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Entrevista

Saül Gordillo: “El entorno digital ha forzado a muchos medios a hablar de soberanismo”

El periodista Saül Gordillo, autor de 'Sobirania.cat'.

Saül Gordillo (Calella, 1972) es un periodista catalán especializado en Internet y la participación ciudadana en la red. Colaborador en diversos medios de comunicación y jefe de contenidos digitales en El Periódico de Cataluña, Gordillo fue premiado por su actividad en red en los Premis Blocs Catalunya por su actividad en el blog Sense fulls, en el que escribe desde julio de 2004.

Tras varias publicaciones sobre la lengua catalana y el periodismo en Internet, Saül Gordillo firma ahora Sobirania.cat: 10 anys de la revolta política catalana a Internet (Crea't Edicions, 2014). El libro comienza con la victoria electoral de Zapatero en 2004, y relata la evolución del movimiento soberanista desde la perspectiva del ciberactivismo y el periodismo on-line, y que engloba desde los primeros blogs en catalán hasta la organización de las últimas Diadas, pasando por los más destacados "nombres de la Internet catalana".

Pregunta:

¿Qué influencia real ha tenido el ciberactivismo en el avance del independentismo?

Respuesta: Yo creo que ha sido determinante. Sería impensable el proceso político que vive hoy Cataluña sin la red, sin los blogs –que en Cataluña hemos llamado “Catosfera”– y sin la irrupción de las redes sociales. Estas redes han permitido que muchos ciudadanos hayan tomado la iniciativa, que se haya producido una reivindicación de nuevos liderazgos políticos y sociales a partir de estas herramientas y que se haya condicionado la línea editorial de los medios de comunicación tradicionales.

En este sentido, el libro lanza la idea de que aquí estamos todos manipulados por la televisión pública, y yo creo que el espacio en el que el soberanismo ha sido más activo, más dinámico, más insistente, ha sido en la web y en las redes sociales. Eso ha hecho que los medios de comunicación hayan ido viendo cómo estos temas interesaban a la gente, generaban debate y que, alrededor de ellos, había una cierta preocupación ciudadana. El entorno digital ha sido determinante para derrumbar tabúes y para cambiar la línea editorial de muchos medios que eran reacios a hablar de soberanismo y de independentismo.

P:¿Está relacionado el cambio a la era digital con el cambio político-social en Cataluña?

R: Ha coincidido en el tiempo, y creo que tiene una relación. Considero que el proceso soberanista de Cataluña es la concreción local de un fenómeno global, que es el de la indignación, la inconformidad, la exigencia de más y mejor democracia, la crisis de los partidos tradicionales y de las instituciones que se piensan que se pueden hacer las cosas en los despachos, de espaldas a la gente. El soberanismo ha canalizado este sentimiento y se ha hecho en la red. 

Para mí van ligados los dos ejes. En Cataluña, hemos visto que el 15-M y el soberanismo tienen puntos de conexión y de confluencia. Por ejemplo, hay organizaciones políticas que están en las dos trincheras. No son dos mundos que se den la espalda, hay aspectos coincidentes. Cuando los catalanes dicen que quieren votar, están pidiendo más democracia y más participación. Eso es un poco también lo que pide el 15-M, los indignados. Esta confluencia en el entorno tradicional ha sido más difícil, tanto en partidos, instituciones como medios de comunicación, pero en el entorno digital de los últimos 10 años, que son los que relata el libro, se ha dado cabida a estas dos almas.

P: ¿Qué ha influido a qué? ¿El cambio político y social o el cambio a la era digital?

R: Las dos cosas. Coincidió el fin de los gobiernos de Jordi Pujol con la entrada la izquierda a la Generalitat para abrir el melón de la reforma del Estatut. En esa época, los blogs empezaban a tener cierta presencia y cierta circulación. El catalán era una lengua que tenía más blogs a nivel global que el francés o el castellano en esta época, aunque luego la cosa se fue compensando, pero la irrupción fue muy fuerte porque coincidió con el debate estatutario.

Muchos especialistas y militantes de base o dirigentes de segunda fila de algunas organizaciones, así como ciudadanos de a pie que querían participar, utilizaron los blogs para explicar y debatir en todo ese proceso que fue la reforma del Estatut. Además, esta reforma fue el primer revés a las peticiones de autogobierno de Cataluña, ya que el Tribunal Constitucional la tumbó después de que el Partido Popular recogiera más de 4.000 firmas en contra de los catalanes. No en contra del Estatut, en contra de los catalanes, afianzando el odio a los catalanes. El mismo PP que ahora se sorprende de que las cosas estén como estén fue el pirómano. Se presenta como un bombero pero ha sido el pirómano.

