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Investigación

Así es el tráfico de oro desde tierras índigenas de Venezuela hasta EEUU por la frontera brasileña

El paisaje de Roraima, en la frontera con Venezuela, al norte de Brasil.

Joseph Poliszuk (Armando.info), María de los Ángeles Ramírez (Armando.info), Eduardo Goulart (Occrp)

Pacaraima, en el extremo norte de Brasil, es una ciudad marcada por la migración. Decenas de personas cruzan cada semana la frontera desde Venezuela huyendo de una crisis económica y política que ha sumido a millones en la más absoluta pobreza.

La ciudad también se ha convertido en un foco de tráfico de oro, según revela esta investigación, en la que ha participado la red periodística Organized Crime and Corruption Reporting Project (Occrp), con la que colabora infoLibre.

La policía brasileña ha desarticulado en los últimos años dos supuestos sistemas de contrabando que, según los investigadores, canalizaban millones de dólares en oro venezolano a través de la frontera con Pacaraima para, desde allí, salir de Sudamérica hacia Estados Unidos, Asia y Oriente Próximo.

Uno de los sistemas estaba presuntamente dirigido por Andrés Antonio Fernández Soto, un contrabandista de oro venezolano condenado que, según la policía, utilizaba empresas de su propiedad y de su familia para traficar con oro hacia Miami. La policía detuvo a Fernández –conocido con el nombre de "Toñito"– tras ser sorprendido intentando trasladar oro extraído de tierras protegidas de la Amazonia venezolana a través de Brasil.

El otro caso se centra en un grupo que presuntamente pasaba oro venezolano de contrabando a través de la frontera para comprar alimentos, medicinas y otros productos básicos en Pacaraima. La policía brasileña afirma que el oro se vendía a un importante comerciante de metales de São Paulo, que lo exportaba a la India y a los Emiratos Árabes Unidos. Parte del oro, sugieren, podría proceder de Toñito y su familia.

Las autoridades brasileñas buscan ahora a Toñito, que a finales de marzo se quitó un dispositivo de vigilancia del tobillo y se dio a la fuga. Ni Toñito ni ningún miembro de su familia respondieron a la solicitud de comentarios para este artículo.

Los dos casos ofrecen una visión poco frecuente del turbio mundo del comercio ilícito de oro en Venezuela. Los expertos calculan que cada año se extraen hasta 75 toneladas de las minas del país, por valor de más de 4.800 millones de dólares al cambio actual. Se cree que la mayor parte procede de minas ilegales, donde los trabajadores se afanan en condiciones a menudo horrendas.

Sin embargo, las cifras oficiales son poco fiables. El opaco ecosistema de criminalidad que rodea al comercio hace imposible cuantificar el volumen. Basándose en testimonios de mineros y funcionarios locales, los expertos afirman que la industria ilegal del oro en Venezuela está creciendo, impulsada por la misma devastación económica que ha llevado a tantas personas a huir del país.

"En este contexto, el oro se ha convertido en el nuevo petróleo", afirma un informe de 2021 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). "La mayor parte del oro de Venezuela sigue siendo contrabandeado al extranjero, blanqueado y finalmente vendido a comerciantes y refinadores de todo el mundo", añade.

Oro camuflado

En Pacaraima el coste de la crisis venezolana es evidente. Grupos de inmigrantes, algunos con bebés en brazos o mochilas abultadas, se agolpaban en las aceras cuando Armando.Info los visitó el año pasado.

Conforme el comercio ha ido creciendo, los contrabandistas han ideado nuevas formas de camuflar el origen del oro venezolano. Los dos casos muestran diferentes técnicas, desde intentar hacerlo pasar por chatarra hasta desviarlo a través de países vecinos, como Brasil.

Hasta hace poco, las leyes brasileñas permitían que "calentar oro" –como a veces se conoce en portugués al blanqueo– fuera relativamente fácil. Una norma de "presunción de buena fe" implicaba que cualquiera podía vender oro sin tener que demostrar que había sido extraído legalmente, con sólo dar fe de ello.

"Si vas a un punto de venta aquí en Brasil y dices 'mira, yo extraje este oro', y proporcionas el número de registro de una operación minera autorizada, simplemente porque puedes decirlo de buena fe, puedes legalizar fácilmente ese oro", explica Melina Risso, directora de investigación del Instituto Igarapé, un think tank en defensa de la sostenibilidad con sede en Río de Janeiro.

El Tribunal Supremo de Brasil suspendió en abril la presunción de buena fe de las empresas compradoras de oro, pero la sentencia es una decisión preliminar y aún podría ser revocada.

