Política

El PSOE elige candidato en Andalucía el 13 de junio en unas primarias que resucitan la batalla de Susana Díaz con Ferraz

Susana Díaz, este jueves, en la sede del PSOE andaluz.

El PSOE ha presumido desde la Transición de ser "el partido de Andalucía". Supo recoger el anhelo autonomista, capitalizar la memoria contra la dictadura y ejercer para desesperación de sus rivales una hegemonía política de 37 años, de Rafael Escuredo a Susana Díaz, pasando por Rodríguez de la Borbolla, Manuel Chaves y José Antonio Griñán. Todo eso acabó de repente, sin que nadie lo esperase, el 2 de diciembre de 2018, con la formación de una mayoría de la derecha, liderada por Juan Manuel Moreno (PP) y completada por Ciudadanos y Vox. La dirección federal del partido, convencida de que la candidata que perdió el poder es ahora una rémora para recuperarlo, y alegando que existe un riesgo de que Moreno adelante las elecciones y sorprenda al PSOE sin margen para elegir candidato, anticipó este jueves las primarias en la comunidad. La elección será el 13 de junio, al aceptar Ferraz la fecha propuesta por la dirección andaluza.

Las primarias, en las que decidirán más de 44.000 militantes según el dato ofrecido este jueves por la dirección andaluza, enfrentarán previsiblemente al menos a Susana Díaz, presidenta entre 2013 y 2018, y Juan Espadas, alcalde de Sevilla desde 2015. Ambos son de Sevilla. En su día, ella lo apoyó a él para ser candidato del PSOE en la capital, y él a ella para ser secretaria general contra Pedro Sánchez. El tiempo los coloca ahora frente a frente. No obstante, el partido arranca en Andalucía una lucha por el poder que puede no limitarse a estas primarias. Díaz no ha aclarado si, en caso de perder, intentaría revalidar la secretaría general, en un congreso previsiblemente a finales de año. Si Díaz pierde y sigue como secretaria general, se abriría un periodo de bicefalia. Las primarias suponen una reapertura de la batalla entre Díaz y la dirección del partido que lidera Pedro Sánchez.

En público, todos hablan de "compañerismo" e "ideas". En privado, nadie oculta que será una batalla de poder, cruel como todas. Los reproches de una parte a otra son duros. Los críticos acusan a Díaz de llevar meses haciendo campaña pueblo a pueblo, de mantener en stand by los órganos del partido y de aferrarse a la candidatura pese a que los resultados han dejado claro que su tiempo pasó. "Susana intenta hacer ahora un pedrosánchez, presentándose como la candidata de las bases acosada por el aparato, pero no cuela", señala una voz crítica. Los afines a la presidenta acusan a Ferraz de haber roto la neutralidad apoyando a Espadas y de perseguirla políticamente pese a que sus resultados tienen más que ver con los de Salvador Illa –el más votado sin lograr gobernar– que a los de Ángel Gabilondo –adelantado incluso por Más Madrid–. Un próximo a Díaz acusa a la dirección federal de estar intentando esquivar con el adelanto de primarias el debate y la autocrítica por los resultados en Madrid. Uno de los desafíos de Espadas será quitarse la etiqueta de "candidato de Ferraz" que le quieren poner sus adversarios. El desafío de Díaz será convencer al electorado de que, tras perder las primarias del PSOE en 2017 y el poder en la Junta en 2018, ella es la candidata ganadora que necesita el partido para enfrentarse a Moreno, disparado en las encuestas.

Tanto los críticos como la dirección federal se muestran convencidos de que, sin la Junta de Andalucía y con el desgaste de sus derrotas, Díaz tiene las de perder. En el entorno de la expresidenta lo niegan, y recalcan que en sus viajes por Andalucía recibe cariño y apoyo de la militancia. En la última cita electoral, las primarias del PSOE de mayo de 2017 que ganó Sánchez, Díaz fue la candidata más votada  en Andalucía, con más de un 63% del voto, más de 30 puntos por encima de Sánchez. Pero ha llovido desde entonces. Hoy Sánchez, para empezar, es presidente y Díaz no es presidenta. Antes era al contrario.