Todo esto dio paso a que algunos periodistas y bloggers se animaran a abrir portales digitales modestos, con pocos recursos y redacciones austeras, pero con una línea editorial marcadamente independentista. De los 10 medios en catalán más leídos hoy en la red, los 10 son soberanistas. Eso quiere decir muchas cosas. Una de ellas, que en el entorno digital se ha llenado un vacío que existía en el mundo analógico y tradicional en los medios.

Después de los blogs, vinieron las redes sociales, que fueron determinantes en la creación de partidos políticos que entraron en el Parlament y que pusieron la independencia sobre la mesa, como fueron Solidaritat per la Independència (SI) o la Candidatura d'Unitat Popular (CUP).

De todos modos, estamos en una época en la que ha aumentado la presencia de Internet en nuestras vidas y la rápidez de la circulación de la información, y esto ha contribuido a que el debate se haya crispado e incluso tensado en los últimos meses. La Internet de hace 10 años era más pausada, más reflexiva, y la Internet de hoy es más vertiginosa. La actualidad política contribuye a ello, y también lo que está pasando en el Estado español con la crisis institucional, la crisis política, la crisis económica... En Cataluña no es gratuito, tiene repercusión. Una parte de la población ve que aquí las cosas se pueden hacer mejor, se puede cambiar el sistema, mejorar la administración, y eso un proyecto como el de un estado nuevo, tiene su punto de ilusión.

P: ¿Cómo puede demostrar que lo que pasa en Facebook o Twitter tiene influencia real en las ideas o en el voto de los ciudadanos?

R: Por ejemplo, las CUP no tenían representación en el Parlament, pero en la última campaña electoral tuvo más impacto en redes sociales que muchos partidos que sí que participaban en los espacios tradicionales de propaganda electoral. Al margen del sistema de comunicación de los medios tradicionales, hay un empoderamiento de los ciudadanos en las redes sociales que permite que se compartan muchos contenidos favorables al independentismo. Sin Internet no se podría haber organizado una cadena humana de 600 kilómetros que atravesara Cataluña o una V mayúscula con un mosaico monumental. 

También te das cuenta de que la gente que tiene éxito en la red está a favor de que los catalanes voten o apoyen la independencia.

P: Pero las CUP siguen siendo un partido minoritario en el Parlament... ¿El activismo en las redes no sigue siendo una cuestión de pequeñas minorías?

R: Si te fijas en el candidato de Esquerra Republicana, Oriol Junqueras, es el dirigente catalán con mayor número de seguidores en Twitter. El candidato de la CUP también. Los soberanistas tienen más impacto en la red. Es cierto que la red no es un mundo real, que hay vida más allá de la red. Los periodistas y los medios miramos más a la red ahora que antes. Muchos políticos hacen declaraciones o se posicionan políticamente con tuits, esto convive con la información y la comunicación tradicional, pero cada vez hay más campañas que los partidos políticos o medios de comunicación lanzan a través de las redes, como los hashtags

Cabe destacar que el tanto por ciento de conexiones a Internet en Cataluña es superior a la media española. En el libro publico el nombre de 200 pioneros en Cataluña; muchos de ellos han hecho innovaciones a nivel estatal e incluso mundial. La sociedad catalana ha apostado por lo digital con frescor. Por ejemplo, la Viquipèdia [Wikipedia en catalán] tiene más entradas por número de visitantes en catalán que en inglés o en español. Hay una comunidad de internautas muy activos que han hecho una agenda de contenidos y utilizado la web 2.0 con la lengua propia, y muchos de ellos en clave soberanista. El libro está lleno de ejemplos que llevan a esta conclusión.

P: El uso de los avances digitales para hacer política de otra forma parece ligado a movimientos progresistas o de izquierdas. ¿Es así también en Cataluña?

R: La comunidad de CiU, por ejemplo, estuvo muy activa en red cuando era oposición, cuando gobernaban los socialistas en Cataluña. Eran muy activos para intentar llegar al poder, pero cuando CiU ganó las elecciones, en la primera legislatura de Artur Mas con el PP, se dedicó a hacer recortes, y esta comunidad se quedó un poco acomodada. Cuando un partido llega al poder, su militancia 2.0 tiende a un cierto oficialismo y a relajarse. Los mensajes oficialistas, cuando estás en el gobierno, no son muy sexys en la red. Es muy difícil tener mucho impacto cuando estás comunicando como Gobierno.

Esto en Cataluña tiene que ver con la izquierda, pero también con la demanda de soberanismo, que implica a toda la izquierda menos al PSC y a un sector de ICV. Esta demanda enlaza y engloba a una parte de la derecha, que es la de CiU, que a pesar de estar en el gobierno, hacen este mensaje más rompedor por contraposición y para dar respuesta a los ataques que vienen del gobierno del Partido Popular. 