"Una verdadera organización criminal"

Durante un tiempo, Pacaraima fue un refugio seguro para Toñito. La policía dice que ganó millones con el tráfico ilegal de oro a Brasil antes de ser detenido allí en 2021.

Toñito se había escabullido por la frontera tres años antes, tras ser condenado en Venezuela por contrabando de 100 kilos de oro valorados en unos 6 millones de dólares. Cuando huyó a Brasil, Interpol emitió una alerta roja solicitando su detención.

Pero cuando Washington prohibió las importaciones venezolanas en 2018, los investigadores dicen que Toñito y su familia desviaron su comercio a través de Brasil para ocultar el origen del oro.

Una vez en Brasil, Toñito solicitó asilo como refugiado y supuestamente se puso manos a la obra para volver a sacar oro de Venezuela. Pero la policía brasileña se puso en alerta al atrapar a un comerciante con unos 46.000 dólares en efectivo, que les dijo que planeaba comprar oro al cuñado de Toñito.

El descubrimiento llevó a la policía a iniciar una investigación sobre Toñito y su grupo, cuyo nombre en clave es operación Cadena. Aunque la investigación sigue en curso, algunas de sus conclusiones se recogen en documentos presentados ante el tribunal para que la policía pudiera detener a Toñito en 2021.

Un juez que revisó los documentos describió la empresa de Toñito como "una verdadera organización criminal, con una estructura jerárquica y compartimentada bien definida, que movía grandes cantidades de dinero relacionado con el oro extraído de tierras indígenas –y probablemente con otros delitos–".

Los documentos ofrecen una visión inusualmente detallada de cómo los suministros ilegales se abren camino desde la Amazonia venezolana hasta el mercado internacional.

La investigación se centra en un cargamento de ocho lingotes de oro extraídos en la Gran Sabana, un grupo de territorios indígenas protegidos en el sur del país donde se supone que la minería está prohibida. En la aldea de Chirikayén, no lejos de la mina, pequeñas hileras de casas con techo de paja se alineaban a lo largo de caminos de tierra pulcramente cuidados, dominados por una montaña de cima plana conocida por los lugareños como el "indio reclinado".

La mina era un hervidero de actividad cuando Armando.Info la visitó a principios de año. Los camiones iban y venían cargados de sacos de oro. Día y noche aparecían aviones cargados de material rocoso que aterrizaban en un helipuerto cercano o, a veces, en el campo de fútbol de la comunidad local.

Los lingotes de oro extraídos aquí fueron comprados por una empresa venezolana propiedad de la hermana de Toñito en enero de 2020 y cinco días después vendidos a una empresa registrada en Florida y controlada por Toñito, según los registros de ventas. La policía dice que los lingotes fueron luego contrabandeados a través de la frontera de Venezuela a Brasil, aunque no explican cómo.

Una vez en Pacaraima, los lingotes se entregaron a Union Security, una empresa de seguridad privada que debía transportar el oro en camiones blindados hasta el aeropuerto de Boa Vista, capital del Estado. Allí los lingotes debían confiarse a una aerolínea chárter que los llevaría a Florida. Los documentos muestran que ya se había reservado un vuelo para transportar el oro a Fort Lauderdale el 12 de febrero, con un coste de casi 30.000 dólares.

Pero había un problema.

Para exportar el oro desde Brasil, Union Security debía ser autorizada como transportista internacional. Las autoridades brasileñas estaban en alerta máxima ante los envíos de oro después de que grupos armados hubieran robado cargamentos en otros aeropuertos.

La documentación de los lingotes de oro también presentaba problemas, ya que incluía un antiguo certificado de aduanas estadounidense que, según las autoridades, pretendía "engañar" a los funcionarios de aduanas. También se afirmaba que el oro sería transportado en el propio avión de Toñito, en lugar de en el que había fletado.

La Secretaría de Ingresos Federales de Brasil rechazó la solicitud de Union Security, señalando en su decisión que existía un "alto riesgo para la seguridad pública debido a la naturaleza de la carga". Toñito, Tremens Metals y Union Security presentaron una demanda para anular la decisión, pero perdieron el caso.

La empresa Brinks, que compró Union Security en 2021, dijo que en su due diligence para la adquisición no fue "informada" de que Tremens Metals hubiera contratado a Union Security para transportar oro. Brinks afirmó que tiene una rigurosa política de gobernanza cuando se trata de mover metales preciosos.

La policía brasileña detuvo a Toñito en octubre de 2021, pero escapó del arresto domiciliario y ahora está prófugo. El departamento de justicia del Estado de Roraima, donde se encuentra Pacaraima, dijo que agentes de inteligencia lo están buscando.

Las dos hermanas y el cuñado de Toñito, que fueron detenidos al mismo tiempo, están a la espera de juicio. La policía brasileña declinó hacer comentarios, ya que el caso está en curso.

