VIOLENCIA MACHISTA

¿Por qué el crimen de Barcelona no es violencia vicaria a ojos de la ley?

Concentración por un crimen vicario en Bilbao.

Primero apuñaló a su pareja y después arremetió contra su hijo. A ella la dejó herida de gravedad, a él le arrebató la vida. Más tarde, el agresor machista huiría para suicidarse en el polígono donde trabajaba. Son las hipótesis con las que trabajan los Mossos d’Esquadra que la madrugada de este lunes encontraron al chico muy grave en la localidad barcelonesa de Sentmenat. Las autoridades creen que el maltratador atacó primero a su pareja y después, cuando trataba de escapar, al hijo de ella. La víctima mortal tenía 22 años. Aunque el caso está impregnado de violencia machista, el joven no será considerado como víctima de violencia vicaria a ojos de la ley.

Los motivos son varios y para analizarlos es necesario aproximar la lupa al lugar que ha concedido la legislación tradicionalmente a los hijos de las víctimas. El primer paso de cara a su protección se da en 2013, con la confección de una estadística propia para las criaturas menores de edad asesinadas en contextos de violencia machista. Hasta hoy, suman un total de 64 víctimas mortales. Dos años después, se produce el siguiente gran hito. "Frente a la violencia de género, los menores serán considerados víctimas directas debido a su inclusión como tal en el artículo 1 de la Ley de Violencia de Género de 2004. Se trata de una de las apuestas más relevantes del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad a la vista de los datos de menores huérfanos y menores asesinados año tras año", presumía entonces el Gobierno, ante la nueva legislación de infancia.

Pero faltaba algo más. Y ahí entra en juego la violencia vicaria, un fenómeno que va un paso más allá y busca poner nombre a la instrumentalización y las estrategias de los agresores con un único fin: torturar a sus víctimas. Según la ley de 2004, la violencia de género comprende también a aquella que "con el objetivo de causar perjuicio o daño a las mujeres se ejerza sobre sus familiares o allegados menores de edad". Este precepto fue introducido hace cuatro años, por mandato de la ley de protección a la infancia y no incumbe únicamente a los hijos de las mujeres maltratadas, sino a cualquier menor de su entorno. 

Tanto en el caso de las víctimas directas como en el de las víctimas vicarias, existe un elemento común: se trata siempre de menores de edad. Este requisito puede derivar en situaciones lacerantes y difíciles de explicar. Un ejemplo: si dos hermanos son asesinados a manos de su padre con el propósito de herir a su madre, pero uno es mayor de edad, sólo será considerado víctima de violencia vicaria aquel que no haya cumplido los dieciocho. 

Con una excepción: que la persona mayor de edad sea una mujer. Entonces, la víctima mortal sí sería considerada como víctima de un feminicidio vicario. Esta categoría se introdujo, junto a otras tres, en septiembre de 2022. El objetivo: ampliar la estadística y poner cifras a los crímenes machistas más allá de las relaciones de pareja o expareja. Pero la propia definición de feminicidio –es decir, aquellos casos en los que el agresor es un hombre y la víctima una mujer–, impedía incluir a varones en las bases de datos. Ellos se quedaron fuera.

Si el joven asesinado esta madrugada en la localidad barcelonesa hubiera sido una mujer, sí habría sido considerada en las estadísticas de violencia de género. Aunque probablemente no como feminicidio vicario, pues todo parece indicar que el agresor le apuñaló después de intentar asesinar a su madre, por lo que no parece que el fin último fuera dañar psicológicamente a la víctima. Sí encajaría como feminicidio familiar, entendido como el asesinato de una mujer por hombres de su entorno familiar. 

"Legalmente no es violencia vicaria, pero tampoco lo sería en el caso de menores de edad cuando primero se mata o hiere gravemente a la madre", porque la violencia contra el hijo no funcionaría como "instrumento para causar daño a la madre, sino por otros condicionantes dentro de la dinámica criminal". Habla Victoria Rosell, jueza y exdelegada del Gobierno contra la Violencia de Género. "Aunque no deja de ser un crimen machista", opina al otro lado del teléfono, no entraría en la categoría de vicario en su concepción actual. 

"Nos estamos equivocando"

En definitiva, la víctima mortal de este lunes no tendrá hueco en las estadísticas. "Es violencia de género. El error es que no se va a contemplar como tal", opina Miguel Lorente, médico forense y también exdelegado del Gobierno contra la Violencia de Género. "Nos estamos equivocando", sentencia.

El experto entiende que "no se puede incluir a un hombre dentro de la categoría de feminicidio", pero sí estima que estas víctimas tendrían que poder ser incluidas a través de fórmulas alternativas, como "homicidios en contextos de violencia de género". Para Lorente, la violencia vicaria es en realidad "un artificio que ha tenido factores favorables para su aceptación", pero resulta "tan artificial que ni sabemos bien qué estamos diciendo". Lo esencial, a ojos del médico forense, es que "forma parte de la violencia contra las mujeres", donde la violencia extendida "es un elemento clásico". 

La violencia contra las mujeres ha tenido siempre dos objetivos: hacer daño a la víctima y actuar contra las personas que pueden estar empujando hacia una ruptura de la violencia, subraya el experto. Pero la motivación, el elemento clave que determina la violencia, es el machismo. "La de género es la única violencia en la que tenemos tres o cuatro nombres distintos para hablar de lo mismo", con el resultado de estar "fragmentando la propia violencia de género", lamenta.

"Pese a que nos acusan de engrosar las cifras, ocurre justamente lo contrario", reflexiona Rosell, quien estaba al frente de la delegación en el momento de dar a luz a las nuevas categorías de feminicidios. De aquella etapa recuerda nítidamente los debates, las discusiones, las consultas a expertas y las horas leyendo informes internacionales para arrojar luz a las dudas. Optaron por la cautela y por centrar los datos en aquellos actos criminales cuyas víctimas eran exclusivamente mujeres. Conclusión: "No debíamos incluir en las cifras a hombres adultos". 

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Eso no significa, añade la exdelegada, que sean invisibles. Están en las estadísticas de criminalidad y en las resoluciones judiciales, abunda la jueza, pero, además, el "Ministerio del Interior podría desagregar datos para ver cuántos casos similares existen". 

Igualdad lo investiga como crimen vicario

Pese a ello, el actual Ministerio de Igualdad sí ha considerado investigarlo como un presunto crimen de violencia vicaria. Es, en realidad, una suerte de declaración de intenciones y una apuesta política. Creen, según aclaran fuentes oficiales, que lo sucedido esta madrugada es desde un punto de vista sociológico un crimen vicario, pero también desde la perspectiva de "hacia dónde vamos". 

Por casos como este, insisten las mismas fuentes, el departamento de Ana Redondo quiere "regular la violencia vicaria" de una forma mucho más ambiciosa. Actualmente, el ministerio trabaja en un paquete de medidas para abordar desde la propia "definición de qué es violencia vicaria" hasta qué hacer "con estos casos que no están contabilizados en ningún lado".

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