La carrera electoral arranca en un clima de enfrentamiento cada vez menos disimulado. Díaz se mostró este miércoles molesta con Pedro Sánchez y José Luis Ábalos, secretario de Organización, por haberse enterado por la cadena Ser de que Ferraz adelantaría las primarias a junio. Díaz contó que envió un mensaje a Sánchez, con el que no consiguió hablar, y que la llamó Ábalos pero no le contó el adelanto. "Si ha habido algún malentendido, lo siento", dijo más tarde Ábalos, que defendió su forma de proceder.

El adelanto de las primarias aprobado por la dirección estatal se produce porque así lo habían reclamando direcciones críticas con Díaz como Jaén y Granada, así como el propio Espadas. Díaz no quería este adelanto, pero finalmente lo ha aceptado para acabar con el "ruido". Este mismo jueves, la Ejecutiva del partido aprobó por unanimidad a petición de Díaz solicitar a Ferraz dicho anticipo y le hizo llegar una propuesta de calendario, que la dirección estatal ha aceptado "prácticamente" en su totalidad, según un miembro de dicho órgano. La votación será el 13 de junio. La resolución final todavía no ha sido redactada. Si se mantiene al detalle la propuesta andaluza, la fecha de una hipotética segunda vuelta sería el 20 de junio. Esto sólo ocurriría si hubiera más de dos candidaturas y ninguna de ellas obtuviera más del 50% de los votos. La presentación de precandidaturas se realizará durante el domingo y el lunes, confirmó el partido, si no hay un cambio de última hora.

El templado Espadas

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El PSOE que acude a las urnas el 13 de junio es un partido todavía traumatizado por la pérdida del poder, que ejercía también de pegamento orgánico. Eso sí, conserva seis diputaciones y más de 4.000 concejales. Espadas es el alcalde de su mayor feudo de poder, Sevilla. El rival de Díaz es un hombre templado, que perdió contra Juan Ignacio Zoido en 2011, aguantó pacientemente en la oposición, conquistó el poder en 2015 sin estridencias y lo ha ejercido desde entonces sin sobresaltos, ampliando su mayoría en 2019. A diferencia del anterior alcalde socialista, Alfredo Sánchez Monteseirín, Espadas no despierta odios de los sectores conservadores de la ciudad.

Sus detractores le ven un perfil funcionarial, aburrido, excesivamente moderado para el PSOE, y advierten de los recelos que como alcalde de Sevilla puede suscitar en Andalucía oriental. Sus defensores destacan su sencillez, lealtad al partido y capacidad para trabar acuerdos a izquierda y derecha. Es "buena gente", dice de Espadas el dirigente federal Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, enemigo íntimo de Susana Díaz. Los críticos con Díaz, algunos de cuyos referentes preferían a María Jesús Montero para medirse con Díaz, recalcan que Espadas ha trabajado su candidatura con incontables conversaciones con compañeros, negando que sea un aspirante designado por Ferraz. Espadas, abogado de profesión, empezó como jefe de gabinete en 1990 y ha sido senador y consejero de Vivienda con Manuel Chaves. No es una figura rompedora, recién aparecida. Es ya un clásico del PSOE. En caso de ganar, Espadas no dejará la alcaldía de Sevilla, la ciudad más poblada de España gobernada por los socialistas, hasta que Moreno convoque elecciones autonómicas, explican desde su entorno.

El partido abre ahora un proceso que incluye la recogida de avales. Son un mínimo del 2% y un máximo del 4%. Ya no vale aquello de "enterrar en avales" al rival, como se hacía antes. Puede haber más candidatos. Un portavoz de la plataforma Andalucía Socialista-Bases en Marcha, que rechaza tanto a Díaz como a Espadas por considerar que ambos tienen "hipotecas" del pasado y no sintonizan con el sanchismo que se impuso en el congreso de 2017, señala que presentará candidato propio "al 99%", si bien todavía no hay un nombre. Coordina esta plataforma el exdiputado en el Congreso Luis Ángel Hierro, profesor de Economía en la Universidad de Sevilla.

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