Tres ministros analizan para infoLibre dos años de gobierno marcados por el shock de la pandemia

Félix Bolaños, Ione Belarra y José Luis Escrivá.

Parece que hace mucho más, pero fue hace justo dos años. 12 de enero de 2020. Apenas cinco días después de lograr la investidura con una mayoría rocambolesca en el Congreso, Pedro Sánchez convocó a los medios de comunicación en el palacio de la Moncloa a una declaración institucional para oficializar los nombres de los 22 ministros que iban a componer el primer gobierno de coalición desde la Segunda República. Era domingo. Unas horas antes, China había hecho pública la secuencia genética de un nuevo virus causante de una extraña enfermedad que provocaba neumonías. Se llamaba covid-19. 

Durante su intervención aquel día, el presidente se mostró ambicioso al presentar a su equipo como un Gobierno “de acción, muy ejecutivo y resuelto”, y llegó a mencionar “las grandes transformaciones” que resultaban urgentes para España, poniendo ejemplos concretos como la reforma laboral o la renovación del pacto de Toledo. Y también enumeró los cinco grandes ejes de acción política: las reformas económicas, el entendimiento territorial, la justicia social, la transición ecológica y la igualdad. Dos meses y dos días después, el presidente volvía a comparecer en la misma sala de prensa para anunciar el primer estado de alarma. Los planes del Gobierno (y los de todo el mundo) saltaron por los aires. 

El 'shock' de la pandemia

Aquellas primeras semanas de pandemia, el tsunami provocado por el virus provocó la paralización de cualquier actividad que no tuviera que ver con la emergencia sanitaria. La acción de gobierno se centró en exclusiva en poner en marcha medidas encaminadas a paliar, en la medida de lo posible, el azote de la enfermedad, que dejaba a su paso un reguero inasumible de muertes ante el colapso del sistema sanitario en su conjunto. Aunque había 22 carteras ministeriales repletas de proyectos para la legislatura, en realidad no había espacio para otras políticas que no fueran las de Sanidad

Dos de los responsables de redactar el programa del Gobierno de coalición fueron Félix Bolaños, del PSOE, e Ione Belarra, de Unidas Podemos, ambos ministros a día de hoy. Para Belarra, titular de Derechos Sociales, esta primera mitad de legislatura ha supuesto el reto de “responder a lo urgente sin renunciar a lo importante”, y en su opinión la acción del Ejecutivo “evidencia que se puede”. Cuenta la ministra que “en Derechos Sociales éramos conscientes de que, tanto la gestión de la pandemia como la emergencia social en la que la gestión del PP había sumido el país, requerían de un abordaje urgente. Por eso redoblamos los esfuerzos, para recorrer en paralelo ambos caminos”. 

El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, recuerda que en aquellos primeros días en Moncloa tras la explosión de la pandemia “los esfuerzos se centraron, en un primer momento, en salvar vidas cuando no existía medicamento eficaz contra el coronavirus ni tampoco vacunas”. Bolaños coincide con Belarra en que muy pronto la emergencia sanitaria también fue dando paso a otra social y económica, y por eso destaca el trabajo del Ejecutivo para hacer frente a todas ellas en paralelo: “Hemos acelerado los proyectos necesarios para acometer la crisis económica y social que dejaba el virus y, a pesar de enfrentarnos a una crisis sanitaria sin precedentes y a sus consecuencias, hemos sacado adelante proyectos importantes como la subida del SMI, le ley de educación, la reforma de las pensiones, la ley de la infancia, la ley del cambio climático o la estrategia de salud mental”. También recuerda Ione Belarra que la pandemia llevó al Gobierno a dar una respuesta en forma “de escudo social con medidas como la paralización de los desahucios o la prohibición de los cortes de suministros, al mismo tiempo que acordábamos con todas las Comunidades un plan de choque en dependencia que en un solo año revirtió todos los recortes del PP y en dos ha duplicado prácticamente la inversión del Estado”.