Pero este no ha sido el único caso de tráfico que implica a Toñito y a su familia. La policía brasileña también tiene pruebas de que abastecían a otro grupo que introducía oro ilícito a través de la frontera para comprar alimentos y medicinas.

Comida por oro

La segunda presunta trama de contrabando descubierta en Pacaraima se aprovechaba de la escasez generalizada de productos básicos que ha empujado a millones de personas a huir de Venezuela.

Al menos 19 personas están siendo investigadas por formar parte de un grupo delictivo que introducía oro venezolano de contrabando en Brasil para comprar alimentos y medicinas que no estaban disponibles al otro lado de la frontera. La policía brasileña hizo redadas en varias propiedades en marzo en relación con la presunta trama, en la que se calcula que se blanquearon 40 millones de reales brasileños (8 millones de dólares).

Según la policía, el cabecilla era un brasileño llamado Marcelo Camacho Pinto. En mensajes citados en documentos de la investigación Camacho describe cómo actuaba de intermediario entre los contrabandistas de oro y las tiendas de Pacaraima. "Los venezolanos me dan el [oro] y firman un certificado de origen. Con este material... yo hago el pago a las empresas que lo venden", dijo Camacho en un mensaje a su abogado.

En un mensaje de audio también citado en el expediente, Camacho explicaba que también compraba el oro él mismo. "A veces, hay situaciones en las que pago en efectivo y otras situaciones también pago a los supermercados donde compran los alimentos", decía.

El OCCRP no pudo contactar con Camacho para recabar sus comentarios.

La policía cree que Camacho compró parte del oro a Toñito y su familia, aunque ninguno de ellos es sospechoso oficialmente. Los registros bancarios muestran que una empresa propiedad de su hermana Lilia y su marido, Sousa & Fernandez Representações, recibió 213.000 dólares de la empresa de Camacho, MC Produtos de Extração Mineral. Los pagos, dicen, "indican claramente" que Toñito y su familia suministraron oro a los contrabandistas.

Cuando los agentes visitaron la dirección de Sousa & Fernandez en la ciudad brasileña de Boa Vista, parecía poco más que una empresa tapadera. El interior de la oficina estaba vacío, mientras que en el exterior colgaba un cartel de "se alquila".

Según la policía, MC Produtos de Extração emitía recibos falsos en los que afirmaba que el oro procedía de joyas empeñadas por emigrantes venezolanos, en un intento de ocultar su origen ilegal. Sin embargo, las pruebas realizadas por la policía a la supuesta chatarra demostraron que era mucho más puro que el oro utilizado en collares o pendientes.

El oro de contrabando se vendía entonces presuntamente a RBM Recuperadora de Metais, un importante comerciante de metales con sede en São Paulo. Entre enero de 2015 y septiembre de 2019, la policía afirma que MC Produtos suministró a RBM 1,2 toneladas de oro, valoradas en cerca de 30 millones de dólares, que luego se exportaron al extranjero, a empresas de Dubái y la India.

Las autoridades brasileñas fueron alertadas por primera vez de que Camacho comerciaba con oro a principios de 2017, cuando intentó enviar algo más de un kilogramo a RBM a través del correo. El envío fue incautado por la Secretaría de Ingresos Federales.

Las sospechas de los investigadores aumentaron cuando unos meses después se incautaron de otro paquete de oro enviado por la hija de Camacho, con una factura a nombre de un minero venezolano. Camacho intentó entonces reclamar el oro utilizando recibos falsos de joyería.

La policía detuvo a Camacho, al propietario de RBM en ese momento, Valdemir de Melo Junior, y a más de una docena de personas en relación con la trama en junio de 2019. Aunque el caso sigue abierto, Melo Junior ha podido renovar varias licencias mineras que posee en la Amazonia brasileña.

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RBM negó haber cometido delitos, diciendo que los fiscales no habían presentado cargos contra la empresa. "Todas las acciones de la empresa se guían por las disposiciones legales que rigen sus operaciones, así como por las mejores prácticas de compliance", declaró un portavoz.

El director ejecutivo del Instituto Escolhas, centro de estudios sobre desarrollo sostenible, Sergio Leitão, afirma que el comercio ilegal de oro implica tanto a compradores como a proveedores. "Las consecuencias son graves y plantean un dilema de reputación no sólo para Brasil, que vende este oro, sino también para los países que lo compran. En otras palabras, es un delito que cometen... tanto los que exportan como los que importan", añade.

Aquí puede leer la noticia original, investigada y publicada por Armando.info, OCCRP, Correo del Caroní y Piauí, con seguimiento y apoyo del Pulitzer Center's Rainforest Investigations Network.

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