Memoria histórica

Solicitan la nacionalidad española seis ciudadanos filipinos descendientes de vascos exiliados

Imagen de archivo de una manifestación en defensa de la memoria histórica.

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Buenaventura de Erquiaga Palacios nació en casa de sus abuelos maternos en Elantxobe, Bizkaia, el 24 de abril de 1895. En 1912 viajó a Filipinas, donde se casó y formó una familia. Durante los años 30, Buenaventura encabezó el Partido Republicano en Filipinas, en apoyo a la Segunda República Española; cuando en 1946 se promulgó un decreto por el cual sólo filipinos y estadounidenses podían desempeñar la actividad empresarial en territorio flilipino, Erquiaga se vio obligado a adquirir la nacionalidad filipina, puesto que su marcada ideología republicana le imposibilitaba regresar a España.

Ahora, sus descendientes piden al Ministerio de Justicia que se les otorgue la nacionalidad española de la que no disponen por motivos políticos: en 1966, los vástagos de Buenaventura regresaron a la tierra de su padre; en concreto, a Madrid. Pero ante la imposibilidad de comunicarse con el exterior, puesto que el control y la censura franquistas hacían que la correspondencia llegase abierta a la capital, y debido a su precaria situación económica, en 1969 la familia puso rumbo a Filipinas de nuevo. El hijo de Buenaventura, Santiago, falleció en 1976 en el exilio, sin haber recuperado la nacionalidad española.

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La nieta de Buenaventura e hija de Santiago, Miren, obtuvo la nacionalidad en 2009 por ser hija y nieta de exiliados a través de la Ley de Memoria Histórica, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas “en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura”. Hoy, Miren lucha para que se conceda la nacionalidad española a sus hijos, así como a sus sobrinos, que, por ser bisnietos, y no nietos, de represaliados, no pueden acceder a ella mediante el mismo procedimiento de Miren.

Los seis han optado por otra vía y el pasado 4 de noviembre interpusieron una petición de carta de naturaleza, un trámite administrativo por el que el Ministerio de Justicia ha otorgado recientemente la nacionalidad española a Ansu Fati, futbolista del Barcelona, y a la regatista Nicole Van Der Velden.  Se trata, además, del mismo medio por el que más de 132.000 judíos sefardíes –nacidos, en su mayoría, en México, Colombia y Venezuela- han formalizado la solicitud de nacionalidad española en los últimos meses.

La familia Erquiaga, que en la actualidad tiene su domicilio en San Sebastián, ha vivido durante cerca de un siglo en Filipinas “sin perder el sentimiento vasco”, hasta el extremo de que, según cuentan, los descendientes de Buenaventura dominan hoy el euskera y el castellano.  En 2019, año en que se conmemora –que no celebra, tal y como apuntan– el 80 aniversario del exilio, piden para su familia, por orgullo, la nacionalidad que no tienen por ser víctimas de una  guerra y una dictadura que, aseguran, les robó toda una vida.

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