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XII Cumbre España-Marruecos

Sánchez busca apaciguar a Marruecos antes de su presidencia de la UE en pleno desafío de Rabat a Bruselas

Archivo - Pedro Sánchez durante su reunión con el rey Mohamed VI en Rabat

“La única forma de relacionarnos” con Marruecos, “nuestro vecino inexorable”, “es desde el respeto mutuo. Y eso hay que construirlo tragando saliva o sapos si hace falta, pero hay que construirlo”. El eurodiputado socialista Fernando López Aguilar no pudo ser más sincero al justificar la semana pasada la razón por la que el PSOE votó en contra de una resolución en el Parlamento Europeo, pactada por los grandes grupos, incluido el socialdemócrata, que denuncia el deterioro de la libertad de prensa en el país magrebí y da credibilidad a las sospechas acerca de la participación de Marruecos en una trama de sobornos para ganar peso político en las instituciones europeas. La resolución salió adelante con el voto a favor de 356 votos a favor, 42 abstenciones y 32 votos en contra: los de los eurodiputados socialistas españoles, una docena de parlamentarios de ultraderecha y varios no inscritos.

Lo ocurrido en Estrasburgo es sólo el último ejemplo, el más reciente, de las cesiones que ha tenido que hacer el Gobierno de España para reconstruir la maltrecha relación con nuestro vecino del sur antes de que Pedro Sánchez asuma la presidencia de turno de la Unión Europea, el próximo 1 de julio. Y antes, por supuesto, de que termine la legislatura y tenga que rendir cuentas en las urnas. 

Moncloa confía en culminar con éxito esta compleja travesía con la celebración, el miércoles y el jueves de esta semana en Rabat, de la XII Reunión de Alto Nivel España-Marruecos. Una cumbre bilateral que no se celebraba desde hace casi ocho años, cuando el presidente era Mariano Rajoy, y que lleva casi cinco años aplazándose, siempre a instancias de las quejas y las demandas de Rabat.

La presión de Marruecos sobre España comenzó el 10 de diciembre de 2020. Ese día, Donald Trump, entonces presidente saliente de Estados Unidos, reconoció la soberanía marroquí sobre el Sáhara a cambio del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Marruecos e Israel. Y Rabat, también ese día, suspendió la celebración de la RAN que iba a tener lugar una semana después, alegando los inconvenientes causados por la pandemia.

Aquel día el vecino del sur inició un pulso con el Gobierno de Sánchez para obligarle a modificar la posición oficial de España sobre el Sáhara. La presión fue aumentando progresivamente, como demuestra la llegada cada vez mayor de pateras procedentes de las costas marroquíes y del territorio saharaui ocupado, hasta culminar el 17 de mayo de 2021 cuando Marruecos facilitó, deliberadamente, la entrada irregular de aproximadamente 8.000 personas, 1.500 de ellas menores de edad. Un desafío en toda regla que el Gobierno marroquí planteó como una protesta por la decisión de la Moncloa de de dar atención hospitalaria al líder del Frente Polisario, pero que en realidad, según todos los expertos consultados por infoLibre, no buscaba otra cosa que torcer el brazo de España para que abandonase su tradicional neutralidad y tomase partido a favor de Marruecos en el contencioso del Sáhara.

La maniobra surtió efecto. Para apaciguar a Marruecos, el Gobierno de Sánchez pactó una declaración en la que España asumió por primera vez “la propuesta marroquí de autonomía presentada en 2007 como la base más seria, creíble y realista” para resolver el futuro del Sáhara. Y enterró, quizá para siempre, la política de neutralidad activa que España había seguido hasta entonces, con el PSOE y con el PP y que consistía en la defensa exclusivamente de una solución “mutuamente aceptable” en el marco de las resoluciones de Naciones Unidas.

Hacia la normalización

A partir de esa declaración, suscrita el 7 de abril de 2022, España y Marruecos han ido dando pasos en busca de una normalización de las relaciones entre ambos países. A finales de año, asegura Exteriores, todos los grupos bilaterales de trabajo que, en algunos casos llevaban 15 años sin reunirse, están completamente activos y arrojando resultados.

La primera consecuencia ha sido una reducción de los flujos de migrantes, la mayor registrada en Europa. Un asunto central de la reunión programada para esta semana, en la que el intercambio de información antiterrorista tendrá también un gran protagonismo, especialmente después del ataque protagonizado por un joven marroquí en la localidad gaditana de Algeciras.

Las numerosas operaciones contra el terrorismo yihadista desarrolladas a lo largo de 2022 han puesto de manifiesto la importancia que adquiere, por un lado, una adecuada coordinación entre esas agencias y, por otro, una efectiva cooperación internacional, particularmente en el ámbito de la UE –incluida la aportación de Europol—, y con los vecinos del sur en el espacio del Mediterráneo occidental: Argelia y especialmente –dado el predominio de personas de origen marroquí entre los yihadistas activos dentro del territorio español– Marruecos. 

La delimitación de las fronteras marítimas y aéreas en las Islas Canarias, el refuerzo de las relaciones económicas y la apertura de aduanas en las fronteras de Ceuta y Melilla completarán la agenda de la Reunión de Alto Nivel programada para esta semana.

Pedro Sánchez quiere zanjar definitivamente las diferencias con Marruecos antes de asumir la presidencia de la Unión Europea. No lo tendrá fácil. Su posición en relación con el Sáhara es débil. El PSOE se ha quedado en minoría en el Congreso en este asunto y a Rabat no acudirá ningún ministro de Unidas Podemos. Su deseo de dar prioridad durante su presidencia a la Vecindad Sur está amenazado por la investigación abierta en Bruselas sobre el Catargate, la red de sobornos que cada vez más salpica más a Rabat.

