Crisis del coronavirus

Nadie está a salvo si no estamos todos a salvo: así sucumbieron los países y regiones que mejor parecían controlar el covid-19

Vista este miércoles de la Marienplatz en el centro de la ciudad de Múnich, Alemania.

Los expertos, los opinadores y los periodistas se afanan en sacar conclusiones y en alabar, o sentenciar, gestiones y territorios para intentar hacer cognoscible lo impredecible. Pero el covid-19 demuestra una y otra vez que, como dicen Pedro Gullón y Javier Padilla en Epidemiocracia, "nadie está a salvo si no estamos todas a salvo": y que es muy difícil hacer predicciones y contar con certezas en una pandemia especializada en convertirlo todo en papel mojado. La dinámica se ha repetido muchas veces: un país o, en el caso de España, una comunidad autónoma registra mucho menos casos que sus vecinos. Son alabados por su sistema de rastreo, las campañas de concienciación, su estrategia de testeo; o son señaladas sus condiciones estructurales que lo hacen prácticamente invulnerable a las enfermedades infecciosas. Meses, o incluso semanas después, la curva se vuelve a disparar y todos los análisis envejecen muy mal. Los ejemplos son varios: Alemania, Italia, Israel, incluso la extraordinariamente alabada Corea del Sur. Creímos que seguirían resistiendo y sus planes hicieron aguas o peligran. Y dentro de nuestras fronteras, Asturias y Comunitat Valenciana pensaron que se libraban de la segunda ola... pero la tempestad vino tras la calma. ¿Por qué?

No hay una respuesta clara: la transmisión del covid-19 depende de múltiples factores, complejos y entrelazados. Influyen las medidas de contención, la responsabilidad individual, la comunicación del peligro, la movilidad, la densidad poblacional, el clima, el tiempo, la cultura o, incluso y aunque cueste aceptarlo, el azar. Lo único que podemos observar –y contar– con más o menos seguridad son los datos. Y en determinados países, han sorprendido a propios y extraños. Italia ha adoptado restricciones navideñas mucho más duras que las españolas: ha prohibido el movimiento entre regiones entre el 21 de diciembre y el 6 de enero, y estará prohibido abandonar el municipio el 25, el 26 y el 1 de enero. Ambos países mediterráneos abordaron curvas muy similares, en tiempo y en dureza, de marzo a mayo: pero separaron sus caminos a partir del verano. España vio cómo se volvía a complicar la emergencia sanitaria... e Italia no tanto. 

En agosto, España se preguntaba por qué sufría y los vecinos del sur de los Alpes no tanto. Por entonces se apuntaba a un mayor número de rastreadores y un sistema más eficaz de confinamientos quirúrgicos. Pero los responsables políticos italianos insistían una y otra vez en que "no hay que bajar la guardia", y los expertos del país temían que se estuvieran detectando menos casos de los debidos. "Como ha demostrado la experiencia de múltiples países, bastan unas pocas semanas para pasar del control al temido escenario de la transmisión comunitaria", se advertía en este artículo sobre la "receta italiana". Y efectivamente. 

En los últimos días, Italia volvió a liderar el ranking de países europeos con más muertes por covid-19 en relación a su población. España empezó a notar la segunda ola en agosto, pero el país mediterráneo, al igual que otros muchos, se mantuvo con muy pocos casos: el frío llegó en octubre y no perdonó. A partir de la primera semana de octubre, la curva volvía a subir a un ritmo alarmante, llegando a superar a nuestro país en casos por millón de habitantes a partir del 1 de noviembre. Desde mediados del mes pasado están de nuevo en una dinámica de bajada, pero se han alcanzado cifras de incidencia muy superiores a las registradas aquí. 

Alemania, aún si cabe, recibió muchas más flores que Italia por su ejemplar sistema de rastreo, la falta de titubeos al tomar medidas y la coordinación entre los länders, las regiones autónomas, y el Gobierno central comandado por Angela Merkel. No se puede decir que superó la primera ola con facilidad, pero sí con muchas menos penurias que los grandes países del continente, los más afectados. Ahora, el país está en estado de shock: sufrió un importante aumento de casos a mediados de octubre con la llegada del frío, como la mayoría. Restringió la movilidad y la curva no descendió, solo se aplanó, volviendo a subir a partir del 4 de diciembre y superando en los últimos días tanto a España como a Italia, un escenario impensable a principios de otoño. 

Merkel, con el visto bueno de las regiones, decretó el cierre de la hostelería a partir de noviembre. Pero, por ahora, no ha servido para derrotar a la segunda ola. Otros comercios no esenciales no clausuraron, lo que ha sido definido por Der Spiegel como "el mayor error de cálculo político del año". Las crónicas, también las de infoLibre, sentenciaban en noviembre que Alemania "lo había vuelto a hacer", señalando el impacto limitado de la subida registrada en octubre en comparación a Francia, Reino Unido, Bélgica u otros vecinos. "Aunque con una pandemia tan imprevisible, mejor no cantar victoria", se remachaba. Hace unos días, el país germano cerró todo salvo los establecimientos esenciales. 

