EL FUTURO DE LA LEGISLATURA

Junts se instala en la contradicción: del "s'ha acabat" a salvar al Gobierno en el cierre de las nucleares

Nogueras pasa delante de Sánchez y Montero

“No sabemos por dónde respiran cada minuto”. Esta sensación la expresa un dirigente del núcleo duro de Pedro Sánchez. Junts juega al misterio continuamente. Rompe y no rompe. Ata y deshace. Los de Carles Puigdemont se han instalado, a pesar del anuncio oficial de separación con el PSOE, en una eterna contradicción envuelta siempre en un tono muy alto.

Y esa contradicción se ha evidenciado de manera exponencial durante las últimas horas. A lo largo de la maratoniana comparecencia de Sánchez en el Congreso del miércoles, la portavoz de la formación catalana, Míriam Nogueras, llegó a llamar “hipócrita y cínico” al también secretario general del PSOE. Con esta contundente expresión de adiós: “S’ha acabat”.

Todo ello presagiaba un jueves negro para el Gobierno en el Congreso, donde tenía varias leyes clave negociadas durante estos meses. Con el fondo de una legislatura supuestamente bloqueada por los de Carles Puigdemont. El termómetro estaba puesto en una enmienda a la ley de movilidad sostenible que había incluido el Partido Popular en el Senado para eliminar el calendario del cierre de las centrales nucleares. Los posconvergentes guardaron silencio durante días, creando la expectativa de que arrearían un golpe a La Moncloa uniendo sus votos a los populares y Vox.

La abstención que alegró al Gobierno

Esta enmienda tenía un alto nivel simbólico, a pesar de que el Ejecutivo rebajaba su potencialidad a la hora de parar el cierre de las nucleares. Y es que el Gobierno de coalición ha hecho de las energías verdes y de la transición ecológica una de sus grandes banderas frente al redoble del apoyo de las derechas a las nucleares. Pero la pantalla del Congreso el jueves reflejó una victoria por la mínima del bloque progresista frente al PP y Vox gracias a la abstención final de los de Carles Puigdemont.

Todo ello en un clima de máxima tensión, que hizo que hasta el presidente del Gobierno se trasladara al Palacio de la Carrera de San Jerónimo porque cada voto era vital para luchar por las nuevas leyes. Además, los de Puigdemont dieron su respaldo a la ley de atención a la clientela, pilotada por el ministro Pablo Bustinduy y que incluye la obligación de atención telefónica a clientes en catalán por parte de las grandes empresas.

Esto supuso un fuerte alivio para el Gobierno que tiene sobre sus espaldas constantemente la nube de bloqueo de nuevas leyes por parte de los de Puigdemont. Esta situación ha provocado que en el Ejecutivo sigan pensando que pueden tirar hacia adelante a pesar de que está muy en entredicho la estabilidad parlamentaria. En el entorno de Sánchez plantean este análisis: “No debemos hacer lectura de ruptura o no. Habrá cosas que saquemos adelante y cosas que no. Esto nos alegra mucho, la política debería ser así, votar lo que tú crees. Estamos contentos. Han decidido que no quieren negociar, pero tienen representación en la Cámara y la han ejercido”.

“En la última semana hemos hecho pedagogía de que el Parlamento es complejo para todos. Te posicionas con cada tema. Es una partida que hay que jugar, no es Juego de tronos”, reflexionan fuentes gubernamentales.

Junts rebaja el optimismo

Desde Junts rebajan totalmente esa sensación del Gobierno y señalan que esto no se trata solo de una enmienda: “El problema no se soluciona así”. Y repiten esa idea constantemente: “Si un Gobierno celebra que una enmienda no se aprueba, el problema es más gordo de lo que esconden”. Insisten los posconvergentes en que “el tiempo pondrá las cosas en su sitio” y creen que el Ejecutivo no ha captado bien su mensaje de ruptura.

En el Gobierno trasladan que sí han interiorizado el mensaje de Junts pero que ellos van a apostar por la fórmula del diálogo. El presidente del Gobierno fue muy franco el miércoles en su réplica a Míriam Nogueras, a quien dijo: “Mi grupo necesita sus votos, como los de otras formaciones. Pero su grupo necesita nuestros votos, también los necesita”. Lanzando esta pregunta: “¿O va a negociar con quien desprecia la identidad de Cataluña y quiere acabar con su autogobierno?”.

Junts anunció la semana pasada de forma solemne su bloqueo de la legislatura, pero, a la vez, no quiere poner fin de manera inmediata. De hecho, constantemente rechaza la posibilidad de unirse al PP y a Vox para formular una moción de censura que podría tumbar en unos días al Gobierno central. 

La encrucijada posconvergente

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Y esas contradicciones también están aflorando en discrepancias internas, ya que algunos sectores posconvergentes entienden que se deberían conservar puentes con el Gobierno para sacar adelante los presupuestos con fuertes partidas impuestas por Junts. Esas reflexiones están llegando a través de algunos de los alcaldes independentistas más señalados como Jordi Masquef (Figueres) y Rafa Navarro (Premià de Mar).

Otra de las grandes dudas que surge dentro del partido es hasta qué punto sale rentable a Junts alejarse de Pedro Sánchez y perder influencia a la hora de la toma de decisiones. Esto es especialmente relevante por parte del empresariado catalán, que siempre ha utilizado históricamente al espacio de CiU como brazo ejecutor en las políticas en Madrid.

Y otra de las grandes contradicciones que lleva a Junts a navegar por este proceloso océano es el miedo al ascenso de Aliança Catalana, pero también el efecto que puede tener en el electorado catalán el hecho de que Puigdemont pudiera permitir un Gobierno en La Moncloa con Alberto Núñez Feijóo de presidente del Gobierno y con Santiago Abascal de vicepresidente, en tanto que las encuestas dan que los votantes de Junts respaldan a Pedro Sánchez como su opción favorita para estar al frente del Ejecutivo. El soberanismo catalán, en plena contradicción.

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