Marruecos se ha cerciorado de hacer ver que su enfado con la UE es mayúsculo. Su gobierno ya ha anunciado una revisión de todas sus relaciones con Bruselas. “La asociación (entre la UE y Marruecos) está afrontando un continuo ataque, sobre todo en el Parlamento (Europeo)”, declaró el ministro de exteriores, Nasrr Burita, la semana pasada.

La Reunión de Alto Nivel con España no puede celebrarse en un momento más delicado. Mientras el Gobierno español viaja a Rabat, el Parlamento Europeo anula o pospone todos los viajes que tenía en los primeros seis meses del año a Marruecos.

El frente europeo

El reino alauita presiona ahora a Bruselas en un contexto de creciente influencia de su rival en la zona, Argelia, gracias a sus reservas de gas. Es a su vecino magrebí, principal respaldo del Frente Polisario, a quien Rabat atribuye en última instancia la resolución del Parlamento Europeo. Así que no es difícil imaginar que Rabat intentará aprovechar se recién recuperada sintonía con España para hacer valer sus intereses en la Unión Europea, que es el origen del 53% de las importaciones de Marruecos y el destino del 66% de sus exportaciones.

Rabat visibiliza lo molesto que está con la condena del Parlamento Europeo, como en su día hizo con la presencia en España del líder del Polisario. Pero en realidad, según los expertos en la política magrebí, busca ventajas en su relación con Bruselas. Desde un reconocimiento a su plan para resolver el contencioso del Sáhara en línea con la posición adoptada por Pedro Sánchez hasta una solución política a la nueva y previsible derrota que su posición está a punto de cosechar en la justicia europea después de la que sufrió en 2021 cuando los tribunales de la UE declararon ilegal la explotación de los recursos naturales del Sáhara por no contar con el beneplácito de la población saharaui y tratarse de un territorio ocupado de forma ilegal por Marruecos. 

El contexto en el Magreb es, en ese sentido, cada vez más complicado. Se ha convertido en el escenario de una creciente rivalidad entre Marruecos y Argelia, que ha salpicado de lleno a España, subraya el informe España en el mundo 2023: perspectivas y desafíos en la vecindad publicado recientemente por el Real Instituto Elcano. La competición argelino-marroquí por la hegemonía regional “recuerda a los peores momentos vividos entre ambos países cuando libraron una guerra en 1963” y “ocurre en medio de una carrera armamentística”. Para 2023, Argelia ha aprobado un gran incremento del presupuesto de defensa (de 9.700 millones de dólares a 22.700 millones de dólares, lo que representa un incremento anual de más del 130%). Marruecos destina cerca del 4,7% de su PIB al sector de la defensa, mientras estrecha vínculos militares y de inteligencia con Israel. Esas tendencias ponen al vecindario sur de España en una situación de creciente inestabilidad y mayor riesgo de que se emplee la fuerza, bien sea como resultado de un accidente o de un cálculo premeditado. Para complicar mas las cosas, el Frente Polisario reafirma su apuesta por la presión militar. La guerra con Marruecos se reanudó hace dos años y nada parece que la vaya a detener a corto plazo. 

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Desde que Sánchez cerró con el rey de Marruecos la hoja de ruta hacia la normalización de las relaciones entre los dos países que debe culminara esta semana en Rabat, su gobierno ha evitado cuidadosamente hacer o decir nada que incomode a nuestros vecinos. Lo más reciente ha sido la votación en el Parlamento Europeo, pero lo verdaderamente llamativo fue la cobertura que el Gobierno español ha dado a la masacre de inmigrantes de Melilla del pasado mes de junio. La versión oficial del Ministerio del Interior es que tanto la actuación de los gendarmes marroquíes como de las fuerzas de seguridad españolas fue ejemplar, a pesar de las evidencias que sugieren que la mayoría de las muertes fueron consecuencia de la violencia ejercida contra los migrantes y que algunas de ellas tuvieron lugar en suelo español.

¿Qué gana España que haga imprescindible tragar los “sapos“ de los que hablaban el eurodiputado López Aguilar, además de que Marruecos ejerza como barrera de los flujos de migrantes y comparta información relevante sobre el yihadismo internacional? El Gobierno de Sánchez apunta a la apertura de puestos aduaneros en Ceuta y Melilla, una acuerdo alcanzado con Rbat en abril de 2022 pero que sigue pendiente. El ministro español de Exteriores, José Manuel Albares, anunció en septiembre en Nueva York que había pactado con su homólogo marroquí “trabajar en el inicio del paso de mercancías, de manera ordenada y gradual, a través de los puestos aduaneros terrestres en el mes de enero”. No ha ocurrido, pero España confía en que de la reunión de esta semana salga una fecha definitiva.

Fuentes del Ejecutivo resaltan la trascendencia del punto 3 del acuerdo suscrito en abril y que afecta a las dos ciudades autónomas: “La plena normalización de la circulación de personas y de mercancías se restablecerá de manera ordenada, incluyendo los dispositivos apropiados de control aduanero y de personas a nivel terrestre y marítimo”. En el Gobierno valoran la aceptación de esos controles por parte de Marruecos como un salto cualitativo jamás dado anteriormente: “Por primera vez nos ponemos de acuerdo para implementar esos controles aduaneros en Ceuta y en Melilla”, sostienen fuentes diplomáticas que concluyen que el país vecino está llevando a cabo una aceptación de facto de la soberanía española de ambas ciudades. 

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