Lilith Vestrynge explica su salida de Podemos: alejamiento de la gente y "paranoia" por buscar enemigos

La secretaria de Organización de Podemos, Lilith Verstrynge.

Lo anunció en un breve mensaje en sus redes sociales hace ahora casi dos años. Lilith Vestrynge, número tres de Podemos, dejaba su acta de diputada y abandonaba la formación dándole las gracias a la militancia y asegurando que las despedidas siempre son difíciles. A partir de ese momento, poco más se supo sobre su decisión. Ahora, Vestrynge ha escrito un artículo en inglés en la revista Equator en el que explica de forma detallada los motivos que la llevaron a decirle adiós al partido. En el texto, hace un repaso por toda su carrera política, desde el surgimiento de Podemos en 2015 hasta su renuncia en 2024 de un proyecto que, según ella, “nunca quiso ser un partido, y mucho menos un partido mejor".

Cuenta que su marcha tuvo que ver con la falta de diálogo con la ciudadanía del partido y una creciente “paranoia interna”. Y asegura que no tiene ninguna intención de volver a la política: “hay que saber cuándo hay que dejar a otros liderar”.  

El cambio de Podemos

Cuenta Vestrynge que la formación morada fue cambiando con los años y acabó por volverse algo completamente distinto a lo que era. "Dejamos de hablar con la gente. En lugar de demostrar a los votantes que Podemos aún podía hacer política —luchando por los intereses de nuestros electores— decidimos votar en contra, o amenazar con votar en contra, de todo lo que propusiera el gobierno de Sánchez. Esto incluía cuestiones aparentemente fundamentales del partido, como los derechos de los desempleados", relata la expolítica. 

Vestrynge defiende la voluntad con la que nació el partido: la de defender los derechos de la gente de a pie. “La emoción por Podemos radicaba en que muchos jóvenes se involucraron de la noche a la mañana en la política, porque su mensaje sonaba menos a jerga y más a sentido común. De repente, creímos que teníamos algo que perder o ganar en el futuro”, asegura. 

Y hace un repaso por su carrera. Cuando estalló el 15-M, estudiaba Historia y Relaciones Internacionales en París. De familia de tradición política, siendo su padre, Jorge Vestrynge, uno de los dirigentes de Alianza Popular y su madre, una periodista que se convirtió en activista por el derecho a la vivienda, en un primer momento se resistió a seguir los pasos de sus padres. Aún así, cuando vio la acampada en Sol, cogió un vuelo hacia Madrid y se unió a los manifestantes durante dos noches. La política estaba cambiando y se había vuelto “urgente y personal de la noche a la mañana”. 

“Había gente de todas las edades, muchos de ellos sin ideología ni experiencia política previas. El sentimiento populista me impresionó profundamente. Parecía como si el sistema político español, tan rígido como la tibieza, pudiera resquebrajarse gracias a la pura voluntad colectiva. La energía era embriagadora, mientras desconocidos debatían hasta altas horas de la noche sobre cómo reconstruir la democracia desde sus cimientos”, cuenta Vestrynge. Poco después se unió al círculo que Podemos tenía en París, junto con periodistas, gente joven y exiliados de la España franquista. 

De ese primer espíritu que tanto conquistó a la joven Verstrynge no queda prácticamente nada, según lo que describe ella. Si bien siempre hubo luchas internas entre la facción mas afín a Pablo Iglesias y la que prefería las ideas de Íñigo Errejón, ahora retirado después de las acusaciones de agresión sexual, el debate se empezó a convertir en “paranoia”, por la “búsqueda de enemigos internos” que “convirtieron la política en un ejercicio de lealtad ciega”. 

Después de nueve años en el partido, relata, se dio cuenta de que estaba desencantada con la política. "Si bien había aprendido muchísimo en una organización que había contribuido a redefinir Europa tras la crisis financiera, también me había vuelto más insensible y cínica, y había llegado a sentir una especie de orfandad política anticipada". 

Los medios de comunicación

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Vestrynge también habla de la atención mediática que recibió en 2020 cuando se hizo público que comenzaría a trabajar para Pablo Iglesias como su asesora en el Ministerio de Asuntos Sociales y Agenda 2030. Según el PP, solo había una explicación posible para el ascenso de una mujer joven: tenían una relación sentimental. Ella cuenta que casi ni le conocía. Fue una estrategia para, explica, atacarla a ella, al partido (en ese momento Iglesias ya estaba con Irene Montero) y a su dinámica interna. 

El partido quiso darle la vuelta y con ello comprendió algo clave: “No existe la mala prensa”. Vestrynge explica que usaron la exposición mediática que estaba teniendo y la colocaron en el puesto 14 de las listas de las siguientes elecciones. “En cualquier caso, Podemos creía desde hacía tiempo que las noticias falsas, podían utilizarse a su favor. El partido estaba obsesionado con difundir sus mensajes a través de cualquier medio posible y consideraba la televisión un escenario clave de la lucha política”, añade. 

La presencia en medios ha sido siempre una de las estrategias centrales del partido, mucho más que la organización. Sostenían que los movimientos populistas podían eludir las estructuras de los partidos tradicionales si se usaba correctamente el poder mediático. Podían llegar a miles de personas a través de la televisión, algo mucho más interesante, según pensaban, que organizarse. “Pero había una trampa que no vimos en ese momento: se podía ganar el poder a través del tiempo de emisión, pero no se podía gobernar con él”, explica la expolítica. 

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