Más ansiedad con más fármacos: cómo es nuestra salud mental y cómo enfrentamos sus problemas

Un hombre pasea por Pamplona.

El 37,7% de la población española asegura que al menos una persona de su círculo más cercano ha sido diagnosticada con un problema de salud mental. El 17,4% dice que ha sido él o ella misma la que lo ha sufrido. De estas últimas personas, sin embargo, menos de la mitad se trata con un psicólogo (48,7%) y poco más de la mitad lo hace con un psiquiatra (50,5%). Un 18,9% de la población, por su parte, consume actualmente psicofármacos, siendo los más frecuentes los ansiolíticos (consumidos por un 61,9%) y los antidepresivos (47,2%), algo que se explica porque ambos trastornos son los más frecuentes: un 63% de las personas tratadas han tenido diagnóstico de ansiedad y un 56,3% de depresión. Estos dos problemas, además, se encuentran entre el listado de enfermedades crónicas más habituales de la Encuesta Europea de Salud en España.

Las cifras, recogidas en el informe La situación de la salud mental en España, publicado el pasado mes de marzo por la Confederación Salud Mental España, son diferentes a las pocas que se registraban antes de la "eclosión" del covid-19, como indica Nel González, presidente de la organización, que integra a 18 federaciones autonómicas y asociaciones uniprovinciales. "La pandemia supuso un antes y un después", explica. Lo corrobora la psicóloga Raquel Huéscar, que trabaja en una consulta privada en la que, dice, ha habido "un aumento brutal de la demanda". "Mi agenda está cerrada desde hace tiempo y la de mis compañeros también", detalla. "Las listas de espera han aumentado, tanto en lo público como en lo privado", añade Marina Díaz Marsá, vicepresidenta de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental.

Establecer dónde estábamos antes de la irrupción de la crisis sanitaria, no obstante, no es fácil. Antes del "¡vete al médico!" escuchado en el Congreso y de la eliminación del "estigma", como dice Huéscar, de acudir a los profesionales de salud mental, los datos relativos a estos problemas no abundaban. De hecho, el informe de la Confederación Salud Mental España es el primero que se elabora en este sentido. "Intentamos que fuera una valoración que no fuese subjetiva y para ello hicimos este estudio. Era una necesidad porque no había datos", explica González. Aun así, hay estadísticas anteriores que permiten comprender los cambios que ha habido en torno a la salud mental de los españoles.

El Ministerio de Sanidad, por ejemplo, publicó en diciembre de 2020 y con datos relativos a 2017 el informe Salud mental en datos: prevalencia de los problemas de salud y consumo de psicofármacos y fármacos relacionados a partir de los registros clínicos de atención primaria, un documento que, como su propio nombre indica, tiene algunas limitaciones: no contempla la asistencia a los recursos privados. Aun así, se observa que la prevalencia de los trastornos es distinta a la actual.

La ansiedad, que en ese estudio sigue apareciendo como el problema más frecuente, tan solo afectaba hace seis años al 6,7% de la población con tarjeta sanitaria. La depresión, por su parte, solo aparecía en el 4,1%. Tras estos dos problemas, los siguientes con más prevalencia eran la psicosis, que aparecía en el 1,2%, y la demencia, que lo hacía en el 3,2% de la población de 60 años o más.

En aquel momento, además, el consumo de psicofármacos era menor: solo al 26,4% se le había dispensado al menos un envase, aunque el tipo de medicamento sí coincide con los de consumo actual. Así, el 18,9% de las personas que habían tenido una receta de psicofármacos recibió ansiolíticos; el 12,8%, antidepresivos; y el 5,4%, hipnóticos y sedantes.

En cuanto a los jóvenes menores de 25 años, los problemas más frecuentes eran los trastornos hipercinéticos, como tics o temblores (1,8%) y los específicos del aprendizaje (1,6%). Ahora, según el informe La situación de la salud mental en España, el 38,7% de los jóvenes de entre 18 y 24 años declara sufrir estrés de forma regular, y los trastornos que reportan los que han tenido algún diagnóstico son depresión (que aparece en el 56,2% de ellos) y ansiedad prolongada (56,5%). Son, además, el sector poblacional que refiere en mayor proporción intentos de suicidio (31,8%) y autolesiones (30,7%).

Mayelin Rey Brugera es, precisamente, psicóloga clínica en el programa de salud mental infanto juvenil del centro de salud mental de Ciudad Lineal, además de vocal del Colegio de Psicología de Madrid. En conversación con infoLibre, asegura que las autolesiones han aumentado exponencialmente tras la pandemia. "La demanda siempre ha estado relacionada con problemas de comportamiento y emocionales, pero ahora sí que hemos observado un repunte en las autolesiones, que antes de la crisis sanitaria eran excepcionales", explica, aunque detalla que no siempre se hace con ideas de suicidio. "No significa que haya un trastorno asociado, pero sí es un síntoma que hay que observar", lamenta.

