La gestión de la dana
Abascal mantendrá a Mazón para recordar a Feijóo que solo Vox tiene la llave de la Generalitat

Es un hecho indiscutible que Carlos Mazón no le debe su cargo ni su continuidad en la Generalitat Valenciana al presidente de su partido, Alberto Núñez Feijóo. Lo primero fue obra de la anterior dirección del Partido Popular, encabezada por Pablo Casado, tras forzar la marcha de la hasta entonces presidenta del PPCV y portavoz en las Corts Valencianas, Isabel Bonig en 2021; lo segundo es gracias al apoyo de Vox, que después de cinco manifestaciones, múltiples mentiras, cambios de versión y una investigación judicial que apunta a la Generalitat no solo sigue sigue manteniendo al jefe del Consell, sino que incluso lo defiende públicamente.
No es de extrañar, por tanto, que Mazón agradeciera de manera "personal" el apoyo de Santiago Abascal en el desayuno informativo que protagonizó hace una semana en Madrid por, en sus palabras, "ser consciente" del relato que "se está pergeñando" en su contra. El dirigente valenciano presumió, además, de tener una "relación extraordinaria" con el ultraderechista, que ciertamente ha evitado tomarla con Mazón pese a la guerra abierta que hay entre PP y Vox a nivel nacional. Es más, Abascal ha sido menos crítico con el jefe del Consell que el propio Feijóo, que este lunes admitía por primera vez que la administración valenciana no "estuvo a la altura" que requería la gestión de la dana el pasado 29 de octubre, que se llevó 227 vidas por delante. Este lunes, tras declararse la alerta roja en el interior de Castelló, Mazón sí se ha desplazado hasta la capital de la Plana rápidamente.
En estos casi dos años al frente de la Generalitat, la sintonía de Mazón con la extrema derecha ha sido total, hasta el punto de que fue el presidente autonómico que primero alcanzó un acuerdo con Vox tras las elecciones autonómicas de 2023. Un rápido movimiento que se interpretó en Génova como un error porque, a su juicio, contribuyó al dar alas a la campaña de Pedro Sánchez en las generales. Aunque la dirección nacional del Partido Popular dio libertad a sus barones autonómicos para pactar con los ultras, las cesiones a los de Abascal perjudicaron las expectativas de Feijóo, que se quedó lejos del resultado esperado.
Tras la ruptura de los gobiernos autonómicos forzada por Abascal pasado verano, ambas formaciones han seguido votando de manera conjunta y coordinada en les Corts y, actualmente, negocian los Presupuestos —estaba previsto que se presentaran este martes en la Cámara valenciana, pero se ha postergado por cuarta vez— pese a la orden del líder de Vox de no aprobar las cuentas públicas de ningún territorio hasta que Feijóo no se oponga de manera pública a los acuerdos entre su familia política y la de los socialistas en Bruselas.
En este caso la debilidad parlamentaria de Mazón juega a su favor si los 13 diputados de Vox siguen sin querer participar en ninguna operación para relevar del mando al actual jefe del Consell. Si el PP contara con mayoría absoluta, Feijóo podría dar la orden a sus diputados autonómicos de hacer caer al president de la Generalitat y nombrar a su sucesor de entre los 39 diputados restantes, pero al depender de Vox, necesitan los votos de la extrema derecha o, en su defecto, del PSPV para seguir gobernando en la Comunitat Valenciana. La apuesta de Vox responde, a su vez, a un movimiento táctico. Los ultraderechistas consideran que cuanto peor le vaya al PP con Mazón mejor les irá a ellos, como así se refleja en las encuestas internas de los conservadores.
La inestabilidad del Ayuntamiento de València complica el relevo de Catalá
Una de las mejores situadas para sustituir a Mazón es la actual alcaldesa de València, María José Catalá, que podría acceder al cargo al tener un asiento en el parlamento valenciano —requisito indispensable para ser elegida— un movimiento que, sin embargo, no está exento de problemas. El principal es que la extrema derecha ha vetado su nombre lo que busca demostrar a Feijóo de que son ellos —y no él— quienes tienen la llave de la Generalitat. Abascal quiere exhibir su fortaleza ante el líder del PP en un momento en el que los reproches entre ambos partidos son constantes por el apoyo de Vox al presidente de EEUU, Donald Trump, incluso tras abroncar de manera pública al presidente ucranio, Vlodomir Zelensky, en la Casa Blanca.
