las redes sociales en busca de mensajes que pudieran suponer un perjuicio para la salud de la población en estos delicados momentos de pandemia.

3. Momentos de pandemia, en los que se han visto proliferar mensajes brutalmente agresivos e insultantes, e incluso en muchos casos obscenos, contra el Gobierno, contra las personas que lo componen, contra los partidos políticos que lo sustentan e, incluso, contra los profesionales sanitarios que los asesoran, en grupos de WhatsApp y blogs de militares (de promociones, de asociaciones de antiguos…, de estudio y reflexión, etcétera). Expresiones como asesinos, traidores o corruptos han sido, y siguen siendo, frecuentes. Las llamadas al “ya está bien, salvemos a España”, también. Intercalado todo ello con fascinantes bulos, cuya propia exageración incita a mirarlos con una cierta desconfianza a cualquier persona con un mínimo de información y sensatez. Y, cómo no, todo enmarcado con una bandera de España como fondo o rodeado de pequeñas banderitas rojigualdas.

He aquí, a modo de muestra, algunas “perlas” de esta poesía digital: “El confinamiento como experimento totalitario”, “Con estas pavorosas restricciones de las libertades, los yonquis del gobierno están midiendo la capacidad de aguante de los ciudadanos españoles para después ….”, “Ser de derechas es desear la recuperación de Anguita, ser de izquierdas es desear la muerte de Ortega Smith”, “La España orwelliana de Sánchez”, etc. Y sólo estoy citando la idea base de estos mensajes, dejo a la imaginación del lector el tenor del contenido entero.

Pero si hay alguna “perla” que realmente merece la pena citarse, por el asombro que produce, es la incitación al incumplimiento de las medidas dictadas. Con ocasión de las caceroladas antigubernamentales iniciadas en el centro de Madrid, apareció un WhatsApp (entre militares, ¡olé! la disciplina) encabezado como “Recomendaciones ante la identificación policial”. En él, se recomienda no ir identificado porque “si no estás documentado tendrán que trasladarte a comisaría” y allí “debes pedir el habeas corpus” y “complicarles la vida diciendo que estás indispuesto, solicitando que te lleven al médico” (¿no suena a conversación entre delincuentes comunes?), con todo lo cual “tendrán que vaciar la calle de patrullas, se desmoralizarán los agentes y se desbordarán las comisarías…. y los servicios sanitarios” (¿no suena a conversación entre terroristas?). “Con todo ello, se arruinará la reputación del Gobierno, vinculando la actuación de la policía con la de la policía bolivariana”.

Nadie es responsable del WhatsApp que recibe, pero sí el que lo reenvía.

Visto esto, comienzan a surgir las preguntas: ¿Han detectado las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado o los servicios de información interior de los Ejércitos y la Armada este tráfico? ¿Han informado a quien debieran? ¿Constituyen, al menos, algunas “perlas” de este tráfico falta o delito de injurias o de odio? ¿Atentan contra el deber de neutralidad política impuesto a los militares por la LO 9/2011 de “derechos y deberes de los miembros de las Fuerzas Armadas”? ¿Está previsto hacer algo por las autoridades del Ministerio de Defensa como se actuó en el caso de los manifiestos citados anteriormente, ni siquiera referidos a autoridades actuales, sino del pasado?

No, no nos asustemos, no se trata de que alguien esté preconizando, mucho menos preparando, un golpe militar, de Estado o de timón. No son tiempos y la lealtad constitucional de nuestras actuales Fuerzas Armadas está fuera de toda duda.

El peligro radica en que ciertas fuerzas políticas (de hecho, el programa de Vox ha circulado por algunas de estas redes), que a lo mejor son la fábrica de donde salen todos estos mensajes, puedan aprovecharlo para sacar rédito político o electoral, alegando el “¿veis como nuestra idea del patriotismo y de España es la auténtica; coincide con la de los militares, tradicionales depositarios de estos valores?”, confundiendo patriotismo con patrioterismo y España con su visión militarizada de España. Y creando la falsa impresión de que, en España, sí es posible un golpe militar, de Estado o de timón, y que sólo confiando en ellos se podría evitar, porque los militares sí confían en ellos. Propaganda que los militares debemos desmentir, en vez de alentar, para evitar que se nos utilice.

Y no se olvide que las fuerzas políticas españolas ultranacionalistas, católico-integristas y conservadoras necesitan de estas fuerzas para gobernar, por lo que no pueden más que satisfacerles con ciertas concesiones.

Concesiones como una cada vez mayor autonomía militar respecto al Gobierno (a nadie le amarga un dulce), que nos recordaría viejos tiempos, una cada vea mayor privatización de la sanidad, la enseñanza o la dependencia, el olvido del cambio climático, el endurecimiento de leyes laborales, de orden público y antimigratorias, mayores restricciones a la libertad sexual o el aborto, mayor empoderamiento de la Iglesia católica, o una cada vez mayor capacidad del Gobierno para ilegalizar partidos, movimientos, sindicatos u organizaciones de la sociedad civil, que se puedan torticeramente llegar a considerar como antiespañolas, anticatólicas o antiliberales. Es decir, un progresivo regreso a los viejos tiempos revestidos de actualidad.

Enrique Vega Fernández es coronel de Infantería (retirado)

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