Los ritmos del coronavirus

El Gobierno saca pecho del balance de estos dos años en un contexto de crisis global por la pandemia y asegura haber cumplido ya “el 50% de acuerdos de investidura y el 44% de acuerdos de coalición, poniendo en marcha la recuperación”. Algunas de las medidas estrella de este mandato, sin embargo, han visto inevitablemente retrasados sus calendarios de trabajo por la ingente producción legislativa provocada por la pandemia. Lo admite así el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, que explica que “la pandemia cambió nuestras prioridades, como es razonable cuando uno sufre un shock tan intenso como ha sido ese. Quizá, de no haber habido pandemia, hubiéramos empezado antes con la reforma de las pensiones, pero lo importante es que estamos a mitad de legislatura y ya se ha aprobado la mayor parte de la misma y, además, se ha hecho con el apoyo de los agentes sociales, que es muy relevante”, defiende el ministro.

Pero la conclusión tras dos años de legislatura es que, al igual que la pandemia ha ralentizado unas políticas, también ha acelerado otras. “El Ingreso Mínimo Vital es el mejor ejemplo de ello”, explica Belarra, que añade: “Nos hubiese costado mucho más convencer al PSOE en otras circunstancias”. El ministro competente en desplegar esa nueva prestación asume que “era una política que teníamos claro que tenía que llegar a España y así lo anunciamos como un compromiso al inicio de la legislatura. Pero la pandemia nos llevó a acelerar su despliegue. No fue fácil diseñar y poner en marcha una política compleja como esta en los primeros meses de la pandemia, que fueron quizás los más duros. Pero mereció la pena”, concluye Escrivá. 

El ministro de Seguridad Social también hace referencia a la figura de los ERTE, impulsada desde el vecino ministerio de Trabajo cuando el Gobierno tuvo que decretar la paralización de toda la actividad económica: “Los ERTE eran un mecanismo que existía antes, pero que apenas se utilizaba más allá de unas pocas grandes empresas industriales. La pandemia nos ha servido de ensayo y hemos visto cómo pueden ser un elemento de una enorme flexibilidad para proteger el empleo y el tejido productivo cuando las empresas enfrentan dificultades, evitando el costoso recurso al despido. Y en este caso, tanto durante la pandemia como en su despliegue futuro de manera permanente, este mecanismo también ha recibido el respaldo del diálogo social”.  

Nuevas políticas

Félix Bolaños, que en los primeros compases de la legislatura estaba en la sala de máquinas de la Moncloa y ahora es el ministro de mayor cercanía para el presidente, coincide en que “los mecanismos de ERTE ayudaron a salvar empleos y empresas en los momentos más duros de la pandemia” y cree que, aunque “fue un mecanismo excepcional” en realidad demostró que “de esta crisis tenemos que salir reforzando el Estado de bienestar, porque se ha demostrado que es la única red para todas las personas cuando vienen mal dadas”.

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Ione Belarra, también secretaria general de Podemos, coincide en el diagnóstico, aunque se muestra algo más crítica con su socio de Gobierno sobre el recorrido que deberían haber tenido algunas otras políticas en este contexto de pandemia: “Yo he echado en falta mayor ambición y la aceleración de medidas que la pandemia ha mostrado como necesarias para abordar el tiempo que viene, desde recuperar una mayor soberanía productiva e industrial, hasta un refuerzo mayor de lo público, especialmente de la sanidad”, apunta.

El ministro Escrivá saca incluso una lectura positiva de la lección que deja la pandemia en forma de oportunidades: “Ojalá no nos hubiera tocado vivirla”, dice, “pero la situación extraordinaria que hemos atravesado también nos ha servido de ensayo de medidas que luego van a ser permanentes, como los propio ERTE o la reforma del reglamento de extranjería. También ha actuado de catalizador de algunas medidas y, sobre todo, ha impulsado la puesta en marcha de los fondos Next Generation, cuyo despliegue vinculado a los compromisos adquiridos en el Plan de Recuperación va a tener un gran impacto en la modernización de nuestro país”.

Aunque la sombra de unas elecciones anticipadas en medio de un clima de inestabilidad política es alargada, el Gobierno insiste en dar “normalidad” a las instituciones y en trasladar un mensaje de certidumbres a una ciudadanía extasiada por la crisis social, sanitaria y económica que ha traído aparejada el virus. “La legislatura será de cuatro años”, insisten en la Moncloa. Si es así, a Sánchez y a su Gobierno aún le quedan otros dos años para terminar de cumplir con una hoja de ruta diseñada hace no tanto, pero que ahora tiene como principal meta que todo vuelva a ser más o menos parecido a como era antes de la pandemia. 

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