El frenazo a la escolarización de 0 a 3 años empeora el "círculo vicioso" de la desigualdad en España

Un aula de una escuela infantil.

La pandemia, con el frenazo que ha provocado en la escolarización de 0 a 3 años, se ha cebado con un punto débil del sistema educativo en España, allí donde se forman desigualdades de larga duración que acaban dificultando la trayectoria en las aulas y en el mundo laboral. Los expertos sitúan su mayor impacto en las familias de menor renta, lo que alimenta un "círculo vicioso". El compromiso de "universalización" del Gobierno, formulado antes de una pandemia que ha sacudido la escuela de arriba abajo, todavía queda lejos, a tenor de los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) y del Ministerio de Educación [ver aquí y aquí las bases oficiales y aquí el informe Datos y cifras del curso 2021-2022].

El retroceso durante la pandemia

En el curso 2011-2012 se matricularon en el primer ciclo de Infantil 443.279 alumnos. El porcentaje era de un 9,7% con 0 años, un 31,8% con 1 año, un 49,8% con dos años y un 95,2% con 3 años. El problema se concentraba pues en la franja 0-2 años, con un 30,7% de escolarización.

Hasta la llegada de la pandemia, se fue produciendo un avance. No drástico, pero un avance. En el curso 2019-2020 los alumnos matriculados eran ya 468.898, alcanzándose los siguientes porcentajes: 13,3% con 0 años, 43,9% con 1 año, 63,1% con dos años (41,1% en el tramo 0-2 años) y 96,2% con 3 años. Luego, llegó el virus. Y con él, un retroceso significativo.

El mayor impacto fue en el curso 2020-2021, cuando los alumnos matriculados cayeron a 390.425. La pérdida fue de 78.473 (16,73%). Hubo bajadas en todos los tramos, hasta quedar en 10,9% con 0 años, 37,7% con 1 año, 56,2% con 2 años (35,8% en el tramo 0-2 años) y 94,2% con 3 años. La caída en el tramo 0-2 años, donde está la debilidad, fue de 5,3 puntos: del 41,1% al 35,8%.

Del curso 2021-2022 sólo hay de momento una previsión, que cifra los matriculados en todo el primer ciclo en 407.182, lo cual supone una leve recuperación del 4,3%. La bajada con respecto al curso 2019-2020 aún es marcada: 13,16%. La información no está aún desglosada entre 0-2 y 3 años.

Un "círculo vicioso" de desigualdad

María de los Ángeles Espinosa, profesora del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid y especialista en el ciclo 0-3, pone el énfasis en que el retroceso en la matriculación tiene al mismo tiempo causas e impactos sociales. Además del "miedo" al contagio de los niños, Espinosa recuerda que la pandemia ha aparejado graves estragos económicos para las familias, especialmente las más vulnerables, que han aconsejado a muchas de ellas prescindir de los gastos que pudiera suponer la guardería. Además, la imposibilidad de trabajar del padre o la madre da mayor disponibilidad para cuidar de los hijos, lo cual reduce los incentivos percibidos para llevarlos a la escuela infantil. "Todavía estamos en proceso de perder esta visión de la educación infantil como un servicio de conciliación, que hace que si uno no tiene trabajo, pierda sentido la escolarización", completa Álvaro Ferrer, especialista en equidad educativa de Save the Children.

¿Resultado de todo ello? Se refuerza, explica Espinosa, "un círculo vicioso" que acaba dificultando la reinserción laboral y con ello la recuperación económica de las familias que parten de una situación más difícil. Un "círculo vicioso" que también afecta a los menores, que además de partir de una situación menos ventajosa ven agravadas sus dificultades.

Espinosa, también directora del Instituto de Necesidades y Derechos de la Infancia y la Adolescencia, recuerda que "son los niños de las familias menos favorecidas los que menos asisten a la escuela infantil". No es una impresión. Se trata de una realidad que acreditó antes de la pandemia Unicef en su informe Donde todo empieza, que constata lo siguiente: “A la educación infantil de primer ciclo acceden mayoritariamente las clases medias y altas, quedando fuera las más desfavorecidas. […] Hay una diferencia entre el 26,3% de acceso en niños del quintil inferior de renta y el 62,5% en los hogares con mayores recursos [quintil superior]. Hay una brecha social en el acceso dependiendo de la posición socioeconómica de las familias, aumentando el acceso a medida que lo hacen los recursos económicos y el nivel educativo”. Son 36,2 puntos de diferencia. Más datos. Acceden a la escolarización 0-3 el 31% de niños con madres con ESO, frente al 51% universitarias. Acceden un 26% de hijos de inmigrantes de países de fuera de la UE frente a un a 46% de españoles. Está claro que hay un filtro que provoca segregación.

Cuando se sientan las bases

La profesora recuerda además que es un hecho probado que la escolarización temprana, –"si hay proyecto educativo, si hay objetivos, si hay contenidos y metodología adecuada"– produce unos "logros y aprendizajes que van a ser la base para etapas posteriores del desarrollo". "Por eso hay que insistir en que son los niños que proceden de entornos más desfavorecidos los que más se benefician de la asistencia a la escuela de esta etapa", añade Espinosa. El motivo es que, a diferencia de los de familias más acomodadas, aquellos difícilmente encontrarán en su entorno estímulos que compensen a los que dejan de recibir en la escuela. PSOE y Unidas Podemos, en su programa de gobierno, apuntan en esa dirección al recoger que la "universalización" del ciclo 0-3 es "una medida que no sólo contribuye a reducir la desigualdad y a mejorar la conciliación de la vida laboral y familiar, sino que constituye un potente factor para combatir el fracaso escolar". Según el PISA 2018, España es el cuarto país de los 37 de la OCDE con la tasa más alta de repetidores. Los más pobres repiten cuatro veces más que los que tienen más recursos.