Otro de los problemas es que Catalá gobernaría en minoría —como ya hace en el Ayuntamiento—y Génova cree que podría "quemar" su imagen antes de tiempo. A eso se suma que su estabilidad política en el consistorio municipal podría complicarse tras la suspensión este lunes del portavoz de Vox en el Ayuntamiento, Juan Badenas, por un presunto amaño de un contrato. El riesgo para Catalá es que los ultras le expulsen y que este, en lugar de dejar el acta, se pase al grupo de los no adscritos lo que dejaría a Compromís y el PSPV en mayoría. Este escenario haría más difícil el relevo de Catalá en el Ayuntamiento de la capital del Túria.
Otra de las opciones es que ocupe el cargo una figura de transición como el secretario general del partido y síndic en les Corts, Juanfran Pérez Llorca. Vox, de hecho, podría proponer su nombre como condición para apoyar la moción de censura que ahora los socialistas se abren a plantear a través de la ministra Diana Morant. Parece complicado, sin embargo, una alianza entre las tres formaciones para nombrar a un diputado del PP o que los propios parlamentarios conservadores la votaran. La última palabra, de nuevo, la tendría la extrema derecha.
Proteger a Mazón, culpar a Sánchez, atacar a Gan Pampols
La formación de Abascal ha rechazado, tanto en el Ayuntamiento de València como en Les Corts, pedir la dimisión de Mazón por la gestión de la dana. Una alianza que se fraguó a la hora de constituir las comisión de investigación sobre la dana, aprobada a finales de noviembre, pero que todavía no ha iniciado su actividad. Ambos partidos desdeñaron las propuestas de la izquierda y aceptaron el planteamiento de Vox para analizar "la gestión realizada por parte de todas las administraciones, así como las consecuencias y las posibles actuaciones a realizar para la recuperación social y económica en el territorio afectado" y con un plazo máximo de un año desde su inicio para elaborar el consiguiente dictamen.
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La consigna de la formación de Abascal desde que ocurrió la dana es que el "gran culpable" de lo sucedido es el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, por su "negligencia criminal" mientras que Mazón únicamente le atribuyen "incompetencia". La clave de la comisión es que abre la puerta a citar a Sánchez y desechar los nombres propuestos por la izquierda —como el propio Mazón u otros consellers— para priorizar que acudan miembros del Ejecutivo central como el citado presidente del Gobierno, la exministra Teresa Ribera o la delegada del Gobierno Pilar Bernabé. A quien sí podría situar la formación ultra en la diana es al vicepresidente para la recuperación, Francisco Gan Pampols, pese a que se incorporó al Consell en noviembre.
El choque con el militar retirado ha llegado al punto de acusarlo de ser un "infiltrado" de Pedro Sánchez. "Cada día tengo más claro que Mazón tiene el enemigo en casa. Es una irresponsabilidad", criticaba recientemente el síndic de Vox en las Corts, José María Llanos, el mismo que la pasada semana, tras conocerse que Mazón llegó a las 20.28 horas al centro de emergencias decía que no era el momento de pedir la dimisión del jefe del Consell. “Cualquier cuestión política que pueda paralizar o ralentizar la reconstrucción de los pueblos no es ahora el momento de que se produzca", afirmó ante la pregunta sobre si Mazón debía dimitir.
También dijo que no le importaba "absolutamente nada" dónde estaba el presidente valenciano el día de la dana, sino "si hicieron lo que tenían que hacer los que tenían las responsabilidades de haber actuado" y mantenía su rechazo a comprar "este relato que quiere mantener la izquierda de Mazón culpable, Sánchez absuelto". La Generalitat, por su parte, está tratando de cuidar al que denomina como su "socio preferente" de cara a aprobar unos presupuestos que darían aire a un cada vez más cuestionado Carlos Mazón.