Guerra de Ucrania

Zelenski rompe el perfil bajo de Vox sobre Ucrania al colocarlo ante el horror del fascismo en Gernika

El presidente de Vox, Santiago Abascal, junto al diputado Javier Ortega-Smith, en el Congreso

A Santiago Abascal no le gustó que el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, comparara la situación que atraviesa su país ante la invasión de Rusia con el bombardeo que perpetró la Legión Cóndor de Adolf Hitler sobre la población de la ciudad vasca de Gernika. Lo hizo el martes, durante su comparecencia ante el Congreso, en una intervención preparada al detalle. El ucraniano siempre escoge un momento histórico en sus discursos ante los parlamentos de otros países. Pero en Vox ya advertían de que cualquier mención a la Guerra Civil no gustaría entre sus filas. Como así fue.

El líder del partido ultraderechista lamentó este miércoles que Zelensky utilizara ese hecho histórico y añadió que "quizá habría sido más acertado hablar de Paracuellos, donde los predecesores de Putin ensayaron el genocidio" o "la persecución asesina en tierra vasca durante décadas". Asimismo, criticó el "señalamiento" que hizo el mandatario ucraniano sobre algunas empresas españolas, como Porcelanosa o Maxam,  por "hacer negocios" con Rusia. Lo hizo desde su cuenta de Twitter, ya que no apareció en ningún momento por la sesión de control al Gobierno que se celebraba en el Congreso.

El motivo del enfado de Vox se debe a que la formación no reniega del franquismo, ni lo condena, ni hace un juicio severo, ni siquiera crítico del mismo. Por supuesto, lo prefiere a la Segunda República. Y lo justifica. El propio Abascal, para quien el golpe de Estado de 1936 fue un "movimiento cívico militar", afirma que la guerra la provocó "un partido que sigue existiendo actualmente con las mismas siglas, el Partido Socialista Obrero Español".

Pero las palabras de Abascal esconden otra cuestión de fondo: la incomodidad que despierta en sus filas la guerra de Rusia sobre Ucrania. En los inicios de la invasión, a finales del mes de febrero, fueron los últimos en reaccionar y Abascal se vio forzado a borrar un antiguo mensaje que expresaba sintonía con Vladimir Putin. Durante semanas vio cómo afloraban datos embarazosos, desde un artículo de la fundación Denaes que consideraba al presidente ruso "un líder patriota" hasta la presencia en la dirección de Barcelona de un propagandista pro-Putin. O los vínculos de oligarcas rusos con la organización ultracatólica Hazte Oír, documentados por infoLibre.

Pese a ello, Vox es de las fuerzas de extrema derecha que menos rastro de afinidad con Putin ha dejado y se desmarca así de algunos de sus socios europeos como la francesa Marine Le Pen, el italiano Matteo Salvini, el brasileño Jair Bolsonaro o el húngaro Viktor Orban: todos ellos, fieles seguidores de Putin.  Los ultras españoles se han manifestado a favor de Ucrania en la guerra, pero al mismo tiempo "respetan" la posición de sus socios.

Ambigüedad con la guerra, al ataque contra el Gobierno

Vox, tan claro en otros asuntos, es deliberadamente ambiguo sobre la guerra y, en particular, acerca de Rusia y Putin. En el libro de conversaciones con Abascal que el escritor Fernando Sánchez Dragó publicó en 2019, el líder de Vox alimentó la opacidad de su partido en torno a la opinión que le merecía el líder ruso. En él, Abascal aseguró que en el pasado había rechazado reunirse con el presidente ruso “por prudencia”. Cuando Dragó le cuenta que el embajador ruso en Madrid le había preguntado por qué Vox tenía manía a Putin, respondía: “Yo pensaba que la KGB estaba mejor informada. Nunca he dicho que le tenga manía a Putin”. “Nunca me he metido con él”, añadía, antes de preguntarse “qué gana Vox acercándose a Putin”.

Los portavoces de Vox califican a Putin de "sátrapa" o "dictador", pero recientemente rechazaron retirarle la Llave de Oro de la ciudad de Madrid. Fue el único grupo que votó en contra. Con la intención de tapar la polémica, la formación registró una iniciativa en el Congreso para declarar persona non grata al presidente ruso. "Lo peor que le puede suceder a un pueblo es estar gobernado por un dictador fanático con aspiraciones totalitarias, bárbaras y criminales", alegaron en la exposición de motivos.

Con todo, tanto la cuenta oficial del partido como sus distintos representantes están evitando hacer alusiones a la guerra en sus mensajes e intervenciones públicas. En su defecto dirigen todos sus ataques al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, al que culpan de las consecuencias económicas de la invasión, como el alza de los precios. Una estrategia que trasladan a las calles, donde las últimas semanas han convocado varias manifestaciones contra el Gobierno que, sin embargo, no están siendo un éxito de convocatoria.

El partido de Abascal también culpa de la guerra a “la errática política exterior de Obama” y del actual presidente de Estados Unidos, Joe Biden, durante la crisis de Crimea de 2014. Desliza, veladamente, que Sánchez se ha dejado arrastrar por EEUU: “¿Y si hubiese sido Trump el único presidente de EEUU que no ha empezado una guerra? ¿Cuál sería la posición de nuestro Gobierno?”, se preguntó Jorge Buxadé, portavoz de Vox, antes de relacionar la situación con la “debilidad” mostrada por la Unión Europea en el conflicto migratorio con Bielorrusia.

¿Acoger a refugiados ucranianos? Sí, aunque con mensajes contradictorios

La hostilidad hacia los migrantes, envuelta en el celofán de la lucha contra la delincuencia y la preservación cultural, es una de las banderas de Vox. La extrema derecha potencia el discurso de que el Estado los trata mejor que "a los de aquí", que tienen más ayudas, más facilidades, más privilegios. Sin embargo, la formación no trata a todos los migrantes por igual.

El pasado mes de marzo Abascal defendió desde la tribuna del Congreso que las personas que huyen de Ucrania eran refugiadas y debían ser acogidas. El líder ultra los contrapuso con las que llegan a España desde África: “Cualquiera puede entender la diferencia entre esos flujos y las invasiones de jóvenes varones de origen musulmán en edad militar que se han lanzado contra las fronteras de Europa con la intención de colonizarla", dijo.

Ese mismo día el portavoz del grupo parlamentario de Vox en Andalucía, Manuel Gavira, expresó un criterio distinto al lanzado por su jefe de filas en Madrid: "La posición de Vox es conocida, creemos que deben quedarse en los países más cercanos porque son culturas afines, para que puedan retornar y estar cerca de sus domicilios". Este episodio evidenció, una vez más, las contradicciones de Vox ante una guerra que no les da rédito electoral y que involucra a sus socios nacionalpopulistas europeos.

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