"Sabemos que la escolarización tiene un impacto claro en el desarrollo de los niños y las niñas y en su éxito escolar", explica Álvaro Ferrer (Save the Children). Y añade: "Es preocupante que [la pérdida de escolarización] se haya producido en un contexto especialmente sensible como la pandemia, donde se suma el estrés de las familias y las dificultades económicas. Hay un combo de factores ante los que la escuela infantil podría haber hecho una labor protectora que no ha podido hacer".

Ferrer señala que es previsible que el mayor impacto de la pérdida de escolarización haya sido para las familias de menor renta. Como ha explicado en este artículo en infoLibre Manuel Ángel Río Ruiz, profesor de Sociología de la Educación en la Universidad de Sevilla, "la escolarización temprana suele llegar demasiado tarde, entre los 2 y los 3 años, sobre todo para el colectivo que antes y más la necesita: la infancia más vulnerable que vive bajo situaciones de pobreza". A la desventaja de partida se añade pues una segunda desventaja en la etapa en la que se sientan los cimientos del aprendizaje. Otra vez el círculo vicioso.

Desequilibrios territoriales

La profesora María de los Ángeles Espinosa cree que ha habido una toma de conciencia política sobre la gravedad de la situación, si bien "de momento no hay dinero suficiente" para atacar a fondo el problema. "La Lomloe [la ley educativa aprobada en diciembre de 2020] impulsa de manera muy clara la educación en la etapa 0-3. Es decir, desde el punto de vista legal ya está recogido y reconocido. La cuestión ahora es cómo se articula el avance a través de decretos de las comunidades. Al ser una competencia autonómica, los ritmos son distintos", señala Espinosa, que destaca los avances de Islas Baleares.

De modo que aparte de la social y la educativa, el problema tiene una dimensión territorial. Los especialistas llevan años alertando de la necesidad de corregir los desequilibrios entre comunidades. Si observamos el tramo 0-2 años, en el conjunto de España se matriculan el 35,8% de los niños de esa edad. Pero hay 32,8 puntos entre el 50,5% de Euskadi y el 17,7% de la Región de Murcia.

Otras regiones con elevada escolarización en este tramo son Madrid (45,8%), Andalucía (43,1%) y Galicia (42,9%). En el otro extremo, Castilla y León (18,5%), Canarias (20,7%) y Asturias (23,6%).

No sólo es cuestión de gratuidad

El acuerdo de Gobierno entre el PSOE y Unidas Podemos se comprometía a lo siguiente: "Universalización del acceso a la educación infantil 0-3 años a través de la red pública en condiciones de equidad". Se trataba de elaborar junto a las comunidades "un plan de extensión de la educación infantil, con una red pública e integrada de recursos que garantice una oferta suficiente de plazas públicas para todos los niños y niñas menores de 3 años". Si en el curso 2011-2012, el porcentaje de alumnado matriculado en centros públicos en el primer ciclo de infantil era del 51,6%, en el 2020-2021 era de un 53,7%. Es decir, permanece estable una presencia del sector privado –privado puro o concertado– que ocupa casi la mitad.

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Consultado por infoLibre, el Ministerio de Educación se muestra a través de un portavoz consciente del retroceso en matriculación, pero convencido de que "las cifras remontarán rápidamente" cuando pase la crisis sanitaria. El departamento que dirige Pilar Alegría (PSOE) recalca como aportación en la materia la aprobación de un real decreto que prevé la distribución en tres años de 670 millones de euros de fondos europeos entre las comunidades para crear hasta septiembre de 2024 unas 65.000 plazas públicas gratuitas. El objetivo recogido en el decreto es fomentar la creación de plazas allí donde son más necesarias, es decir, "en las áreas donde residen familias con bajo nivel educativo y de renta, familias monoparentales, minorías, población gitana o familias migrantes".

Ferrer (Save the Children) recalca que "la gratuidad de las plazas", aun teniendo su importancia, es sólo "una parte de la foto". ¿Qué más se ve en esa foto? El investigador señala que hay otros factores que alejan a las familias de menores ingresos de la educación infantil de 0 a 3 años, como unos horarios matinales sin flexibilidad que parecen concebidos para familias de clase media con jornadas previsibles, o unos requisitos que priorizan a las familias que ya están trabajando. "Si no se corrige eso, la gratuidad acaba siendo regresiva, porque sólo favorece a quien ya está dentro pero sigue dejando fuera a las familias de menor renta", explica.

Río Ruiz da otra clave en su artículo en infoLibre. "La gran matriculación –escribe– se da entre menores de los hogares que reúnen mayores rentas y niveles educativos. Como ha sucedido con el Ingreso Mínimo Vital, los ingresos pasados que se cuentan para otorgar ayudas y bonificaciones en la educación infantil de 0 a 3, cuando las hay, muchas veces no se corresponden con las peores situaciones económicas que atraviesan los hogares en el justo momento de afrontar la escolarización temprana. Todo ello redunda casi siempre en sacrificios laborales de las mujeres".

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