Las memorias del Príncipe Harry, una de las "taras" disfrutonas de Daniel Sánchez Arévalo
¿Qué tienen en común la prisión de Soto del Real y la final del Mundial de Sudáfrica de 2010? Es una combinación un tanto particular, pero si subimos la apuesta, podemos preguntamos ¿qué tienen que ver un grupo de terapia contra la obesidad con un novio a la fuga? Al lector probablemente ya le haya explotado la cabeza. Es lo que suele suceder cuando se mira la filmografía tan diversa de Daniel Sánchez Arévalo (Madrid, 1970), uno de los directores y guionistas más premiados de nuestro país.
Tanto es así que este madrileño de corazón cántabro acumula distinciones tan importantes como el Premio Goya a Mejor Dirección Nobel por su primera película, Azul oscuro casi negro, o el galardón al mejor cortometraje del Festival de Cine Latinoamericano de Lleida por Profilaxis. Pero parece que a Sánchez Arévalo el cine se le quedaba pequeño para ganar premios y pasó al mundo de la literatura, donde llegó a ser finalista del Premio Planeta en 2015 con La isla de Alice.
Gordos, Diecisiete, La gran familia española, Primos... son algunos de los títulos más conocidos de este cineasta que el año pasado debutó como director de series de la mano de Netflix con Las de la última fila. En esta ocasión, el cineasta deja de lado la cámara y el lápiz para confesarnos sus mayores placeres culpables. En una persona tan polivalente como él, seguro que no defraudan en absoluto.
El director comienza por sus gustos audiovisuales y ahí nos comenta que tiene debilidad por los documentales deportivos de Netflix, en particular por los que tratan sobre la NFL (la liga de fútbol americano de Estados Unidos) y de golf. Por ejemplo, sobre este último le ha gustado mucho Full Swing, una serie documental fundamental para los amantes de este deporte que sigue la temporada de algunos de sus jugadores más mediáticos como Tiger Woods o Justin Thomas. También se confiesa fan de McGregor Forever, un documental donde se trata la vida del popular luchador irlandés de la UFC Connor McGregor.
Con respecto al fútbol americano, sus placeres culpables más recientes son Quaterback, una docuserie que sigue la vida de las estrellas de la NFL Patrick Mahomes, Kirk Cousins y Marcus Mariota. También Untold: Johnny Football, un documental sobre la biografía el jugador Johnathan Paul Manziel, apodado “Johnny Football”, cuya carrera deportiva ha estado marcada por su gran talento, los problemas de salud mental y el consumo de drogas. “Los documentales son el género que más consumo como espectador. Y los deportes que más me gustan son el golf y la NFL, así que son un match imposible de dejar pasar”, comenta Sánchez Arévalo a infoLibre sobre el motivo que le empujó a ver estas series.
En el apartado de los libros, el director y guionista confiesa haber disfrutado mucho con En la sombra, la polémica autobiografía en la que el Príncipe Harry de Windsor cuenta las difíciles relaciones con su familia, en particular con su padre, el rey Carlos III y su hermano, Guillermo, su experiencia en el ejército y sus problemas con las drogas. “Aquí mi consuelo es que lo ha escrito en la sombra J.R. Moehringer, uno de mis escritores favoritos. Cuando supe que él estaba detrás de la biografía me decidí a leerla”, confiesa.
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Sánchez Arévalo no solo admite haber disfrutado de estos placeres culpables, sino que también los recomendaría a sus amigos. “Desde luego, no perdería el tiempo escribiendo sobre cosas que no me han gustado y disfrutado”, comenta. De la misma manera, también le gusta recibir recomendaciones a la inversa: “Cuando alguien me cuenta su placer culpable no me suele sorprender, me divierte en todo caso ¡Y también tomo nota!”
Al director no le importa demasiado la imagen que proyecta con sus placeres culpables, sino más bien la sensación de aprovechar el tiempo con los productos audiovisuales que consume. Un sentimiento que se ha acrecentado aún más desde que es padre porque, según cuenta, su tiempo para el ocio (y para todo) ha desaparecido casi por completo. “Ahora estoy escribiendo mi siguiente peli, pero siempre digo que lo hago en los ‘minutos de la basura’, cuando mi hija duerme, o le pongo un rato Mickey, o vienen sus primas a jugar… Por eso, cuando por fin tengo algo de tiempo para ‘cultivarme’, siempre asoma la sombra de la culpa si lo empleo en algo de puro y duro entretenimiento”, reconoce.
Pese a esa sombra, Sánchez Arévalo deja claro que para él la cultura siempre es cultura. “La que consideramos ‘de consumo’, es igual de necesaria o más que la alta cultura y me merece todos los respetos”, comenta el director, que zanja la reflexión sobre sus placeres culpables revelando con humor que no trata de ocultarlos porque nunca ha tenido problemas en airear sus “taras”.