Díaz Marsá, desde la psiquiatría, también confirma que hay cada vez más pacientes jóvenes para los profesionales de la salud mental. "Ha aumentado la ansiedad y la depresión en ellos, pero en su caso también se repiten los trastornos de conducta alimentaria y las ideas suicidas", lamenta.

Además del informe del Ministerio de Sanidad, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publicó una encuesta en febrero de 2021 que trataba de averiguar cómo había impactado la pandemia en los españoles. Según los datos que se obtuvieron, solo el 17,5% acudía al psicólogo o al psiquiatra antes de la pandemia por algún problema psicológico, la mayoría de ellos (el 39%) por depresión. Tras la aparición de la pandemia, en cambio, del 6,4% de españoles que pidieron ayuda a profesionales, el 43,7% lo hizo por un trastorno ansioso, el problema que ahora, dos años después de este informe, prevalece.

En aquel momento, además, el 91,1% respondió que antes de la irrupción del covid-19 no consumía ninguna medicación para ningún tipo de problema de salud mental. Quienes sí lo hacían (8,8%), además, consumía en mayor medida antidepresivos (el 53,7%). Tras el inicio de la pandemia, al igual que se dio la vuelta a los trastornos, también se dio al tipo de psicofármacos prescritos: el 5,8% de los encuestos respondió haber recibido una receta de este tipo de medicación y, de ellos, el 58,7% empezó a tomar ansiolíticos.

La sobremedicación, la única 'cura' para la falta de recursos

"La ansiedad, la depresión y los trastornos del sueño se han disparado después de la pandemia. Este tipo de trastornos se conocen como 'suaves' porque no impiden gravemente la vida normal, pero el problema es que se pueden cronificar y provocar un problema más serio. A nivel europeo ha ocurrido lo mismo", explica el presidente de la Confederación Salud Mental España, que alerta de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya ha advertido de que en 2030 la mayor causa de baja laboral será la depresión. "La única solución es abordarlo y la primera intervención es dotar de recursos económicos a la atención a la salud mental", indica, resaltando que, así, invirtiendo sobre todo en atención primaria, se acabará con la "sobremedicación" que soportan actualmente los españoles, critica. Según los datos de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes recogidos por El Mundo, España es el país del mundo con mayor consumo de benzodiacepinas, con unas cifras que se situaron en 2020 en casi 110 dosis diarias por cada 1.000 habitantes. Solo países como Bégica (84 dosis) y Portugal (80), se acercaban.

"España es el país más sobremedicado de Europa y eso es porque los profesionales no tienen otros medios. Para atender a una persona que tiene un problema psicológico hay que citarla pronto, invertir tiempo en ella y que no pase demasiado tiempo hasta la cita siguiente", explica González.

"El aumento de la prevalencia de la ansiedad y la depresión ha hecho que se consuman más psicofármacos, pero es cierto que también influye mucho en esto que no haya suficientes profesionales. La medicación, al final, se justifica por la alta demanda y por el tiempo tan limitado que existe para atender a los pacientes", remacha Díaz Marsá.

En España, según recoge un informe del Defensor del Pueblo publicado en enero de 2020 y que recoge el dato facilitado por el Ministerio de Sanidad en 2018, hay seis psicólogos en el sistema público de salud por cada 100.000 habitantes. En Europa, de media, son 18. Diez años antes, en 2010, había 4,3. El incremento en ocho años, por tanto, ha sido mínimo. Por eso la institución dirigida por Francisco Fernández Marugán calificó de "urgente" que el Gobierno y las comunidades autónomas "estudien cómo incrementar el servicio de atención psicológica que ofrece el Sistema Nacional de Salud". "La demanda en los servicios públicos de salud mental siempre ha sido alta, porque los recursos que tenemos son muy escasos", lamenta Rey Bruguera.

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En cuanto al número de psiquiatras, en España hay 11 especialistas por cada 100.000 habitantes, una cifra muy alejada de otros países como Francia, Noruega o Alemania, que lo duplican.

La ausencia de un número necesario de profesionales en el sistema público provoca que sean las clases más altas las que pueden permitirse acudir a un psicólogo o a un psiquiatra. Como reflejó la encuesta del CIS sobre salud mental elaborada en febrero de 2021, un 21,8% de los que se definen como pertenecientes a clase alta o media-alta afirmaron que asistían a un profesional para tratar problemas relacionados con la salud mental. De la clase media-baja sólo lo hacía un 19,6%, y de la trabajadora, por su parte, un 16,2%.

Y este esquema persiste. Según el informe del mes de marzo de la Confederación Salud Mental España, "las personas de clase media-baja y baja acuden en mayor medida solo a la sanidad pública de entre los diferentes tipos de profesionales".

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