Pero si hay un país que ha representado bien la euforia por salir airoso del covid y el golpe posterior es Israel: uno de los pocos países que ha sufrido ya dos confinamientos. En primavera, reaccionaron rápido, ayudados por contar con fronteras muy poco porosas, un Estado muy centralizado y una población relativamente joven. En mayo, el ritmo de contagios llegó al 0,2% al día. El primer ministro, Benjamin Netanyahu, dijo en una alocución televisada: "¡Salid a celebrar!", como recoge El Confidencial. Y de finales de agosto a principios de octubre se convirtió en la nación con más casos de covid con respecto a su población. Las miradas se dirigen hacia los judíos ultraortodoxos, muy reticentes a introducir la distancia social en los rezos, llevar mascarilla y en general a seguir las recomendaciones o las órdenes de la autoridad secular. 

Asturias, Comunitat Valenciana y Baleares: de ser los primeros de la clase al suspenso

"Quien estuviera en Asturias en todas las ocasiones", dice el himno del Principado, muy aplicable a lo sucedido durante la pandemia. La comunidad autónoma surfeó con garantías la primera ola y los expertos se deshicieron en elogios sobre su fortalecida Atención Primaria, adaptada a un territorio muy rural y con baja concentración de población; su Salud Pública, muy conectada con los centros de salud; y las consecuencias de estos dos primeros elementos, un sistema de rastreo ágil y con capacidad. Asturias ha hecho muchos test PCR desde marzo, lo que por un lado ha inflado sus datos en comparación a otras comunidades autónomas. Pero, por otro lado, le permitió cortar rápidamente cadenas de transmisión. Los titulares hablaban de "oasis". Hasta noviembre.

La segunda ola empezó en agosto en España, pero Asturias se mantuvo al margen. Tampoco detectó grandes aumentos en la subida de mediados de octubre. Pero los casos siguieron creciendo sin prisa pero sin pausa hasta alcanzar máximos el 19 de noviembre, convirtiéndose por unos días en la comunidad autónoma con mayor incidencia acumulada a 14 días (casos/100.000 habitantes) de todo el país. El Gobierno del Principado tomó medidas drásticas, sin llegar a la situación de marzo, cerrando la hostelería. Y consiguieron aplanar la curva. 

El vertiginoso viaje de pasar de contar con la menor incidencia acumulada a de las mayores del país también se vivió en la Comunitat Valenciana, que a finales de septiembre superaba a Asturias como la región menos golpeada y ahora se encuentra entre las tres con peores datos y la peor con mayor evolución, con una tasa de positividad récord y un porcentaje de hospitalizados muy alto. Cuando la región levantina lograba contener la segunda ola, los responsables políticos hablaron de una situación "razonable", aunque llamaron a "seguir cumpliendo con todas las medidas de seguridad para evitar que el virus se extienda". Una situación parecida se ha vivido en Baleares, la comunidad autónoma con la incidencia acumulada a 14 días más alta de España que a finales de octubre se colocaba como la tercera con mejores datos. 

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¿Se ceba el covid con las comunidades autónomas o con los países que registran datos bajos mientras el resto sufre? En Alemania, el principal centro de Salud Pública habla de dinámicas de contrición-relajación: los ciudadanos de determinados territorios, al percibir que la situación es más favorable, relajan las medidas de seguridad. Y al contrario, lo que según los expertos explica, en parte, la mejora de Madrid tras sufrir una incidencia altísima en septiembre. Lothar Wieler, director del Instituto Robert Koch de Enfermedades Infecciosas, habló de la "paradoja de la prevención": aseguró que muchos no se tomaban el covid demasiado en serio y que el panorama germano mejorará, tristemente, al calar los altos datos de contagios, hospitalizados y fallecidos. 

El epidemiólogo y portavoz portavoz de la Asociación de Salud Pública de Madrid (Amasap), Fernando García, reconoce que "en esta pandemia no tenemos certezas" que permitan explicar estas dinámicas. Pero niega que la inmunidad tenga algo que ver: el coronavirus no impacta más en las regiones menos golpeadas en un primer momento porque su población no haya desarrollado defensas. "Acaba de anunciarse que en la cuarta ronda del ENE-COVID Madrid lidera el porcentaje de casos en 18,6%, junto con Soria, muy por debajo del porcentaje estimado para alcanzar dicha inmunidad, entre el 60% y el 80%. Por tanto, estas hipótesis hay que desecharla por completo", asegura. 

En todo caso, siempre hay excepciones. Hay países que han logrado contener el covid en la primera ola y en la segunda, con un éxito increíble. Es el caso de Nueva Zelanda, cuya estrategia de supresión del virus ha logrado, incluso, mantener la mortalidad por debajo de los niveles de otros años. No solo no han fallecido más neozelandeses, sino que las medidas han logrado evitar las muertes por otro tipo de enfermedades o incidentes. Ayudada por su condición insular, solo han detectado 1.236 casos, desde marzo hasta la actualidad: los mismos que se notifican en España en un rato.

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