El debate soberanista permite que la comunidad que está cercana a CiU tenga una actividad cañera en las redes, y que también lo haga quien está en la oposición y es de izquierdas, que critica los recortes, pero que confluyen en el tema soberanista. Izquierda y derecha quedan en un segundo plano porque lo que genera consenso y complicidad es el menosprecio que viene del gobierno de Madrid, la negación a poder votar, los ataques al autogobierno, la leyes que persiguen la lengua catalana en la escuela, etcétera. Por eso, izquierda y derecha se abrazan, de alguna manera, en el soberanismo.

P: ¿La revolución digital ha servido para visibilizar algunos discursos silenciados?

R: Sí, hace diez años el independentismo no era hegemónico ni formaba parte de la agenda mediática en Cataluña, y hoy no se habla casi de otra cosa. Hace una década el mundo analógico aún tenía más peso que el mundo digital. La caída de estos dos muros, el muro analógico y el del discurso autonomista, ha provocado que resurjan estos discursos que hace diez o quince años eran muy minoritarios y que solo se difundían en pocos medios digitales y algún periódico impreso. En cambio, hoy este debate está en el candelero.

P: ¿Cómo utilizan las redes los no independentistas?

R: Lo sabemos desde hace poco, porque han llegado hace poco, han llegado tarde y les ha costado más. Las han utilizado como réplica, un poco a remolque, llevando la contraria. Cuando juegas a la defensiva se nota. 

P: ¿Por qué se marca la llegada de Zapatero al Gobierno como punto de inicio del libro?

R: Por dos razones. La primera es la difusión vía SMS de una versión contraria a la del Gobierno de lo sucedido el 11-M, por el cual había sido ETA. Desde el punto de vista tecnológico, es la primera muestra de que la ciudadanía puede utilizar herramientas para intentar desmontar discursos interesados del poder o los medios tradicionales.

La segunda es que Zapatero se comprometió en campaña electoral, pensando que no ganaría, a defender el estatuto que aprobara el Parlamento de Cataluña. Esta victoria inesperada provocó que el debate estatuario abriese el melón del post-autonomismo, del post-pujolismo. Por este resultado, que no esperaban, se vieron obligados a pactar y a administrar un debate de reforma estatutaria que a mucha gente le abrió los ojos cuando el Tribunal Constitucional recortó y humilló el Estatuto, haciendo que mucha gente se convirtiera al independentismo. No había manera, no había margen. 

P: ¿Cuáles han sido hasta ahora las mayores acciones independentistas a través de Internet?

R: Todas las manifestaciones de los últimos años el 11 de septiembre, que se han convocado y movido a través de la red. Por ejemplo, la cadena humana de más de 600 kilómetros, la Vía Catalana, se organizó en la red; había una web donde la gente se tenía que inscribir, escoger un tramo, organizarse... La última Diada igual, casi dos millones de personas se inscribieron en Internet para esta manifestación, haciendo la V de votar y de victoria.

Por ejemplo, en Twitter también tienen mucho éxito las campañas lanzadas a través de hashtags, que siempre acaban siendo trending topic.

P: ¿Existe alguna herramienta digital que se utilice exclusivamente en Cataluña?

R: De momento, no. Pero tenemos Twitter y Facebook en catalán, hay una campaña en marcha para que Linkedin también sea en catalán... Herramientas o redes que sean exclusivas no existen por ahora.

P: Algunos autores ya han comenzado a señalar algunas facetas negativas del ciberactivismo. ¿Se ha padecido alguna en el movimiento independentista?

Leyendo el problema catalán

Leyendo el problema catalán

R: Internet hace 10 años era un espacio de buen rollo, de colaboración, de respeto, pero últimamente por la inmediatez, la brevedad de las redes, hay más crispación, más excitación. Sobre todo en medida que se acerca la consulta, que hay más tensión por la actualidad política. En la red hay una crispación que no se corresponde con la convivencia que hay en las calles. Ahora han profilerado perfiles de trolls, mucha gente ha tenido que bloquear a usuarios impertinentes, cosa que antes no pasaba, porque se era más pacífico y respetuoso.

Eso me lleva a pensar que hay perfiles que son claramente monitorizados o gestionados por personas que actúan a unos dictados y que responden a unas campañas muy concretas, en un bando y en otro. Esto genera un ruido que no se corresponde con el clima de tranquilidad y civismo que se respira en la calle.

Por ejemplo, en la última Diada más de un millón y medio de personas salieron a la calle y cuando se fueron a su casa, el centro de Barcelona estaba limpio: no se rompió ni un cristal, no se quemó ningún contenedor, no hubo incidentes, la Policía no tuvo que llamar la atención a nadie... Ese espíritu pacífico muchas veces en la red no está presente, ya que hay tensión y crispación. Es el problema que yo detecto.

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