EL FUTURO DE LA LEGISLATURA
El choque de Díaz y Junts: de la foto en Bruselas con Puigdemont al “chantaje” por la reducción de jornada
Yolanda Díaz sube el pasado miércoles a la tribuna de oradores. Ya sabe que minutos más tarde el Congreso rechazará debatir su proyecto de reducción de la jornada laboral a 37,5 horas semanales. Su medida estrella para más de doce millones de trabajadores. La vicepresidenta segunda hace uno de los discursos más sentidos y duros de su carrera política.
Y mira directamente a Míriam Nogueras (Junts): “Usted y yo, aquí en este debate, representamos algo que mueve la Historia, la lucha de clases. ¿Y sabe a quién representa usted? Representa en esta lucha al capital. El Gobierno de España y yo estamos representando a las gentes trabajadoras catalanas y españolas. Usted no se pone del lado del trabajador y del autónomo catalán. Se pone del lado de quien hoy en España y en Cataluña se está forrando. Por eso este debate es tan importante”.
Díaz se encontró con el portazo del PP, Vox y Junts. Y le duele especialmente el ‘no’ de los de Carles Puigdemont. Un rechazo, a través de una enmienda a la totalidad, que imposibilita el mero debate en las Cortes de esa ley. Además, supone el mayor choque vivido esta legislatura entre Sumar y los posconvergentes.
La foto que no brilla hoy
Ese rechazo duele especialmente a Díaz y a Sumar porque el espacio a la izquierda del PSOE ha empujado activamente desde la pasada legislatura para la rehabilitación política de la antigua CiU y para recuperar un clima de reencuentro en Cataluña. Por ejemplo, Jaume Asens, eurodiputado por los comunes y persona de confianza de la vicepresidenta, ha sido uno de los más defensores durante años de medidas como los indultos. También fue clave en la redacción y negociación de la ley de amnistía.
Fue la propia Díaz la que abrió el deshielo público de la relación con Puigdemont reuniéndose con él en septiembre de 2023 en Bruselas, un paso inédito hasta el momento de algún miembro del Ejecutivo. Entonces el PSOE se desmarcó de la cita, pero ahora ha sido el propio presidente de Cataluña, Salvador Illa, el que ha ido a ver al posconvergente durante este mes de septiembre a la capital europea.
En aquel momento Puigdemont y Diaz acordaron, tras más de tres horas hablando a puerta cerrada, mantener una “relación normalizada y estable entre ambas formaciones políticas”. Y salieron con la idea de “explorar todas las soluciones democráticas para desbloquear el conflicto catalán”. La vicepresidenta segunda ha hablado en varias ocasiones con el expresident para tratar de acordar la reducción de la jornada laboral.
Acusaciones, pero mano tendida para el futuro
Pero ahora los dos lados, según fuentes consultadas, se acusan mutuamente de “mentir” sobre la negociación del proyecto. En Junts indican que Díaz se ha negado, por ejemplo, a excluir a las pymes de la futura ley, en tanto que en Trabajo recuerdan que se pusieron encima de la mesa medidas que pedían los independentistas y estaban dispuestos a debatir y aceptar enmiendas a lo largo de la tramitación.
Según fuentes gubernamentales, durante las reuniones los posconvergentes no eran claros y titubeaban mucho sobre lo que pedían respecto al proyecto de ley, Finalmente, sostienen en el Ejecutivo, en Junts han pesado más las fuertes presiones ejercidas por parte de las patronales a Puigdemont y los suyos que el propio sentir de sus votantes (el 72% apoya la medida, según el barómetro del CEO de la Generalitat catalana).
La vicepresidenta segunda durante estas horas ha llegado a decir tras la votación: "Uno lo que tiene que hacer es negociar y no condicionar el absoluto, el todo, con una posición de fuerza que ya no es una clave de negociación, es de chantaje". Unas palabras que han enrarecido todavía más la relación y la futura negociación de la norma, que volverá a ser llevada al Consejo de Ministros y posteriormente a las Cortes (aunque el registro horario se hará de manera autónoma con la aprobación de un decreto). A pesar de las duras palabras de Díaz, Sumar sigue tendiendo la mano a Junts y plantea empezar de nuevo sin reproches.
Este ‘no’ a la reducción no conlleva la muerte prematura de los presupuestos generales del Estado. Tanto en La Moncloa como en Junts desvinculan esa negociación de la tensión por la reducción de la jornada laboral. Desde el núcleo duro de Puigdemont subrayan que ellos negocian cada “carpeta” de manera separada. En Moncloa han emitido gestos de querer sacar las cuentas como la reunión de Illa con Puigdemont y no se descarta un encuentro con el propio presidente del Gobierno, un as del Ejecutivo para cerrar un asunto de enorme importancia con los posconvergentes.